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Crónica 10. 13 de Agosto de 2013
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SEGUNDO VIAJE AL EXTREMO ESTE DE EUROPA CONTINENTAL

Crónica 10. 13 de Agosto de 2013

MARTES Y TRECE… Mal día para cruzar una frontera… He amanecido en Polonia, unos 100 km más allá de Varsovia, camino de Lituania. Después de revisar el coche,

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MARTES Y TRECE…

Mal día para cruzar una frontera…

He amanecido en Polonia, unos 100 km más allá de Varsovia, camino de Lituania. Después de revisar el coche, he salido hacia la frontera de Terehavo. Está entre Letonia y Rusia en la carretera que va de Rezekne a Moscú. Crucé esta misma frontera al volver de mi anterior viaje por estas tierras. Ya preveía yo problemas para cruzar esta frontera, pero lo de hoy ha sido especialmente complicado y no he conseguido cruzar.

El viaje de hoy ha sido pesado porqué las carreteras ya son muy malas y están permanentemente en obras. No puedes adelantar a los muchos camiones que transitan por ellas y menos con el remolque, así que lo mejor es ponerte a una razonable distancia del que va delante o no ves nada y mantener el ritmo. El GPS, y no es el mismo del año pasado, ha dado nuestras una vez más, por esta tierras de estar completamente perdido. Es claramente un problema de cartografía. Me metía por caminos de tierra o decía no reconocer la carretera por la que circulaba. He hecho unos 550 km en diez horas…sin parar ni para comer. Un día duro de coche.

Al llegar a la frontera me he encontrado con una cola de cinco kilómetros de camiones parados esperando turno para los trámites. Yo he tenido que esperar 2 horas antes de entrar. El año anterior, llegué con la moto con la moto y me atendieron de inmediato en esta misma frontera…

Los letones, una letona para ser concretos, ha estado muy agria con el remolque. No entendía que no tuviera permiso de circulación independiente del coche. Después de una hora de discusiones he conseguido pasar. En el lado ruso había más amabilidad, pero mucha sospecha. No entendían que hacía un tipo solo con un coche y dos motos en un remolque diciendo que iba a los Urales Polares. Discusión kafkiana, de dos horas, que abrevio.

Llevaba perfectamente ordenados todos los documentos, especialmente los de Tarek: frases en ruso explicando de quién es la moto y porque la llevaba yo, toda la documentación en originales, copia de su pasaporte y visado, una autorización para que yo pudiera llevar su moto, en inglés y ruso y copia de su billete de avión hasta Moscú, para demostrar que llegaba mañana. Todo esto sirvió a los letones, pero no a los rusos.

Al final han concretado los problemas en tres:

a.- Había una parte subjetiva difícil de concretar, que básicamente consiste en que no entienden el viaje. Incluso las fotos vía satélite que han visto de la zona, que yo he obtenido de Google y llevo como orientación, han sido examinadas por otros funcionarios. Reconozco que este no un viaje al uso, pero cosas mucho más raras habrán visto en esta frontera.

b.- No les gustaba que el remolque no tuviera permiso de circulación independiente, lo que en Rusia es obligatorio, a pesar de ser de menos de 750 kilos y tener la misma matrícula que el coche.

c.- Pero sobre todo, necesitaban una autorización notarial, para que yo pudiera llevar la moto de Tarek. Solo en parte lo entiendo, porque mi compromiso es el de sacar otra vez esa misma moto del país a mí regreso. Puse al teléfono a amigos rusos para tratarde conocer si habá algún otro problema que no entendiera. Todo estaba claro y después de otras dos horas de inútiles gestiones, muy amablemente pero con innegable rotundidad, me echaron literalmente de la frontera rusa a medianoche. Dos policías escoltaron a pie mi coche, hasta que se cerró la barrera tras de mí. Esto ocurría mientras algunos amigos hacían gestiones en Madrid y yo recibía en mi móvil la llamada del vicecónsul ruso en Madrid ¡a esas horas!, ofreciéndose a hablar con los funcionarios rusos de la frontera por si podía ayudar en algo, pero, ¡que pena! yo ya estaba de vuelta en la frontera letona, con los letones mosqueados de porqué los rusos no me habían dejado entrar y ellos si salir, intentando inspeccionar de nuevo un coche que no había cruzado la frontera y tratando de obligarme a repetir todos los trámites administrativos. Al fin, aceptaron dejarme pasar sin más.

Todo esto me ocurría ya a medianoche, hacía frio y no había podido abrigarme en el trajín de los trámites, diluviaba, tenía todos los papeles revueltos y empapados, estaba solo, no había casi comido ni cenado, me estaban echando a patadas de la frontera, no sabía a donde ir, debía encontrar un sitio en el que dormir y secarme, el teléfono no dejaba de sonar, pero sobre todo debía tratar de poner un poco de orden en el caos que nos caía encima a Tarek y a mí.

Encontré a pocos kilómetros un pequeño motel de carretera en el que, a pesar de las horas que eran, me atendieron. (Motel Golden Fox, en Ludza, a unos 30 km de la frontera). Llamé a Tarek y ordenamos un poco las opciones.

Al final decidimos hacer lo siguiente:

Tarek trataría de conseguir en el Consulado ruso, antes de coger el avión mañana miércoles hacía Moscú, un escrito de autorización para qué yo pueda mover su moto, con todo los sellos consulares. Ese documento me lo enviarían por un currier urgente, que llegaría el jueves por la mañana a Riga (hay 300 km desde donde estoy). Esto me permitiría a mí, tratar de volver a cruzar la frontera, el mismo jueves por la tarde, mientras Tarek me espera en Moscú.

Una variante con el propósito de tratar de ganar algo de tiempo. Al llegar a Moscú, Tarek alquilaría un coche y se acercaría a la frontera de Terehavo, donde debería llegar pasada la medianoche. Yo habré recibo por email una copia del documento de autorización, que en sí mismo no vale para casi nada al no ser original. El desde el lado ruso hará gestiones explicando que yo estoy a poco metros tratando de hacer pasar una moto que es suya.

No podemos intentar nada en otras fronteras, mi pasaporte ya tiene sellos de las gestiones realizadas ayer en esta.

Si todo esto saliera mal, la última opción sería dejar la moto de Tarek en el motel en que estoy, ya lo he hablado con el dueño, y que hiciera el otra vez yo solo, con el coche y mi moto en el remolque. Si hubiera problemas con el remolque, pues entraría solo con la moto. Hacer 2000 kilómetros de carretera no es lo mejor para este tipo de motos, pero sería la última opción. La verdad no me apetece. Hemos organizado esto con Tarek, sé que a él le hace mucha ilusión y me gustaría que lo pudiéramos acabar juntos.

El visado ruso de Tarek le autoriza a entrar solo en avión, así que la opción de que cambiara de destino y llegara a Riga, por ejemplo, donde yo podría recogerle y así entráramos juntos a Rusia, no es posible.

He de darle las gracias al bueno de mi hijo Ángel, que estando de vacaciones lo ha dejado para ayudarme en estos menesteres hoy.

Yo creí que iba a tener que pelearme con el barro, las piedras, la moto, las averías, el frio, la navegación, los vivacs, algún oso,…pero no hay nada como un buen problema burocrático para ponerte de verdad a prueba.

MARTES Y TRECE…

Polonia
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