¿Te aburre tu vajilla? Ikea te invita a darle otra oportunidad... y un poco de pintura

Una vajilla en color blanco, lisa y discreta siempre es una buena opción, nunca pasa de moda y queda estupenda independientemente del estilo de decoración con el que hayamos montado la mesa para nuestros invitados.

Sin embargo puede suceder que, tras un tiempo conviviendo con ella empecemos a darnos cuenta de que una vajilla de estas características no es tan divertida como pensábamos. Por suerte podemos convertirla en una versión original y única, solo necesitaremos un poco de paciencia, maña y las recomendaciones de Ikea.

Desde la tienda de decoración sueca nos invitan a mancharnos las manos de pintura, probar diferentes técnicas para personalizar nuestra vajilla y poder sentirnos orgullosas de nuestra obra de arte. Eso sí, como primera medida necesitaremos una vajilla que estemos dispuestas a cambiar.

Si ya la tienes en tus armarios, mirándote de reojo porque sospecha que algo se acerca, estupendo, pero si a pesar de no tenerla quieres darle una oportunidad a tus dotes creativas, puedes comprar la del modelo Ikea 365+, 18 piezas de porcelana de feldespato en color blanco por 30 euros.

Lo primero que tienes que decidir es si estos platos que pintes los vas a dedicar a decoración o pretendes ponerlos en la mesa. Si quieres poder comer sobre ellos debes asegurarte de que la pintura que emplees así lo permite. No sirve cualquiera y con esto no debemos cometer errores.

Lo siguiente será escoger los colores, en el caso de Ikea se han decantado por distintas tonalidades de azules, pero puedes elegir el color que más te apetezca, incluso intentarlo con varios a la vez. ¡No hay límites!

Tres técnicas diferentes

La primera opción que nos presentan es una técnica para conseguir un efecto acuoso y lo han hecho confiando en la pintura cerámica. Con este tipo de pintura solo hay que seguir las instrucciones del fabricante para fijar el resultado, lo más habitual es que haya que cocerla en un horno.

Para conseguir este efecto que comentábamos, solo necesitas un cuenco con agua. Si aplicas la pintura en el borde del plato y después la sumerges en el bol, obtendrás un diseño tan original como el de la imagen.

Si esto te parece complicado siempre puedes optar por la técnica más sencilla de todas, mojas una brocha en pintura y la aplicas directamente sobre el plato. Puedes hacer una línea sencilla, un poco descentrada para darle un aire más moderno o una cruz, hacer un círculo… ¡deja volar tu imaginación!

La tercera de las técnicas es un efecto salpicadura muy original y se consigue… salpicando con la brocha. Para conseguirlo solo tienes que sujetar la brocha con una mano y golpearla contra la otra, la pintura saldrá despedida y caerá sobre tu plato.

Si no te la quieres jugar, puedes hacer un ensayo previo sobre un papel, para ver que tal queda, con esta técnica o con las anteriores. ¿Te parece divertido? Disfruta de tu tiempo libre y ponte creativa con estas estupendas ideas.