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'Cibeles' sigue siendo exactamente lo que era
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'Cibeles' sigue siendo exactamente lo que era

Aunque la diosa frigia poco tiene que ver ya con la moda en España, todavía permanece esa querencia por el nombre de la antigua pasarela madrileña

Foto: Roberto Verino
Roberto Verino

Aunque la diosa frigia poco tiene que ver ya con la moda en España, todavía permanece esa querencia por el nombre de la antigua pasarela madrileña en algunos recodos de la nueva Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. En primer lugar, el Cibelespacio, el lugar en el que todo el mundo se da cita cuando consigue cruzar las puertas del pabellón 14 de Ifema. En segundo, la nostalgia de la vieja guardia de la edición de moda de periódicos y revistas. Y en tercero,la persistente sensación de queo todo el mundo hace lo mismo, o las inspiraciones convergen, o es que seguimos exactamente igual que hace 20 años. Un argumento que no tiene por qué ser negativo, aunque tampoco despierta ninguna demostración de entusiasmo.

Para la temporada deprimavera-verano 2015 los diseñadores españoles no proponen grandes revoluciones. Gasas, sedas, algodones;estampados veraniegos, anclas, rayas;vestidos baby doll, maxivestidos de tirantes, faldas a la rodilla... Tampoco lo han hecho los de Nueva York ni lo están haciendo, al unísono, los de Londres, que celebran sus desfiles mayores a la vez que Madrid. Pero en nuestro caso, da la sensación de que ir a un desfile de la MBFWM es como pasear por una concurrida calle llena de escaparates en los que se muestra ese tan manido 'más de lo mismo'. O como volver al Cibeles de 1994, en el que, al igual queahora, también se dieron cita Francis Montesinos, Devota & Lomba o Roberto Verino.

Y es que cuando aún no nos habíamos quitado de la cabeza la alegría manifiesta y exhibicionistade Desigual y elsaber hacer casi inquietantede esa top monumental que es Alessandra Ambrosio, repartiendo sonrisas y hasta besos por doquier(muy en la línea de la ropa que vino a amadrinar), llegó a la pasarela la inspiración grecorromana de Devota & Lomba para hacernos entrar en razón con su academicismo nato. Es más, se trajeron, y no precisamente puesta en la solapa, una flor sintética aislada de una moldura de yeso como carta de presentación, conjugando el verbo de la moda conlo arquitectónico. No se sabe nunca dónde pueden estar las musas. Esta vez, en las molduras que decoran viejas fachadas y en cenefas gastadas por las que los años también pasaron. La belleza cambiante del paisaje estáen sus minivestidos, que de vez en cuando se vuelven maxi y con muchas rayas.

Con Roberto Verino, la moda ha viajado hasta América Latina, hasta las ruinas de las ciudades precolombinas para encontrar tesoros del arte popular, y todo aquello que hace a México lo que es. Plumas, flecos, bordados y estampados llenos de simbolismo han guiñado el ojo a los lejanos parientes del otro ladodel Atlántico. Hemos visto vestidos grandilocuentes, de los que hablan por sí solos, pero también trajes de chaqueta que, eso sí, no son los de siempre (en pantalón corto) y aderezados con accesorios con un cierto chic y hasta botas. Por algo Verinoha llamado a la colecciónCultura y pasión; quiso conquistar también el glamour del viejo satén, pero ¿pudo?

Llegó Francis Montesinos y con él, si no el escándalo, sí al menos el juego de la provocación y la luz. El creador valenciano ha venido a Madrid con una leyenda bajo el brazo: la de Jemanyá, la ‘madre de toda la vida’, una divinidad yoruba en su origen, que después ha calado hondo en toda la cultura afroamericana. A Montesinos le ha valido para llenar sus ampulosos vestidos de mar y componer, con grandes estampados y llamativos colores, cuando no un juego blanquiazul, una colección que es otra vez, a su estilo, una fiesta. Si esperábamos folclore y ornamentación a la mediterránea la hemos tenido, con volantes y todo, ¡y olé!

Lo mejor que tiene la pasarela son los juegos de contraste a que nos obliga el guión. No se pasa del coral y la ola a la geometría así como así. Pero Juanjo Oliva lo quiso. Apostó por las superposiciones, las mezclas y las asimetrías, a veces hasta con vestidos tan largos que parecían el cuento de nunca acabar. Y algún tejido ‘peludo’ que nos recordó que también somos vanguardia, además de tradición. La abstracción geométrica -muy lady, todo hay que decirlo-es suya.

Hay que abrirle paso ahora a Ana Locking, porque llegópisando fuerte con sucolección inspirada nada menos que en La montaña mágica de Thomas Mann. Sí, no nos hemos equivocado: en aquel centro de reposo en los Alpes Suizos. Porque la diseñadora ha dado salida creativa a sus ynuestros altibajos emocionales en un viaje que la ha llevado del negro al verde, divirtiéndose, no ya jugando, a los tejidos (neoprenos y otras tecnologías incluidos), bordando aquí, destejiendo allá, deshilachando incluso, y haciéndolo artesanalmente. Sus vestidos se llenan (o vacían) de tul, sus bodysresultanfuturistas, sus faldas respiran vanguardia atravesadas por cremalleras, el blanco se vuelve principal. Y mientras, Locking sucumbe a la riñonera, a la que ha dado, aunque parezca imposible, un toque cool. Digamos que todo se ha vuelto transparente, filosofía incluida.

Luego, Ángel Schlesser nos recordóquiénes somos: simples mortales, siguiendo líneas maestras y puras, vistiendo al final y después de todo un vestido cómodo, casi un saco, y rendidos al zapato plano para hacer kilómetros a pie si hiciera falta. Y hasta nos ha disfrazado para el día a día más primaveralde safari y le ha quitado mucho glamour al estampado animal para hacerlo de estar por casa, al tiempo que nos ha pintado el armario de colores tierra y nos ha quitado estridencia y algarabía.

Schlesser, el penúltimo, nos sentó tranquilamente en un sillón. Pero con Ion Fiz nos hemos vuelto a levantar. A mirar otra vez el ancho mar, pero esta vez con otros prismáticos o desde otro mirador. La ropa de Fiz no es como la de Montesinos, no es de fiesta con luna, sino de puerto con sol. De rayas y anclas. Pero Ion nos abrió otra puerta, por la que, para nuestra fortuna, entró esa sofisticación que tanto nos gusta. Haciéndose la moda lencera, insinuándose. El show debe continuar. Queremos más arte, por favor.

Aunque la diosa frigia poco tiene que ver ya con la moda en España, todavía permanece esa querencia por el nombre de la antigua pasarela madrileña en algunos recodos de la nueva Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. En primer lugar, el Cibelespacio, el lugar en el que todo el mundo se da cita cuando consigue cruzar las puertas del pabellón 14 de Ifema. En segundo, la nostalgia de la vieja guardia de la edición de moda de periódicos y revistas. Y en tercero,la persistente sensación de queo todo el mundo hace lo mismo, o las inspiraciones convergen, o es que seguimos exactamente igual que hace 20 años. Un argumento que no tiene por qué ser negativo, aunque tampoco despierta ninguna demostración de entusiasmo.

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