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Un armario propio y en urbana rebeldía
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Un armario propio y en urbana rebeldía

Ser original es difícil en casi todas las circunstancias de la vida. En la moda es casi una utopía. Pero, la mayoría de las veces, a los diseñadores no se les piden imposibles, sino todo lo contrario.

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Ser original es difícil en casi todas las circunstancias de la vida.En la moda es casi una utopía. Pero, la mayoría de las veces, a los diseñadores no se les piden imposibles, sino todo lo contrario. Encima de una pasarela queremos imaginario y fantasía, creación y arte, pero también ropa con la que crear un vestuario moderno y, sobre todo, realista. Porque las prendas te transforman, te definen, te muestran y te transmiten, pero sobre todo te visten. Hay creadores españoles que entienden esa premisa. Y da gusto ver sus propuestas: la sencilla sofisticacion de las prendas de Ailanto se siente a cada paso que las modelos dan sobre la pasarela. Las mujeres que propone Teresa Helbig se mueven con una fluidez etérea que es al mismo tiempo urbana y cabal. Hay ensoñación, pero también sensatez; delirio, pero también realidad. Y el armario de una mujer tiene que estar lleno de lo uno y de lo otro. Lo bueno es que no hay que ir muy lejos para conseguirlo.

Y si ayer salíamos de ‘Cibeles’ -perdón, de la Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid-, con ganas de irnos a tomar un té con pastas al Embassy (que, por cierto, nos encanta, con sus señoras de alto copete), hoy hemos aterrizado allí donde se cruzan los caminos de Chueca, Malasaña y ese Triball tan alternativo y comercial, sin saber muy bien por dónde tirar (en bici, eso sí). Y todo porque queremos decir que la pasarela se ha vuelto por momentos una calle de esas tan del gusto de los modernos en nuestra Europa más de hoy, esos barrios reconquistados donde a las galerías de arte se les llama laboratorios y a crear se le dice experimentar.

Si no, cómo podríamos anunciar la presencia de una creadora como Maya Hansen en nuestros pagos más fashion. La danesa-argentina (por parte de padres)ha dado una lección de geografía sentimental con su colección Birth, hablando con vestidos de la experiencia de nacer como recitándonos aquello tan juanrramoniano de "vino primero pura", aunque no podamos seguir con el verso porque "vestida de inocencia"no encaje con el descaro de sus ya famosos corsés con ballenas de metal.

Ha echado mano de velos, volúmenes orgánicos, mangas ángel y tejidos estampados inspirados en un histórico anatomista para cantar a la vida. Maya Hansen está contándonos, vía colección, que ha sido madre. Y le vienen como anillo dedo los encajes de chantilly, las blondas ylas lentejuelas. ¿Se puede ser a la vez retro, dándole la vueltaa las sábanas de Holanda, y futurista, con esos rostros ocultos porlas máscaras de la ciencia ficción? Hasta la lencería está diciendo soy un 'fue'y un 'será'nada quevedianos.

Con Moisés Nieto metemos las narices en el armario juvenil, forrado de pósters, y nos sentimos muy abonados a la cultura popular. Casi nos dan ganas de bañarnos de frescos que son algunos de sus diseños -y no solo porque haya puesto gorro tipo piscina a las modelos- y de volver sobre Warhol y el arte de la repetición más arty. Su colección nos ha resultado veraniega de más y tan ochentera como los pins y las chapas. Todos los diseñadores son grandes cocteleros, y a Nieto le ha dado por mezclar, en vestidos, faldas, chaquetas y tops, lúrex y lamé,y dárnoslos a beber.

Y lo que pasa, sale uno desenfadado y jovial de un desfile, y se le muda el rictus en el siguiente, cuando ve a Roberto Torretta venir, que, como es bien sabido, es serio incluso sin querer, hasta cuando deja a la mujer, literalmente, en cueros. Hay que reconocerle a Torretta la magia esa del movimiento, que siempre es de agradecer en cuestión de dramaturgia: porque no es lo mismo desplegar un vestido tubo que uno de altos vuelos sobre este carrusel. Y luego Torretta es tan monocolor y tan ponible que se vuelve aburrido porque sabemos ya quién, cómo, cuándo y hasta por qué lo llevará. Previsible incluso cuando se llena de volantes y semivolantes, perosuponemos que necesario.

Por eso, agradecemos que existan en el suelo patrio gentes como Roberto Etxeberria, que parecen llegadas de las montañas a explicarnos a los de la ciudad que, después del todo, la bici, el tranvía y aun el caballo, si apuramos, es lo mejor para eso tan traído y tan llevado de la movilidad (urbana). Y encima el guipuzcoano viene a Madrid y abriga a sus modelos de pieles que son para la primavera y también para el verano, diciendo con esto todo y, de paso, un eufórico "aquí estoy yo"rotundo. ¿Quién si no pone pieles sobre los hombros a estas mujeres que parecen las pastoras del futuro? Más en su primer desfile para ellas (nosotras), acostumbradas como nos tenía a lo andrógino y el unisex. Pero Etxeberria, con su impostura a cuestas, sabe ser sexy y presume de recién llegado de Nueva York, que siempre lo tenemos por un plus.

Para llegar hasta donde Teresa Helbig está hay que viajar hacia atrás. Ha subido a la pasarela a una mujer parisina y chic, intelectual y de los setenta -loha dicho ella-, que parece sacada de una película de Truffaut, con su camisita y su canesú, muy fucsia, pero también llegada de su casa en la Provenza, tocada y retocada de puntillas y bordados, en crudo y casi oliendo a lavanda, muy romántica y femenina. Le ha soltado el pelo, le ha puesto el peto y la ha subido a unos zuecos. ¡Tannupcial Helbig, incluso para no ir de boda!

Nada que ver con lo que trajo Juana Martín, no sabemos si de su Córdoba natal o del anunciado Japón. Una colección que ha bautizado como Katsura, los jardines de la villa imperial, pero que noha llenado de almendros en flor, sino de blanco y negro y flores gigantes nada secretas. A las modelos les ha puesto el pelo recogido y gafas de sol -imposible no acordarse de Martirio-, mientras una hoja caía sobre nuestra cabeza y nos despertaba. Cierto, nos estábamos aburriendo. Esto empezaba a parecerse al otoño y nos habían prometido que desfilaría la primavera.

Ay, pero aquello que se adivina a lo lejos es Agatha. Sí, Ruiz de la Prada, haciendo otra vez de las suyas.La diseñadora madrileña tiene el raro privilegio de repetirse a sí misma y conseguir la misma expectación que el primer día que subiósus mujeres nube y caramelo a una pasarela. Pista para la artista, que para eso es la Laurie Anderson de la moda española. Todavía experimental, aunque siga experimentando con lo mismo desde hace décadas. Después de todo, se nota de lejos que se sigue divirtiendo con esto, y es un placer comprobarlo in situ.

Ser original es difícil en casi todas las circunstancias de la vida.En la moda es casi una utopía. Pero, la mayoría de las veces, a los diseñadores no se les piden imposibles, sino todo lo contrario. Encima de una pasarela queremos imaginario y fantasía, creación y arte, pero también ropa con la que crear un vestuario moderno y, sobre todo, realista. Porque las prendas te transforman, te definen, te muestran y te transmiten, pero sobre todo te visten. Hay creadores españoles que entienden esa premisa. Y da gusto ver sus propuestas: la sencilla sofisticacion de las prendas de Ailanto se siente a cada paso que las modelos dan sobre la pasarela. Las mujeres que propone Teresa Helbig se mueven con una fluidez etérea que es al mismo tiempo urbana y cabal. Hay ensoñación, pero también sensatez; delirio, pero también realidad. Y el armario de una mujer tiene que estar lleno de lo uno y de lo otro. Lo bueno es que no hay que ir muy lejos para conseguirlo.

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