Juana Martín arrasa en París: flamenco, drama y alta costura en su desfile más impactante

Desde que en 2022 Juana Martín se convirtiera en la primera diseñadora española invitada a la Semana de la Alta Costura de París, su presencia en la capital francesa ha sido sinónimo de evolución y reafirmación de su identidad creativa.

Su capacidad para reinterpretar el imaginario andaluz con códigos de lujo contemporáneos la consolida como una de las creadoras más interesantes del momento en nuestro país y más allá de nuestras fronteras

La cordobesa ha sabido establecerse en el circuito más exclusivo de la moda global sin traicionar sus raíces, fusionando con maestría la artesanía andaluza con una visión contemporánea y audaz. Su última colección en el Palais de Tokyo es un nuevo testimonio de esta madurez estética: un desfile que oscila entre el dramatismo y la sofisticación, en una paleta que combina los clásicos blanco y negro con inesperados tonos tierra y dorados.

La puesta en escena refuerza el dramatismo que caracteriza el universo Martín. La silueta femenina se ensalza con volúmenes arquitectónicos, en un juego constante entre la opulencia y la ligereza. Destacan los volantes desestructurados, que recuerdan el movimiento del traje flamenco pero reinterpretados con una construcción casi escultórica. También aparecen transparencias estratégicas y bordados florales en relieve, aportando una sensualidad refinada que contrasta con la dureza de los tejidos estructurados.

El negro, color fetiche de la diseñadora, predomina en la primera parte del desfile, con capas voluminosas, chaquetas entalladas y vestidos que combinan encaje y satén en una danza entre lo romántico y lo transgresor. Poco a poco, el color empieza a emerger: primero el blanco, con vestidos etéreos de organza y tul, y después el marrón chocolate, un tono inesperado que aporta calidez y profundidad a la colección. Las texturas juegan un papel fundamental: desde tafetanes rígidos hasta gasas vaporosas, cada tejido contribuye a una narrativa visual impactante.

Uno de los aspectos más destacados de la propuesta es la integración de elementos tridimensionales en los diseños. Grandes flores esculpidas emergen de escotes y caderas, aportando un aire casi surrealista, mientras que las mangas abullonadas y los volantes en cascada amplifican el dramatismo de las prendas.

En la parte final del desfile, los vestidos joya con aplicaciones metálicas y bordados en relieve sugieren una fusión entre lo orgánico y lo arquitectónico, cerrando el show con una nota de sofisticación máxima.

En definitiva, Juana Martín vuelve a demostrar que su espacio en la Alta Costura no es una concesión, sino una conquista bien cimentada. Con este desfile, la diseñadora no solo reafirma su dominio técnico y conceptual, sino que también deja claro que París es, cada vez más, su casa.