La inesperada vuelta de Esther Cañadas enciende la nostalgia de los 90

Hay regresos que nadie ve venir y, precisamente por eso, resultan magnéticos. Esther Cañadas, la modelo que marcó una era en los 90 con su inconfundible boca carnosa y una presencia felina en las pasarelas, ha vuelto a situarse en el centro de todas las miradas gracias a Carolina Herrera. La firma neoyorquina ha decidido que sea ella la protagonista del teaser que anuncia su desfile Spring 26 en Madrid, devolviéndola a un primer plano que la moda española recibe con sorpresa y con una buena dosis de nostalgia.

En los últimos cinco años, Esther Cañadas ha retomado progresivamente su lugar en la moda, combinando apariciones selectivas con un relato muy personal sobre su vida. En 2021 sorprendió en la portada de Harper’s Bazaar Spain, fotografiada por Xavi Gordo, y en 2022 volvió a protagonizar la edición mexicana de la revista, luciendo joyas de Bulgari y alta costura. Su reaparición no ha sido solo estética: en 2023 concedió una entrevista en 'Las tres puertas' (RTVE), donde habló abiertamente de la vasculitis, enfermedad autoinmune que la apartó de las pasarelas durante años. Ese mismo año protagonizó la portada de junio de la misma revista y participó en el pódcast de Vicky Martín Berrocal, donde compartió reflexiones sobre su carrera y resiliencia. Hoy, con Carolina Herrera, confirma un regreso meditado, en el que su magnetismo intacto se impone sobre cualquier moda pasajera.

Un icono de los 90 frente a la nueva mirada

Para muchos, Cañadas encarna la época dorada de las supermodelos españolas, junto a nombres como Nieves Álvarez o Eugenia Silva. Su irrupción en campañas internacionales, sus trabajos con Steven Meisel o su vínculo con Donna Karan la elevaron al Olimpo fashion en una década marcada por la sensualidad poderosa y el glamour sin complejos. Hoy, más de dos décadas después, su regreso no responde al capricho de la nostalgia sino a un gesto calculado: Herrera la recupera como símbolo de una feminidad atemporal que no necesita artificios.

El teaser, concebido por Daniel Dálfo y dirigido para Really Sorry, es un ejercicio de estética minimalista y a la vez profundamente madrileña. La modelo aparece vestida con la icónica camisa blanca de Carolina Herrera, esa prenda que la casa ha convertido en un manifiesto de estilo: limpia, rotunda y elegante en su sencillez. El look se completa con el bolso Mimi, un diseño escultural en piel color amarillo azafrán que aporta la dosis de osadía cromática.

Las imágenes, rodadas en la Plaza Mayor, donde se realizará el desfile este próximo jueves, capturan a Esther avanzando con paso decidido sobre el empedrado histórico. La cámara juega con planos abiertos que subrayan la monumentalidad del espacio y otros más cercanos donde se percibe la fuerza intacta de sus facciones. Hay un guiño deliberado al cine español de los 80 y 90, ese humor castizo que coqueteaba con lo absurdo, y que aquí se traduce en interrupciones inesperadas: una tuna aparece en escena para cantarle el célebre “Porque te vas” de Jeanette.

Entre la ironía y la sofisticación

El corto no es un simple anuncio: es una declaración de intenciones. Herrera entiende Madrid no solo como escenario, sino como personaje en sí mismo. Lo cotidiano se mezcla con lo extraordinario, como si la modelo atravesara una coreografía improvisada donde tradición y modernidad conviven en equilibrio. La Plaza Mayor se convierte en pasarela y Cañadas en la encarnación de esa mujer Herrera que no necesita más que una camisa impecable para conquistar la escena.

Wes Gordon, director creativo de la firma, lo resume con claridad: la camisa blanca es el ADN de la casa, y Esther no precisa adornos. Su magnetismo natural y ese aire travieso que nunca perdió la convierten en la “esencia misma de Madrid”.

El clip funciona porque apela a un imaginario reconocible y lo eleva. El resultado es un fashion film que huye del artificio y confía en la fuerza de los iconos: un espacio histórico, un bolso escultórico, una camisa impecable y una modelo que pertenece a la memoria colectiva de varias generaciones.

Cañadas no aparece como reliquia del pasado, sino como mujer que sigue teniendo algo que decir en la moda. Su reaparición reivindica la belleza madura, la elegancia que no caduca y la importancia de la experiencia en un sector que a menudo se obsesiona con lo nuevo. Verla caminar con seguridad, entre turistas y madrileños sorprendidos, es un recordatorio de que el carisma no tiene fecha de caducidad.