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Escapada impresionista a Giverny: ¿te imaginas dormir en la casa azul de Monet?
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VIAJE A NORMANDÍA

Escapada impresionista a Giverny: ¿te imaginas dormir en la casa azul de Monet?

Hemos encontrado una casa que también fue del pintor y que se alquila. Desde aquí podrás escaparte a la otra, la que es su museo y fundación. La del jardín acuático, los nenúfares y el puente japonés

Foto: La casa azul que también fue de Monet, en su querido (y pintado) Giverny. (Cortesía)
La casa azul que también fue de Monet, en su querido (y pintado) Giverny. (Cortesía)

Andábamos queriendo ir a Normandía. Ya sabes, escalar nuestra geografía hasta situarnos en la Francia del Norte, para meternos en uno de esos jardines de nenúfares (o de rosales) de Monet, que para algo es primavera, y de repente nos ha salido al paso una casa de alquiler en un portal de los acostumbrados que tiene el marchamo del padre del impresionismo (a Monet le debemos su 'Impresión, sol naciente', de donde el nombre) y encima se llama Casa Azul, como la de Frida Kahlo, así que lo hemos visto claro. Nos vamos a Giverny, ese lugar donde la luz es especial al cuadrado, el reino fabuloso del pintor. No nos lo podíamos perder.

El pueblo que te causará impresión

Por supuesto, el título va con segundas. Porque aquí, nunca mejor dicho, se alumbró el impresionismo. En este lugar apabullante por sus campos, sus flores, sus casas, la proximidad del mar y ¡su luz! E impresionista no solo porque cobijó a Monet desde 1883 (tenía 43 años) hasta su muerte, ocurrida en 1926, sino porque aquí se dieron cita un montón de artistas: Pissarro, Matisse, Renoir, Cézanne... Una suerte de Montmartre rural, lejos pero tan cerca de París (a solo una hora, 80 km) y también a orillas del Sena. Y se nota. En Giverny están el Museo del Impresionismo y la casa y el jardín del artista, los otros, en los que no te podrás quedar a pernoctar pero que sí podrás visitar. No lo olvidarás: aviso a navegantes.

Coleccionar estampas y rosales

Aquí podrás jugar a encontrar los escenarios de sus cuadros, que pintaba una y otra vez arrastrado por la cambiante luz, coleccionar nenúfares (los pintados están en L’Orangerie, en París) y cruzar el puente japonés, bajo los sauces que lloran. En esta casa, abierta de par en par al público desde 1980, se aloja la Fundación Claude Monet y también todas sus cosas: su maravillosa colección de estampas japonesas (llegó a tener 200), sus muebles (la decoración lleva su sello), sus objetos queridos, su amor por el color (no hay más que ver el comedor pintado de amarillo o el salón azul), sus útiles de trabajo…

2 jardines, 10 jardineros

Fue Monet quien eligió el rosa para la fachada, dejó crecer una viña a su antojo, colocó una galería y una pérgola por la que habrían de trepar sin miedo alguno los rosales y llenó las paredes de su dormitorio de telas de sus amigos, que se llamaban Boudin, Manet, Cézanne, Sisley… Su jardín lo cuidan 10 jardineros más algunos voluntarios. El de delante se llama Le Clos Normand y acoge malvarrosas, margaritas, amapolas, capuchinas… El que está al otro lado de la carretera es de inspiración japonesa y acuático, con glicinias, bambúes... Fíjate, como él, en el reflejo del agua. Fue el sueño de Monet y es el nuestro.

Buscando casa de alquiler

El anuncio reza así: “Casa de 200 metros cuadrados con capacidad para 8, 3 habitaciones, 3 baños y estancia mínima de 2 noches”. ¿El propietario? Ya no es Claude Monet, claro, sino Pierre Maraval, con quien hay que ponerse en contacto para concretar la operación. A ver, a ver... La casa tiene calefacción y chimenea (con suerte, ya no nos hará falta), aparcamiento, admite niños, cuenta con lavadora y secadora, y conexión a internet. ¿El precio? 231 euros por noche.

placeholder La casa que se alquila y que también perteneció a Monet. (Cortesía HomeAway)
La casa que se alquila y que también perteneció a Monet. (Cortesía HomeAway)

¿El reclamo? No lo había mejor: “El sueño de los amantes del impresionismo, dormir en la casa de Claude Monet”. Y aún más: “Los viajeros que decidan pasar unos días en la antigua casa del artista podrán disfrutar de su jardín de 1.500 m², un lugar único para dejarse inspirar por la belleza del lugar tal y como hizo el artista en el siglo XIX”. Nos quedamos. Por cierto, la casa está disponible en HomeAway.

placeholder La casa azul, pintada por Monet. (Cortesía)
La casa azul, pintada por Monet. (Cortesía)

El Ancien Hôtel Baudy, tu restaurante

Además de la casa y los jardines de Monet, que valen ya de por sí un viaje, en Giverny, pueblo realmente mágico (con iglesia románica dedicada a Santa Radegunda), te encontrarás con el mítico Ancien Hôtel Baudy, que fue la residencia de muchos pintores americanos. Hoy es un restaurante-brasserie con terraza y maravilloso jardín, como el de entonces, que presume de atelier de artistas. Visitarlo es un gustazo y ¡podrás comer en él! Tiene un menú por 29,90 euros, que incluye terrina de queso de cabra fresco, aceite de oliva virgen y pimientos o de hígado de aves de corral; salmón con salsa normanda y su guarnición o confit de pato con salsa de miel confitada; y de postre, tarta de manzana al horno. Hay más para elegir y todo casero. Un dato: está en la calle Claude Monet, en el 81.

No te pierdas…

Étretat y sus acantilados, en el departamento del Sena Marítimo, región de Pays de Caux. Busca el arco natural que tantas veces pintó Monet, también obsesivamente, y que atrajo a Boudin e incluso a Gustave Courbet. Además de su costa, es famosa su arquitectura rural: sus casas solariegas y palomares. ¡Ay!

Andábamos queriendo ir a Normandía. Ya sabes, escalar nuestra geografía hasta situarnos en la Francia del Norte, para meternos en uno de esos jardines de nenúfares (o de rosales) de Monet, que para algo es primavera, y de repente nos ha salido al paso una casa de alquiler en un portal de los acostumbrados que tiene el marchamo del padre del impresionismo (a Monet le debemos su 'Impresión, sol naciente', de donde el nombre) y encima se llama Casa Azul, como la de Frida Kahlo, así que lo hemos visto claro. Nos vamos a Giverny, ese lugar donde la luz es especial al cuadrado, el reino fabuloso del pintor. No nos lo podíamos perder.

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