Blanca Suelves, Amparo Corsini, Carolina Herrera, Cleo Zu Oettingen-Spielberg,... en la fiesta que reunió a la aristocracia madrileña

Madrid es 'The Place to be' y cada noche es una fiesta. Si el martes Nicolás Montenegro reunía a sus amigas para celebrar la Feria de Abril en Sevilla. Ayer era la empresaria Paula Amorim la que organizaba la fiesta que reunía a lo más granado de la sociedad española. Nombres de la talla de Amparo Corsini, Alejandra Domínguez, Filipa de Abreu, Carolina Herrera y Pedro Noronha o los difíciles de ver juntos, Joaquín Güell (Joaco para todos los presentes), y Blanca Suelves disfrutaron de una cena servida por Horcher y a la posterior fiesta con flamenco de la mano de los Carmona, en la exclusiva casa de Lorenzo Castillo.

Una reunión a la que viajaron desde Italia, Lapo Elkann y su mujer Joana Lemos, íntima amiga de la anfitriona. Y en la que según nuestras fuentes se pudo ver también a Cristina Valls Taberner.

Pero no solo estos fueron invitados a una reunión para celebrar la llegada de la firma Paula a Madrid. Cleo zu Oettingen-Spielberg, la 'royal' del momento, Sassa de Osma, e influencers españolas como Inés de Cominges, Patricia Sañes, Mónica Anoz o la pintora Lulú Figueroa, además de las mejores referencias portuguesas como Raquel Estrada.

Pero, ¿quién es Paula Amorim?

¿Cómo una empresaria portuguesa ha conseguido reunir a esta lista de invitados en torno a su mesa? Paula, para que tengas una referencia, es la Marta Ortega del país luso. Una mujer polifacética y emprendedora es descendiente de un imperio empresarial portugués y creadora de su próspero negocio de marcas de estilo de vida. Entre las cuales se incluye la de moda presentada por primera vez en España en El Corte Inglés de la calle Serrano.

Oriunda de Oporto y nacida en 1971, destaca como una de las figuras femeninas más influyentes en Portugal. Ejerce como presidenta y principal accionista de Galp, y también es accionista en Corticeira Amorim, el principal grupo dedicado a la transformación del corcho a nivel mundial.

El legado empresarial de Paula está marcado por la innovación y una visión estratégica hacia el futuro, algo que aprendió de su padre, Américo Amorim, reconocido como el "rey del corcho". Desde temprana edad, absorbía lecciones sobre el valor del trabajo arduo, la dedicación y la reinversión en los negocios familiares. Tras graduarse en Gestión Inmobiliaria, se unió al Grupo Amorim a los 19 años, gestionando inicialmente el patrimonio inmobiliario familiar.

Su espíritu emprendedor la llevó a establecer Amorim Fashion en 2005, seguida por Amorim Luxury Group en 2010. Adquirió la tienda Fashion Clinic, distribuidora de marcas de renombre como Balenciaga, Givenchy y Prada en Portugal. Además, obtuvo el control de las franquicias de Gucci en el país y se incorporó al consejo de administración de Tom Ford a nivel internacional.

En 2017, Paula incursionó en el sector del turismo de lujo al adquirir los prestigiosos terrenos de Herdade da Comporta, el lugar donde se refugia la élite europea. Ha inaugurado varios restaurantes de lujo y está a punto de abrir su primer hotel a finales de año, un logro trascendental en su carrera empresarial. Este proyecto refleja la visión de Paula para el futuro del Grupo Amorim, centrada en el turismo de lujo como un pilar estratégico.

Detrás de su exitosa faceta empresarial, se encuentra una mujer con una vida personal enriquecedora y diversa. Paula es una hábil amazona, apasionada por la moda y disfruta de los placeres simples como pasar tiempo libre con sus dos hijos.

En el encuentro organizado para la prensa esta mañana en Madrid, ella reconocía estar emocionada por el éxito de la noche anterior y lo exclusivo de la misma, mientras mostraba las prendas de su nueva colección. "Toda realizada en Portugal", según ella misma nos ha contado a Vanitatis. "Era un reto conseguir que todas las fases de cada prenda, incluidos los bordados en piel, una activida en la que quizá no somos tan especialistas, se realizara toda dentro del país". Cada prenda respira artesanía y lujo, algunas de las piezas requieren de más de 70 horas de trabajo a mano y contienen todo el know how de la tradición portuguesa.