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Crónica 17. 21 de agosto de 2013
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SEGUNDO VIAJE AL EXTREMO ESTE DE EUROPA CONTINENTAL

Crónica 17. 21 de agosto de 2013

CAMINO DE INTA Inta está a medio camino entre Pechora y Vorkuta. Según que guía dice que 350 kilómetros, otras algunos miles y la mayoría dicen que

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CAMINO DE INTA

Inta está a medio camino entre Pechora y Vorkuta. Según que guía dice que 350 kilómetros, otras algunos miles y la mayoría dicen que no hay camino.

Quien parece el dueño del hotel Cosmos en Pechora, que habla inglés y a quién parece que hemos caído en gracia, se ha interesado por el viaje y en su opinión se acababa allí mismo. “Big problem.”, han sido sus palabras. Las pistas se acercan a Inta, pero hay que cruzar cinco ríos, nos ha recitado sus nombres de memoria y no conoce forma de atravesarlos salvo por los puentes del tren. No hay en su opinión ningún otro medio de salvar esos obstáculos y nos ha desaconsejado vivamente meternos en las vías del tren. Pasan con mucha frecuencia y van muy rápidos, lo que ya hemos podido comprobar nosotros mismos. Las pista que hemos hecho los días anteriores, van relativamente cerca del tren y se les oye pasar, incluso de noche, con gran frecuencia y muy rápidos.

Tarek ha sugerido ir a ver si es posible llevar las motos en tren hasta Vorkuta y de allí tratar de llegar al punto más al Este, para así ganar tiempo.

Los problemas de entrada en la frontera rusa se comieron dos días de un programa ajustado y la espera del ferry que no llegó, se comió otro día, así que ya hemos perdido tres días vitales en un programa tan apretado como el nuestro.

Más que las dificultades técnicas de la ruta, ahora nos preocupaba el tiempo. La situación se había complicado extraordinariamente con el problema de la moto de Tarek en la frontera. Además de perder dos días, el lio de la frontera se resolvió porque Tarek se presentó para hacerse cargo de su moto. A partir de ese momento Tarek estaba obligado a sacar él personalmente su moto por la esa misma frontera de Terehavo y como máximo el lunes 26 a las 12 de la noche, que es cuando vencía su visado, que tenía ese límite porque era cuando él pensaba volver en avión, dejándome a mí su moto. Yo no tenía problema de tiempo, ya que mi visado dura hasta el 9 de septiembre. Yo tenía todavía 21 días para mi intento. Habíamos convenido que si era necesario más tiempo, Tarek volvería por su cuenta a Uhkta y desde allí organizaría su regreso en fechas. Allí dejaría su moto para que la recogiera yo al volver y la bajara ju to a la mía. El problema era ahora que esa moto debía sacarla personalmente Tarek y él no podía hacer con esa moto los 2.500 kilómetros de carretera que hay entre Ukhta y la frontera. Resumiendo este lio: o yo adaptaba mi calendario al de Tarek o este dejaba su moto en Rusia.

La otra opción, era simular un accidente, que hiciera inviable el movimiento de su moto (bastaba una pedrada aun radiador), dejarla en Pechora, a cargo de la compañía de asistencia, que Tarek saliera en avión y a mí me dejara libertad de movimientos para seguir intentando encontrar un camino hasta Vorkuta, durante los 21 días que aún tenía por delante mi visado. Era la única opción para salvar su moto y dejarme a mi todo el tiempo que tenía, pero era una indecencia personal y especialmente profesional para mí y como asegurador me negué a hacerlo, así que tuve que aceptar que teníamos que seguir juntos y disponíamos de solamente uno, máximo dos días, para encontrar la forma de llegar a Vorkuta.

Desde Uhkta necesitamos tres días hasta la frontera. Para estar el 26 tenemos que empezar el regreso desde Uhkta el 24 por la mañana. Desde Pechora un día antes.

Fuimos a la estación de tren de Pechora. Es grande, muy llena de gente, todo en cirílico que aquí no llegan turistas y sin nadie hablando inglés.

Tras muchas gestiones estamos delante de la jefe de carga y cómo podemos, dibujitos, gestos, sonidos simulando trenes, etc. conseguimos entender que si ellos llevan las motos, llegaran en el mejor de los caso el viernes por la mañana… Nada ganamos. Así que decidimos hacer un intento por nuestra cuenta.

Para mí el intento de llegar a Vorkuta en verano, se ha acabado. Insisto en lo del “verano” porque en invierno, través de la nieve ya se ha conseguido, pero no parece que se haya logrado aún en verano.

Este proyecto necesita tiempo in situ. Como dice Tarek, esto es prueba y error. Debes hacer varios intentos hasta encontrar la pista adecuada. La falta de información previa y las dificultades de comunicación, te obligan a tener que hacer varios intentos hasta encontrar la mejor opción, pero tener que sacar la moto de Tarek me he quedado sin tiempo para intentarlo.

Con todo decimos salir hacia Vorkuta, pasando por Koznim (+ 180 km) y luego Inta ( + 170 km).

Son las 9 horas de miércoles 21 de agosto. En la salida de Pechora hacia Koznim seguimos una pista con buen aspecto. Embarrada pero ancha y rápida. Los GPS, que hemos programado desde España, nos indican que no lleva a ninguna parta y debemos tomar los cortafuegos, para avanzar en paralelo a la vía del tren. Así lo hacemos. Es un infierno. Las motos de hunden hasta hacer desaparecer su rueda trasera en el barro. Las sacamos tracción sangre. Tarek, gracias a su habilidad y a que pesa 25 kilos menos que yo, resuelve mejor las dificultades. Con todo, esta opción, seguir un cortafuegos convertido en una ciénaga no es la alternativa. El ritmo es lentísimo y el nivel de esfuerzo personal muy elevado.

Estamos los dos literalmente empapados en barro. Hemos caído en las ciénagas de las que intentábamos sacar las motos varias veces y el barro se ha colado por todo nuestro cuerpo. Notabas que estás de bruces en otro charco, porque el agua que te entraba en la ropa, estaba algo más fría que la que llevabas encima.

Tuvimos que potabilizar agua con un Coleman, que funcionó muy bien, para beber y rellenar el circuito de refrigeración de mi moto, a la oía hervir a las zonas de barro intenso,

A las 8 de la noche habíamos recorrido unos 35 km. El ritmo era muy lento y el coste en términos de desgaste físico enorme. No podíamos más y paramos a montar nuestro vivac. Estábamos tan cansados y todo estaba tan húmedo, que no intentamos encender fuego y dormimos, o lo que fuera, completamente empapados, a escasamente cuatro grados de temperatura. Una noche a no recordar. ¡Qué despacio se mueve el reloj en estas situaciones!

Un día intenso de enduro es muy fatigoso, pero suele acabar en tu casa o en un hotel, en el que sacarte, cenar caliente y dormir cómodo. Enlazar varios días de enduro, con la misma ropa mojada, durmiendo con ella en el bosque a 4 grados, cenando lo que seas capaz de preparar… es algo más duro.

Los mosquitos eran además un tormento añadido. Había tantos que al hablar te entraban en la boca y literalmente te atragantaban. Fueron un modesto complemento a nuestra exigua cena.

Tenía todavía dos piezas de ropa secas en mi alforja. Se las ofrecí a Tarek y esperé a que las aceptara. No lo hizo y durmió o lo que fuera, sin ellas. No le oí quejarse en toda la noche. Va a ser cierto que el chico es duro de verdad.

Ya en mi saco, al ponerme de lado y juntar las piernas, noté que mi ropa desprendía agua por la simple compresión de una pierna sobre la otra. Esperar que mi calor corporal fuera capaz de secar tan cantidad de agua, era una verdadera estupidez, pero allí estaba, al igual que Tarek en su saco, entregados a lo que fuéramos capaces de soportar en una noche que se hizo eterna…

CAMINO DE INTA

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