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Berlín de mayor quiere ser capital de Europa
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Berlín de mayor quiere ser capital de Europa

La arquitectura es un elemento fundamental que los grandes poderes (políticos, económicos, religiosos) necesitan para sublimar su fuerza. El viaje a Berlín puede servir para comprender

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Berlín de mayor quiere ser capital de Europa

La arquitectura es un elemento fundamental que los grandes poderes (políticos, económicos, religiosos) necesitan para sublimar su fuerza. El viaje a Berlín puede servir para comprender la turbulenta historia de una ciudad que ha vivido silente durante todo el siglo XX cada uno de los planes, en muchos casos megalómanos, de los urbanistas que asesoraban a los líderes políticos de turno. Primero fue Albert Spree, el arquitecto de cámara de Adolf Hitler, el que concebió una ciudad llamada Germania que, dotada de grandes avenidas y edificios monumentales de escala colosal, simbolizara el poder del desquiciado sueño imperial del Tercer Reich.

La guerra arrasó gran parte del centro: la ciudad pasó de tener más de cuatro millones de habitantes a dos escasos, lo que sirvió de algún modo a los urbanistas para plantearse nuevos conceptos a la hora de diseñarla, ideas que en gran medida se vieron influidas por la división ideológica –y física, en la forma del Muro de Berlín o “barrera de protección antifascista”, como era conocida en el sector soviético– que partió en dos a la ciudad y al país.

Mientras en el sector occidental se apostaba por el modelo estadounidense de autovías de circunvalación, en el este se construían grandes avenidas y reinterpretaban la concepción de lugar público de acuerdo a las tipologías urbanísticas soviéticas. Esto mismo ocurrió con Alexanderplatz, que a principios de los setenta fue derruida por orden de Erich Honecker para levantar en ella bulevares con edificios blancos, cafés y tiendas, además de la Torre de Televisión o Fernsehtrum, que con sus 364 metros dominaba desde unos años antes el skyline de la ciudad. Con lo que no contaban los líderes de la Alemania comunista era con que el sol, al reflejarse en su cúpula de acero inoxidable, proyectaría la forma de una cruz. Los berlineses, irónicamente, comenzaron a llamar a este fenómeno “la venganza del Papa”, en referencia al ateísmo del estado socialista.

Arquitectura ‘al peso’

Caído el Muro y reunificado el país llegó el momento de volver a pensar la ciudad y hacer de ella la capital del estado más moderno de Europa. El trabajo del artista conceptual Christo, que envolvió durante dos semanas el Reichstag, palacio imperial de la época del kaiser Guillermo que usara Hitler como sede del Gobierno y cuya cúpula fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, anticipaba la transformación de la ciudad. La recuperación de la cúpula a partir de los planos diseñados por sir Norman Foster una vez que la Cámara Baja del Parlamento alemán rechazó su idea inicial de levantar un tejado con forma de baldaquín, y su apertura gratuita a los ciudadanos, lo han convertido en el símbolo del nuevo Berlín.

En el entorno del Reichstag se ha levantado el Band des Bundes o lazo de unión desde el Kanzlerpark, en la zona occidental, pasando por la Cancillería diseñada por Axel Schultes y la Embajada suiza hasta llegar a las oficinas de los diputados, en un intento de reunir simbólicamente los dos lados de Berlín. Justo al norte se encuentra la estructura acristalada de la Hauptbanhof, inaugurada con motivo del Mundial de Fútbol de 2006 con el objetivo de convertirse en la nueva estación central de la ciudad.

Al sur del Tiegarten, la zona de las embajadas también incluye varios hitos arquitectónicos dignos de visitar. Quizás las más destacables (aparte de la suiza, ubicada en el Band des Bundes, y de las francesa y estadounidense, en la Pariser Platz) sean la mexicana, con su fachada de 18 metros de altura provista de dos paredes oblicuas con estructura laminar, y la de los países nórdicos, que forma uno de los complejos urbanísticos de nueva planta más interesantes de la ciudad.

El ejemplo más representativo de la reconstrucción es posiblemente Potsdamer Platz, entorno que quedó arrasado en los bombardeos y que nunca fue recuperado durante la división de la ciudad, por ser zona de marca fronteriza entre los dos sectores. Fruto de un acuerdo urbanístico nunca bien explicado entre el SPD y la compañía Daimler-Benz previo a la caída del muro, entre los años 90 y fechas recientes se han levantado allí varios edificos simbólicos, como la sede de Deutsche Bahn (la compañía nacional de ferrocarriles), el rascacielos de DaimlerChrysler (conocido entre los berlineses como el gofre por su estructura reticular de ladrillo visto) o el Sony Center. Algunos consideran que el entorno de Potsdamer Platz no es más que un pastiche arquitectónico, diseño urbano 'al peso' que sólo crea no lugares dominados por las grandes multinacionales. Si es así, a los berlineses les debe de gustar bastante el refrito, ya que el entorno ha recuperado el bullicio que tenía allá por los años veinte.

Son incontables los edificios dignos de mención en una ciudad en la que la arquitectura se ha convertido en el lenguaje básico: el impresionante Museo Judío de Daniel Libeskind, las acristaladas Galerías Lafayette de Jean Nouvel... El viajero que quiera sacar el máximo partido arquitectónico a la visita a la capital de Alemania sólo tiene que adquirir alguna de las múltiples guías sobre la nueva arquitectura de la ciudad. No quedará decepcionado.

HOJA DE RUTA

Cómo llegar: Tanto las aerolíneas de bandera como las low cost ofrecen viajes a Berlín por precios económicos. Si se planifica con tiempo es posible volar por menos de 100 euros i/v.

Dónde comer: La comida callejera en Berlín es económica y agradable. Por pocos euros se puede comer cualquier variedad, desde tallarines orientales a curry indio pasando por durums turcos o frikadelles alemanes. Para paladares más sofisticados, las opciones pasan por el Bonfini en Münzstraße (barrio de Mitte) o Nola's am Weinberg en Veteranenstraße (barrio de Prenzlauer Berg), entre otros.

Dónde dormir: Berlín cuenta con una cuidada oferta hotelera. Desde el reconstruido y señorial Adlon junto a la Puerta de Brandeburgo hasta el barroco Askanischer Hof (U-Bahn Adenauer Platz) o el minimalista Hotel Q! (U-Bahn Uhlandstraße).

Más información: Berlin Tourist Information (en español).

La arquitectura es un elemento fundamental que los grandes poderes (políticos, económicos, religiosos) necesitan para sublimar su fuerza. El viaje a Berlín puede servir para comprender la turbulenta historia de una ciudad que ha vivido silente durante todo el siglo XX cada uno de los planes, en muchos casos megalómanos, de los urbanistas que asesoraban a los líderes políticos de turno. Primero fue Albert Spree, el arquitecto de cámara de Adolf Hitler, el que concebió una ciudad llamada Germania que, dotada de grandes avenidas y edificios monumentales de escala colosal, simbolizara el poder del desquiciado sueño imperial del Tercer Reich.