Se estrena la nueva 'Rebeca': la impresionante historia de la verdadera Manderley
Repasamos la historia real del hogar que inspiró la célebre mansión en la novela de Daphne du Maurier y en la película de Alfred Hitchcock
Cualquier amante del cine es capaz de reconocer el poder evocador de la mítica frase "Anoche soñé que volvía a Manderley". Con ella comenzaba 'Rebeca', el bautismo de Alfred Hitchcock en Hollywood, la superproducción de un crecido David O. Selznick tras el fulgurante éxito de 'Lo que el viento se llevó'. Un cuento gótico por el que el 'mago del suspense' no sentía especial devoción (o eso le confesó él mismo a Truffaut en su famosa entrevista) y que, antes de ser una película, fue un libro de Daphne du Maurier. Quizá por eso, Netflix no se lo ha pensado dos veces a la hora de producir una nueva adaptación protagonizada por Lily James y Armie Hammer. Cierto es: no son Joan Fontaine ni Laurence Olivier pero muchos espectadores les han dado un voto de confianza...
La historia de 'Rebeca' se desarrollaba en una mansión en la que seguía muy presenta la figura de la difunta Sra. De Winter. En el casoplón habitaba un ama de llaves mala malísima (la señora Danvers y sus impulsos lésbicos) que en la película fue encarnada por Judith Anderson. La casa está inspirada en la casa que la propia Du Mauier poseía en Cornwall, llamada Menabilly.
En 1926, durante una visita a Fowey, localidad donde estaba situada la casa, la escritora se topó con ella mientras daba un paseo por el bosque. Construido a base de piedra y con un frondoso jardín, el inmueble se encontraba al final de un largo y sinuoso camino, el mismo que ella describiría en su novela; el sendero que cruza la nueva señora De Winter cuando se muda a la mansión con su marido. A partir de aquel día, Du Maurier estuvo obsesionada con hacerse con ella, pero no lo consiguió hasta años después, cuando su bestseller ya había sido adaptado al cine por Hitchcock. El enorme casoplón fue construido por la familia Rashleigh en el siglo XVI. Los miembros de la familia se lo alquilaron a la autora en 1943. Ese mismo año, Du Maurier se trasladó allí con su marido y sus dos hijos.
Según cuenta el portal 'Tatler', el contrato de arrendamiento de la casa le duró nada menos que 26 años. Y seguramente habría vivido allí unos cuantos más si no fuese porque uno de los Rashleigh quiso instalarse en ella nada más heredarla. Construida alrededor de 1580 por Jonathan Rashleigh, un antepasado de la familia, la mansión también dio algún que otro susto a la escritora. Se cuenta, por ejemplo, que una vez se encontraron un esqueleto y un par de zapatos Cavalier en un compartimento tapiado del sótano. La anécdota sirvió a Du Maurier para escribir 'The Kings General', novela inspirada por el macabro hallazgo. En 1969, convertida ya en una autora de éxito y muy adaptada al cine (uno de sus relatos, 'Los pájaros', dio lugar a otra de las mejores películas de Hitchcock), la escritora abandonó el que había sido el hogar de sus sueños.
Cuando la londinense falleció en 1989, Menabilly ocupó un lugar especial en todas las crónicas que se publicaron sobre su desaparición. Pero también hubo hueco para su ambigua sexualidad, descubierta gracias a su correspondencia personal. Se dijo, por ejemplo, que había mantenido un romance con la actriz Gertrude Lawrence y que solo hablaba a sus amigos más íntimos de sus verdaderos sentimientos más allá de su papel de esposa y madre. Quizá por eso entendió tan bien la obsesión, el amor 'fou' de la señora Danvers hacia la desaparecida Rebeca; quizá vivió una pasión oculta de la que los muros de la verdadera Manderley fueron mudos testigos.
Cualquier amante del cine es capaz de reconocer el poder evocador de la mítica frase "Anoche soñé que volvía a Manderley". Con ella comenzaba 'Rebeca', el bautismo de Alfred Hitchcock en Hollywood, la superproducción de un crecido David O. Selznick tras el fulgurante éxito de 'Lo que el viento se llevó'. Un cuento gótico por el que el 'mago del suspense' no sentía especial devoción (o eso le confesó él mismo a Truffaut en su famosa entrevista) y que, antes de ser una película, fue un libro de Daphne du Maurier. Quizá por eso, Netflix no se lo ha pensado dos veces a la hora de producir una nueva adaptación protagonizada por Lily James y Armie Hammer. Cierto es: no son Joan Fontaine ni Laurence Olivier pero muchos espectadores les han dado un voto de confianza...