Tacones de aguja: ¿resurrección o resistencia? El dilema de la feminidad en tiempos cómodos
Por mucho que las pasarelas se empeñen en devolverles su corona, los stilettos —ese símbolo indiscutible de poder, sensualidad y estatus— no han logrado recuperar su
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Por mucho que las pasarelas se empeñen en devolverles su corona, los stilettos —ese símbolo indiscutible de poder, sensualidad y estatus— no han logrado recuperar su trono en la vida real desde que la pandemia alteró nuestras rutinas, y con ellas, nuestra forma de vestir. ¿Qué está pasando con los tacones de aguja en un mundo que ha abrazado la comodidad como nuevo ideal estético?
La imagen de una mujer poderosa desfilando por las calles de la ciudad en tacones imposibles —al estilo de 'Sex and the City' o 'El diablo viste de Prada'— parece hoy más una postal del pasado que un reflejo de la realidad. La caída comenzó lentamente en la década de 2010, con la explosión del streetwear y la cultura sneaker, pero fue la pandemia la que dinamitó definitivamente su hegemonía. En 2020, las ventas de tacones cayeron un 65% en el segundo trimestre, una cifra que no se ha recuperado del todo pese al regreso parcial a la presencialidad, según el medio especialista Bussiness of fashion.
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Hoy, incluso en oficinas donde antes eran casi uniforme, los stilettos son una rareza. El código de vestimenta se ha relajado tanto que lo “casual” ya no se limita a los viernes. El resultado: los tacones han pasado a ser un artículo para ocasiones especiales o, en el mejor de los casos, una declaración de estilo que se aleja del uso diario.
Un nuevo paradigma de feminidad
Pero no todo son funerales. En lugar de desaparecer, los tacones están mutando. Las ventas de stilettos cayeron un 12% en 2024, según datos de Edited, pero otras tipologías —como los kitten heels, los tacones cuadrados o las cuñas— han empezado a llenar ese vacío. Al mismo tiempo, los zapatos planos ganan terreno: bailarinas, mocasines, sandalias tipo Mary Jane o incluso los famosos zuecos están de vuelta, impulsados por su comodidad y versatilidad.
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Esta transformación responde a una evolución del concepto de feminidad. La imagen de la mujer hiperfemenina encaramada a unos tacones de vértigo ya no resuena como antes. Hoy, unos sneakers bien diseñados o unas bailarinas con detalles de lujo pueden ser tan aspiracionales como un par de Louboutin.
Una de las claves de esta nueva etapa está en lo que los expertos llaman “la tensión estética”: mezclar piezas sofisticadas con otras más rústicas o inesperadas. Una blazer entallada con zuecos, un vestido vaporoso con zapatillas, o un traje fluido con mocasines gruesos. Esta disonancia visual genera una narrativa de estilo más rica y moderna.
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¿Resurrección o nostalgia?
No obstante, los tacones siguen teniendo su espacio. Eventos formales como bodas o fiestas siguen reclamando un zapato elevado, y algunas marcas han logrado capturar el espíritu del momento sin renunciar a la altura. Marcas como Miu Miu, Sandy Liang o Simone Rocha reinterpretan el tacón desde una perspectiva más lúdica, más cercana a la infancia o al teatro, alejándose del tradicional enfoque hipersexualizado.
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Chloé, bajo la dirección de Chemena Kamali, ha apostado por las cuñas bohemias; mientras tanto, firmas como Steve Madden diversifican su oferta con estilos intermedios: desde kitten heels hasta versiones con tacón bajo de las clásicas Mary Janes.
El nuevo modelo de Mary Jane con tacón bloque o sensato es, semana tras semana, uno de los productos más buscados y vendidos. Un signo claro de que, aunque el stiletto puro ha perdido tracción, el deseo de elevarse —literal y simbólicamente— no ha desaparecido del todo.
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El futuro se escribe con tacón... bajo
En definitiva, los tacones de aguja están lejos de volver con la fuerza con la que dominaron décadas anteriores. La comodidad ha dejado de ser una concesión para convertirse en un valor esencial.
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Pero lejos de significar el fin del tacón, esta transformación apunta a un futuro más diverso, donde la feminidad ya no se encierra en una única silueta ni se impone desde la altura. Quizá el stiletto no esté muerto, pero ha tenido que aprender a convivir con zuecos, zapatillas y bailarinas. Y en esa coexistencia, más que en la desaparición o el regreso triunfal, está su verdadero desafío.
Por mucho que las pasarelas se empeñen en devolverles su corona, los stilettos —ese símbolo indiscutible de poder, sensualidad y estatus— no han logrado recuperar su trono en la vida real desde que la pandemia alteró nuestras rutinas, y con ellas, nuestra forma de vestir. ¿Qué está pasando con los tacones de aguja en un mundo que ha abrazado la comodidad como nuevo ideal estético?