Seis maneras científicamente probadas de perder grasa abdominal y adelgazar la tripa
¿Quieres eliminar la grasa que tiende a acumularse en la zona del vientre? Estos consejos, avalados por la ciencia, pueden ayudarte
Conseguir un vientre plano no siempre resulta sencillo y, sin embargo, suele ser una de nuestras prioridades cuando tomamos la decisión de comenzar a cuidar nuestra salud. Una vida sedentaria puede ser una de las razones que hagan que nuestro cuerpo acumule grasa en esta zona, además de los obvios motivos genéticos o factores emocionales, como la ansiedad o el estrés.
A pesar de ser habitual, un exceso de grasa en esta zona puede llegar a poner en riesgo nuestra salud, porque puede implicar una acumulación de grasa visceral, que aumenta el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares.
Por eso, si queremos perder grasa abdominal y hacerlo de forma segura y efectiva, hay algunos pequeños trucos en los que podemos confiar, y si la confianza no es lo tuyo, tranquila, porque en esta ocasión la ciencia está de nuestro lado, estos trucos sí funcionan.
La alimentación es uno de los factores clave para conseguir quemar la grasa abdominal que no necesitamos. Huye de los azúcares añadidos, tienen una alta concentración de calorías y prácticamente ningún valor nutricional.
El azúcar aumenta los niveles de insulina, relacionada directamente con la obesidad. Una resistencia a esta hormona puede producir un almacenamiento extra de la grasa abdominal. Aunque a menudo no nos damos cuenta, consumimos un exceso de azúcares en nuestra dieta, por ello conviene reducirlos en la medida de lo posible.
Dale una oportunidad al agua con limón, estupenda para tomar en ayunas a primera hora de la mañana y comenzar así a poner en marcha tu metabolismo. Puede ayudarte a la hora de perder grasa y también cuenta con muchos otros beneficios.
Por ejemplo, favorece la digestión ayudando a descomponer los alimentos que comemos con mayor eficacia gracias a su capacidad de aumentar los niveles de ácidos estomacales. Mejora el tránsito intestinal, te ayuda a sentirte saciada y a desintoxicar el hígado, uno de los órganos más importantes del cuerpo.
No dudes en apostar por el té verde que contiene catequinas, un compuesto famoso por favorecer la quema de grasa de la zona del vientre. Gracias a sus principios activos, incide en las hormonas que envían señales a las células grasas para que se descompongan, liberando la grasa al torrente sanguíneo y convirtiéndola en energía.
Reduce la ingesta de hidratos de carbono, ¿quiere esto decir que tengas que borrarlos de tu menú para siempre? Ni mucho menos, pero controlar las cantidades que ingerimos puede ayudarte a reducir el índice glucémico y, por tanto, evitar los picos de azúcar en sangre, y cuando los consumas, mejor que sean cereales integrales.
Mientras que conviene reducir el consumo de carbohidratos, es beneficioso aumentar el de fibra. La ciencia ha señalado que un consumo de fibra mayor está relacionado con una disminución de la grasa abdominal. Consigue la cantidad de fibra recomendada (entre 21 y 25 gramos por día en el caso de las mujeres) tomando frutas y verduras frescas, frutos secos, legumbres y semillas.
No podemos olvidar el ejercicio físico, que nos ayudará a desarrollar músculo. Aumentar la masa muscular hace que quememos calorías más rápidamente, incluso estando en reposo, por ello hacer pesas puede resultarte de gran utilidad.
Sin embargo, la mejor actividad física para perder grasa corporal son los ejercicios a intervalos de alta intensidad (HIIT), con los que entrenas todo el cuerpo, evitas la pérdida muscular y continúas quemando grasa incluso tiempo después de finalizar la actividad.
Como ves, no son trucos complicados de seguir, pero resultan muy efectivos cuando queremos librarnos de la grasa que tiende a concentrarse en esta zona, ya sea por una cuestión de estética o de salud.
Conseguir un vientre plano no siempre resulta sencillo y, sin embargo, suele ser una de nuestras prioridades cuando tomamos la decisión de comenzar a cuidar nuestra salud. Una vida sedentaria puede ser una de las razones que hagan que nuestro cuerpo acumule grasa en esta zona, además de los obvios motivos genéticos o factores emocionales, como la ansiedad o el estrés.