Macron habla de moda frente a Delphine Arnault: "Si el Diablo viste de Prada, Dios debe llevar Dior"
Recibiendo el mayor reconocimiento civil de Francia en un momento en que la industria atraviesa aguas menos tranquilas de lo habitual
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Esta semana, Delphine Arnault fue condecorada como Chevalier de la Légion d’honneur por el presidente Emmanuel Macron en el Palais de l’Élysée. La escena no podía ser más simbólica: la heredera del mayor imperio del lujo del mundo, al frente de Dior, recibiendo el mayor reconocimiento civil de Francia en un momento en que la industria atraviesa aguas menos tranquilas de lo habitual.
Para quienes aún no ubiquen a Delphine, conviene empezar por el principio. Hija de Bernard Arnault —presidente del grupo LVMH y el hombre más rico de Europa—, Delphine ha demostrado sobradamente que su apellido no es su único mérito. En 2023 fue nombrada CEO de Christian Dior Couture, uno de los buques insignia del conglomerado y la marca que, desde 1946, representa la quintaesencia de la moda francesa. Y no es casualidad que este reconocimiento le llegue ahora, en plena transformación del sector.
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El lujo se tambalea… pero Delphine avanza
La condecoración a Arnault se produce en un contexto delicado para la industria del lujo. Tras años de crecimiento exponencial y cifras récord impulsadas por el mercado asiático, los signos de desaceleración ya son claros: el consumidor pospandémico se muestra más prudente, la inflación global ha cambiado hábitos de gasto, y ni siquiera marcas históricas como Gucci, Burberry o Chanel están exentas del reajuste. El lujo empieza a medir su impacto, tanto económico como cultural.
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En este escenario, Delphine ha demostrado tener una visión tan estratégica como sensible al presente. A diferencia de otros ejecutivos que siguen anclados en el culto al heritage o al logotipo, ella apuesta por una modernidad silenciosa, discreta pero sólida. Prueba de ello es el reciente fichaje del diseñador británico Jonathan Anderson (J.W. Anderson) como director creativo de Dior Homme. Anderson, conocido por su talento vanguardista y conceptual, representa una nueva etapa que mezcla sensibilidad artística con estrategia comercial.
Macron, Prada y Dior: diplomacia de moda
Durante la ceremonia, Macron sorprendió a los asistentes con una frase ya célebre: “If the Devil wears Prada, God must wear Dior.”. Que se traduciría como: "Si el Diablo viste de Prada, Dios debe llevar Dior"
Más allá del guiño cómplice a una de las películas más influyentes de la moda, la elección de palabras del presidente no fue inocente. Dior no es solo una casa de moda: es un símbolo nacional. Y al oponerla a Prada, casa italiana, Macron marca territorio en un momento en que Europa reconfigura su liderazgo cultural y económico. Una forma diplomática —y algo glamourosa— de reivindicar el peso del savoir-faire francés frente a la competencia internacional.
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Pero la cita también puede generar confusión, sobre todo entre quienes estos días siguen la actualidad editorial: Anna Wintour, la “diosa” real de la moda en las últimas décadas, dejó su cargo como Directora de VOGUE, tras 37 años, sigue con el de directora editorial global de Condé Nast. Sin duda, el comentario de Macron no iba por ahí, pero el paralelismo entre dos mujeres poderosas (Wintour y Arnault), ambas guardianas de universos muy distintos, pero igualmente simbólicos, resulta inevitable.
El futuro del lujo se escribe (también) en femenino
La trayectoria de Delphine Arnault ha estado marcada por una mezcla poco frecuente: rigor financiero, intuición estética y capacidad de leer el pulso del consumidor global. En un sector que históricamente ha sido liderado por hombres, ella representa una nueva forma de poder: menos ostentosa, más estratégica. Con su perfil bajo y su estilo contenido, Arnault es el perfecto reflejo de esa nueva elegancia que ya no necesita gritar para hacerse notar.
Su condecoración no solo reconoce una carrera brillante, sino también un momento histórico. Porque si el lujo está cambiando de piel, es muy probable que sea Delphine quien esté diseñando ese nuevo traje desde dentro.
Y sí: si el demonio viste de Prada, Dios (o quizás la Diosa) ya lleva Dior.
Esta semana, Delphine Arnault fue condecorada como Chevalier de la Légion d’honneur por el presidente Emmanuel Macron en el Palais de l’Élysée. La escena no podía ser más simbólica: la heredera del mayor imperio del lujo del mundo, al frente de Dior, recibiendo el mayor reconocimiento civil de Francia en un momento en que la industria atraviesa aguas menos tranquilas de lo habitual.