Victoria Beckham: ¿documental de moda o docuserie? Esa es la cuestión
Por mucho que el apellido Beckham nos remita al balón, la manicura perfecta o a una pose que ya es icono cultural (esa en la que
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Por mucho que el apellido Beckham nos remita al balón o a una familia posando cuál cuadro de la Tate Modern, lo cierto es que la diseñadora ha ido ganándose su lugar en el competitivo y elitista mundo de la moda con más perseverancia que espectáculo.
Y ahora que el mundo entero ha redescubierto su carisma gracias al documental de Netflix sobre su marido, Victoria Beckham parece decidida a aprovechar ese momentum para contar su propia historia, pero en sus propios términos. ¿Estamos ante una nueva docuserie personal o ante un documental que marcará una nueva etapa para su marca de moda? Esa es la cuestión.
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La Spice Girl que no quería ser solo una Spice Girl lleva casi dos décadas construyendo su firma, Victoria Beckham Holdings Ltd., y, según datos de Bloomberg, en 2023 consiguió por fin un crecimiento en ingresos superior al 50 %, reduciendo sus pérdidas operativas antes de impuestos a 2,9 millones de libras. No es una hazaña menor para una firma de lujo independiente que ha tenido que capear las críticas iniciales, las dudas del sector y las inevitables comparaciones con otros nombres más consolidados.
Pero más allá de los números —que aún no permiten confirmar beneficios netos en 2024—, lo que más llama la atención es el nuevo giro narrativo que Victoria ha tomado. Si en la docuserie de su marido nos conquistó con apariciones espontáneas llenas de sentido del humor, ahora se prepara para ocupar el centro del plano en una serie propia para Netflix que se estrenará este otoño. Según declaró a Bloomberg durante una entrevista en Centurion New York, donde presentó por primera vez en formato físico su colección resort, el foco estará en su faceta como directora creativa y fundadora de sus marcas de moda y belleza: “Mi marido me convenció para hacer este documental. Al principio pensé que a nadie le interesaría lo que hago en mi día a día. Pero luego me di cuenta de que era el momento de contarlo”.
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Ese “momento” no es casual. Tras años siendo encasillada por su pasado pop y sus looks impasibles, Beckham ha decidido mostrar su lado más humano: el del esfuerzo constante, las dudas, las decisiones difíciles y, por supuesto, las lágrimas. “Nada está edulcorado”, afirma. “Ahora siento que puedo hablar de mi pasado, del recorrido, de las dificultades, sin miedo a dañar la marca. Porque tengo la seguridad de que mi trabajo habla por sí mismo”.
Y ese trabajo, hoy más que nunca, es tangible. En una era donde las marcas de lujo apuestan por desfiles cada vez más performativos, Victoria Beckham ha optado por la cercanía: su presentación para los miembros Centurion de American Express en Nueva York no solo ofreció acceso exclusivo a sus piezas, sino también una experiencia personal, casi íntima. “Nueva York ha sido siempre parte de mi historia. Fue donde mostré mi primera colección en 2008. Y ahora, volver con una colección resort, en persona, es cerrar un círculo”, contó a Bloomberg.
Además de ropa, Victoria ha ampliado su universo con líneas de maquillaje y fragancias. De hecho, su perfume ha sido uno de los productos más exitosos del último par de años. Pero, más allá del producto, hay una filosofía que empieza a consolidarse y diferenciarse: “Todo lo que creo tiene que tener una raíz en la realidad. Quiero que puedas soñar, sí, pero también que puedas caminar con mis prendas”, dice. Una declaración que parece también una metáfora de su carrera: menos cuento de hadas y más zapatos en la tierra.
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Ese compromiso con la funcionalidad y el detalle también se refleja en su proceso creativo. “Soy muy exigente. Aunque sea una camiseta blanca, tiene que tener el tejido adecuado, la forma perfecta. Porque mi nombre está en la etiqueta”, asegura. Y eso no solo aplica a las prendas, sino también a la experiencia de compra: “Recuerdo lo intimidante que era entrar en ciertas tiendas cuando era más joven. No quiero que nadie se sienta así en la mía. Incluso si solo vienes a inspirarte, quiero que te sientas bienvenido”.
Victoria no oculta que la marca sigue recibiendo financiación de sus socios —entre ellos Simon Fuller y el fondo NEO Investment Partners—, pero sí insiste en que el rumbo es el correcto. Los ingresos han crecido durante tres años consecutivos y su expansión internacional ya está en marcha. ¿Veremos pronto una tienda propia en Nueva York? “Ojalá el año que viene”, confiesa.
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Mientras tanto, la atención se centra en su futura docuserie. ¿Será una historia íntima sobre la creadora y la mujer? ¿O una estrategia perfectamente calculada para posicionar su marca en el imaginario cultural global? Quizás ambas cosas. En un mundo donde las narrativas personales valen tanto como las campañas de marketing, Victoria Beckham está escribiendo la suya con control absoluto de la paleta de colores, del tejido y del montaje.
Y sí, tal vez haya lágrimas. Y sí, su Ferrari Roma también tendrá un cameo. Pero, sobre todo, veremos a una mujer que ha pasado de ser icono pop a arquitecta de su propio universo estético. Victoria Beckham ya no es solo una ex Spice Girl. Es una marca. Es una visión. Y ahora, también, es una historia que quiere contarse. Con cámara, luces... y mucha moda.
Por mucho que el apellido Beckham nos remita al balón o a una familia posando cuál cuadro de la Tate Modern, lo cierto es que la diseñadora ha ido ganándose su lugar en el competitivo y elitista mundo de la moda con más perseverancia que espectáculo.