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Luxemburgo, de paseo por la ‘capital de Europa’
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Luxemburgo, de paseo por la ‘capital de Europa’

Parece mentira que un país tan grande pueda caber en un territorio tan pequeño y que casi nadie se dé cuenta de lo que esconde. Con

Foto: Luxemburgo, de paseo por la ‘capital de Europa’
Luxemburgo, de paseo por la ‘capital de Europa’

Parece mentira que un país tan grande pueda caber en un territorio tan pequeño y que casi nadie se dé cuenta de lo que esconde. Con un tamaño poco mayor que Vizcaya, Luxemburgo pasa por ser un sitio del que todo el mundo habla pero que casi nadie conoce. Estancado en los límites que la historia le ha dado, este auténtico cruce de caminos e imperios convertido en emblema de la nueva Europa esconde una nación en miniatura que, como los labrados ideogramas orientales, desvela a quien la descubre un universo de significados que va más allá de sus propios trazos de sus fronteras.  

La capital, opción perfecta para un city break, es una ciudad cosmopolita y abierta a la diferencia. El 40% de su población es emigrante y la mezcla de etnias y culturas es motivo de orgullo para sus habitantes. Un punto interesante en el que empezar a recorrerla es la plaza Guillaume II, donde cada mes de junio el gran duque celebra su cumpleaños con una gran parada. Aquí se encuentra también la oficina de turismo, en la que disponen de mapas e información sobre todo lo que queramos saber de Luxemburgo.

 

Saliendo de la plaza por la rue de Reine nos hallamos de frente con el palacio gran ducal, restaurado en la década de los 90 del siglo XX y aneja a él, la Cámara de Diputados. Todo este entorno, el del centro de Luxemburgo, ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

 

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Recorriendo el pasado defensivo

A continuación nos dirigimos al peñón del Bock, donde en el año 963 el conde Sigfrido levantó una fortaleza defensiva que dio origen a Luxemburgo. Desde el puente que cruza el desnivel es posible posible hacerse una idea aproximada de la ciudad gracias a sus vistas panorámicas: a un lado los barrios históricos como Grund, en la parte baja del desnivel del Petrusse, y a otro las construcciones en hierro y metal de la zona de Kirchberg, donde se encuentran la City financiera y las instituciones europeas. Desde este mismo mirador es posible hacerse una idea sobre las construcciones defensivas de la ciudad, fundamentales para comprender su crecimiento. No en vano a Luxemburgo también se la conoce como el Gibraltar del norte.

Estamos en la zona más antigua de la ciudad. Desde aquí podemos darnos un pequeño salto hasta la zona baja de Grund, en la que antiguamente se erigía la cárcel de Luxemburgo y que ahora acoge recoletos restaurantes. Bajando hacia él pasamos por las casamatas del Bock y la cripta arqueológica que alberga los orígenes de la ciudad. Y para regresar a la parte alta podemos tomar un ascensor que nos dejará de nuevo en pleno centro. 

El paseo por las cercanías barrio de Kirchberg puede dar en principio una sensación de fría irrealidad, pero sólo hace falta rascar un poco para encontrar algunos tesoros imprescindibles en la ciudad. Aquí, en la Place de l’Europe diseñada por Ricardo Bofill, se encuentra la Philarmonie. Se trata de un espectacular edificio de Christian de Portzamparc rodeado por 823 finas columnas que alberga varias salas de conciertos de acústica impecable con una programación que va desde Diana Krall hasta Dee Dee Bridgewater o Salif Keita sin olvidar a la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, por supuesto.

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Diseño de última generación

A su espalda desde el Puente Rojo –que conecta el barrio con el resto de la ciudad– se encuentra además una de las opciones más recomendables para combinar alojamiento y vistas. El hotel que la cadena española Meliá ha abierto en mayo de este año permite capturar de un solo vistazo toda la ciudad que se mantiene firme como hace siglos al otro lado del valle del Petrusse.  Enfrente de él se encuentra el MUDAM, otra de las últimas adquisiciones del barrio. Tras ese acrónimo se esconde un imprescindible museo de arte contemporáneo, en la línea del MUSAC de León, dentro de un edificio diseñado por el pritzker I.M. Pei, autor de la pirámide del Louvre en París o de la ampliación del Deutsches Historisches Museum de Berlín.

La estructura, quizás inhóspita desde fuera, cobra sentido una vez que se visitan sus salas. Las instalaciones permanentes en espacios amplios y tranquilos –lo importante es el contenido y no el continente, parece haber querido decir el arquitecto– descubren un panorama artístico fecundo entre las nuevas generaciones de creadores del país. La institución cuenta además con una acertada programación que se plantea la creación teniendo un ojo fijo en lo social y lo emergente, algo que la ha convertido en catalizador del arte ultimísimo en el país. Su cafetería, con una carta sugerente y de precio ajustado –brunch, 18€; tabla con quesos y jamón del país, 8– puede convertirse en el lugar perfecto en el que tomar un tentempié con las mesas-gnomo de Philippe Starck como acompañantes.

Luxemburgo no se acaba en los límites de la ciudad: sus regiones esconden bosques prehistóricos, tierras de intrigante arena roja, bodegas escondidas a los pies de grandes rocas y pueblos de aire medieval con museos de renombre internacional, y todo a menos de una hora desde nuestro hotel. Sólo hay que informarse de los transportes (Luxemburgo cuenta con un sistema eficaz de trenes que conecta su territorio) y ponerse en marcha. Aún nos queda mucho por descubrir de este país: pronto lo haremos.

Parece mentira que un país tan grande pueda caber en un territorio tan pequeño y que casi nadie se dé cuenta de lo que esconde. Con un tamaño poco mayor que Vizcaya, Luxemburgo pasa por ser un sitio del que todo el mundo habla pero que casi nadie conoce. Estancado en los límites que la historia le ha dado, este auténtico cruce de caminos e imperios convertido en emblema de la nueva Europa esconde una nación en miniatura que, como los labrados ideogramas orientales, desvela a quien la descubre un universo de significados que va más allá de sus propios trazos de sus fronteras.  

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