El triste traje de dos piezas de Kamala Harris también le ha acompañado en la derrota
Harris en su adiós a la presidencia ha sido fiel a su mensaje, ha defendido su autenticidad enfundada en uno de esos cientos de trajes aburridos
El estilo de Kamala Harris ha sido objeto de controversia a lo largo de su mandato junto a Joe Biden y durante la carrera electoral por diversos motivos.
Después de que el New York Times dijera que el candidato republicano tenía todas las de ganar, y lo situaba como favorito para hacerse con cinco de los 'swing states' que quedaban por proyectar: Georgia, Michigan, Wisconsin, Pensilvania y Arizona, Harris se habrá planteado cuál ha sido el error de su estrategia y la moda seguro que ha tenido algo que ver.
Sería absurdo negar lo evidente: la moda se usa para juzgar con intencionalidad a las mujeres en política, al que en cualquier sector de la sociedad. Pero tampoco podemos pasar por alto otra realidad: la moda es una herramienta para transmitir mensajes, y no reconocerlo también sería una forma de sexismo. Cuando Kamala Harris pronunció su discurso vestida con un traje blanco en homenaje a las sufragistas, buscaba que el simbolismo de su atuendo hablara por sí mismo.
En esta especial aparición como perdedora, la atención mediática a su estilo, desde su uso de trajes hasta los accesorios, también subraya los estándares de género en la política. Su estilo se ha tildado de vago y aburrido, pero ella tiene claro que tiene otras prioridades. Harris ha sido fiel a su mensaje, ha defendido su autenticidad enfundada en uno de esos cientos de trajes aburridos con los que ha buscado dar una imagen profesional esta breve campaña que parece que al pueblo americano no le ha gustado, la discusión sobre su estilo evidencia la tensión entre expectativas tradicionales y el desafío de redefinir el papel de las mujeres en el liderazgo. Su estilo hoy ha seguido, ese enfoque en la vestimenta que refleja su papel como una líder moderna y su deseo de conectar con diversas audiencias, no ha dado resultado.
Esta campaña no ha querido que sus apariciones estuvieran marcadas por sus estilismos y ha apostado por un estilo sobrio y formal y ha buscado darle importancia, lo que se ha convertido en un error imperdonable.
Como primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, su imagen y atuendos han sido constantemente escrutados, lo cual ha generado críticas y debates. En ocasiones, Harris ha sido criticada por su elección de ropa informal, como usar zapatillas Converse en eventos públicos, de hecho en la campaña eso que la distinguía lo ha dejado a un lado. Algunos consideran que esta elección refleja cercanía y accesibilidad, mientras otros piensan que le resta formalidad a su rol. Además, el enfoque en su apariencia en lugar de sus políticas ha sido percibido como un tratamiento desigual en comparación con sus colegas masculinos, quienes rara vez son juzgados por su vestimenta.
Recordemos que al principio vivió una polémica al elegir un traje de Dolce & Gabbana, que fue muy criticado, dado que era una de las marcas europeas que solía usar Melania, pero pronto cambio el rumbo. Harris, desde entonces, mantiene un toque de accesibilidad, usa marcas estadounidenses asequibles y accesibles, lo que demuestra un entendimiento de las realidades de sus seguidores.
Si aceptamos la verdadera relevancia de la moda en la política, podremos normalizarla, y así avanzaremos hacia una realidad en la que la moda no se use para criticar ni disminuir el poder. Por eso, es crucial hablar sobre la importancia de la moda en el ámbito político: porque sí la tiene. Kamala lo ha aprendido.
El estilo de Kamala Harris ha sido objeto de controversia a lo largo de su mandato junto a Joe Biden y durante la carrera electoral por diversos motivos.