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Exclusiva: Entramos en casa de Bea Mira Hafner en Madrid, un lugar que inspira

Descubre todos los rincones del estiloso hogar de la diseñadora de la firma Baby Bloom Kids y madre de tres hijos

Texto: Nacho Gay y Cris Castany 
Fotografía: Esi Seilern
Producción: Flair Studio
Diseño: Bolívar Alcocer
Maquillaje y peluqueria: Sisley Paris
Ayudante: Marta Reparaz
Flores: El Sitio de las Flores


Bea Mira Hafner (Málaga, 1980) nos abre las puertas de su piso, en una área residencial a pocos kilómetros del centro. Vive en una casa con vistas a una zona verde que quita el hipo, allí le suceden los días desde hace cuatro años cuando abandonaron el núcleo de la ciudad en busca de una vida familiar más cómoda. “Cuando nos casamos, Álvaro y yo vivíamos en un piso en el centro, perfecto para aquella época, pero que se nos hizo pequeño pronto”. Y es que la familia creció rápido, en tan solo cuatro años tres hijos: Álvaro, el mayor, hoy tiene ocho años; Bea, la segunda, seis (para siete, precisa su madre), y Victoria, cuatro pizpiretos, se notan en sus ojos.

Desde uno de los rincones del salón, cediéndonos la mirada a la naturaleza que envuelve como un cuadro este hogar, la malagueña nos adentra en su día a día, entre dejes de un acento que no ha perdido y el nerviosismo propio de alguien que ante dos periodistas va a contar detalles de su vida.

“Creo que al final uno hace lo que ha visto en casa, y ver a mi madre siempre tan emprendedora fue lo que me ha hecho ser así. Mis hermanos y yo somos muy emprendedores todos y hemos acabado montando negocios”

Aunque al principio de la sesión nos confiesa que “a mí no se me da bien esto de las palabras”, desgrana todos los detalles de su trayectoria profesional que tras muchísimos proyectos, algunos exitosos, otros no, ha dado lugar al actual, una marca de moda infantil con un nombre muy primaveral: Baby Bloom Kids.

Bea fundó esta marca para niños hace cuatro años junto a su madre: “Ella es la gran emprendedora de la familia, a mí me ha empujado en todo. Es una mujer imparable”. Mira Hafner nos descubre el desconocido periplo de una mujer que traía muebles a Málaga desde Inglaterra, que ha montado todo tipo de empresas y que actualmente gobierna en esa población una tienda de moda y decoración, La Galería.

Bea Mira
Posa con una camisa de Andión Clothing y pantalón de Sophie and Lucie.

Bea Mira

En las estanterías del mueble bar, colocados sobre unos libros, unos huevos de cerámica típicos marroquíes que les regalaron por su boda.

Bea Mira

La entrada sobria, muy masculina, con uno de los elementos que más se repiten alrededor de la casa, una mariposa de la tienda parisina Deyrolle.

Sentada, cuando van pasando los minutos, se va acomodando en la conversación en uno de los rincones del salón. Viste prendas de punto, sí, como esas que hemos descubierto todas en el confinamiento, en azul, un color que, según ha reconocido ella misma en la sesión de fotos, le favorece, y es cierto. Con las piernas cruzadas empieza a desanudar emocionalmente ese nerviosismo por mantener su privacidad. Y es que es la primera vez que abre la vivienda de Madrid a un medio de comunicación, un hogar repleto de detalles personales, de recuerdos de viajes y de regalos de boda que ocupan todas las habitaciones y rincones en los que, sin duda, las protagonistas son las fotos enmarcadas de familia y amigos que pueblan prácticamente cada estantería (que son muchas) desde hace cuatro años. “La casa aún no está acabada, me falta rematar mil detalles. Lo que veis es en parte mi estilo y en parte no, pero cada vez la hago más mía. La mayoría de los cuadros son nuestros y también todos los pequeños detalles decorativos”.

Este amplio piso respira esa dualidad nada más entrar, en algunas estancias se siente el sello hiperfemenino de Bea, como el dormitorio principal o la cocina, habitaciones que ha empapelado ella misma. En cambio, el living room emana masculinidad, estantes con galardones deportivos, librerías forradas de libros de divulgación científica y novelas en inglés que lee su marido, y unas piezas de arte minimalistas que abandonan el romanticismo de otras estancias.

Su hogar, su refugio

Al entrar en la sala de estar huele suavemente a vainilla, es una vela que siempre enciende de la firma Woodwick y que crepita suavemente, como una chimenea. Enfrente encontramos la zona de trabajo de Bea con vistas al exterior, tiene una mesa de cristal, llena de muestras y prendas infantiles que rompen con la seriedad de todo lo que la rodea. A su izquierda, una chaise longue y un mueble (hace las veces de bar) enmarcan un cuadro rojo de un artista mexicano, es la pieza que más llama la atención de su hogar. Primero, porque es una obra que desprende fuerza y un color que no se repite en otras estancias, y segundo, por el carácter de esta creación minimal e imperfecta del artista contemporáneo mexicano.

Hay dos zonas más: una más formal, para recibir, con dos piezas de terciopelo, y otra menos, que es el rincón en el que estamos nosotros, ese lugar más cómodo que parece invitar a la lectura y al descanso después de un día de trabajo como el de hoy. “Mis jornadas son muy normales -explica Bea- sin grandes movimientos, soy bastante anárquica, así que la rutina no los gobierna. Como me puedo organizar, varío según las necesidades. Siempre desayuno con mi marido, intento hacer algo de deporte, mínimo cuatro días a la semana, varío las disciplinas: yoga, bodypump, cycling... Hago lo que tenga pendiente del trabajo y de mi casa, y por la tarde recojo a los niños y estoy con ellos. Espero a Álvaro para cenar y solemos ver una serie juntos”.

Bea Mira

Encima del sofá con total look de Mon & Pau y joyas de Aristocrazy.

Bea Mira

Un fanal traído de Houston, vela y candelabro de Indietro, junto a una réplica en miniatura de la obra de Jeff Koons 'Balloon Dog'.

Bea Mira

Dos esculturas metálicas geométricas pequeñas centran el protagonismo de la mesa de centro de la sala de estar.

Aunque ahora su vida está centrada en el mundo de la moda, Bea nos cuenta que empezó estudiando medicina, luego se vino a Madrid a hacer osteopatía: “Toda mi familia había estudiado aquí y yo también quería venir. Imagínate para mi pobre hermano cuando se encuentra, después de tres años solo en la capital, que le meten en el piso a la pequeña de la familia, pero bueno… En España esta especialidad aún no era una carrera, y nadie sabía qué significaba, pero fueron cinco años en los que aprendí mucho. Yo sacaba muy buenas notas siempre, me di cuenta de que no era lo mío, pero mis padres me pidieron que acabara lo que había empezado. Hoy entiendo que era lo más lógico después del esfuerzo económico que es mandar a tus cuatro hijos a estudiar fuera, por lo menos tener un título para un futuro, porque nunca se sabe, ¿no? Así que cuando finalicé y tuve claro que no me quería dedicar a ello, mi madre y yo pensamos en montar el negocio. Creo que al final uno hace lo que ha visto en casa, y ver a mi madre siempre tan emprendedora fue lo que me ha hecho ser así. Mis hermanos y yo somos muy emprendedores todos y hemos acabado montando negocios, ja, ja, ja. Montamos una tienda en Madrid con el know how que tenía ella de Málaga. Y lo hicimos, creamos Urban Gallery, la primera concept store que hubo en la capital, teníamos decoración, moda y un restaurante dentro. Y todo, cómo no, en el barrio de Salamanca, en la calle Castelló. Nos volvimos locas, la montamos por todo lo alto, ¡tenía 400 metros! Incluso las bolsas eran espectaculares, tan bonitas que la gente nos las pedía, pero llegó la crisis y tuvimos que cerrar. No he pasado peor momento en mi vida, una angustia... Mi primer negocio... y se había ido al traste. Buscamos financiación, pero en aquel momento fue imposible. Fue entonces cuando aprendí una de las lecciones empresariales más importantes: reduce los costes fijos”.

Sin miedo al cambio

Cuando explica esta época de su vida (han pasado más de 15 años), aún se toca el estómago, un acto reflejo de lo que debió pasar con su primer fracaso profesional. Pero después de una caída, hay una remontada y uno de sus éxitos más curiosos. “Empecé a fabricar unos amuletos de la suerte en México, los wishbones, los vendía online y los empezaron a llevar amigas conocidas y triunfaron. Me llenaba el bolso cuando salía por la noche y los vendía. Fue muy curioso porque yo tenía 24 años y en aquella época no funcionaba casi la venta en internet, pero con los amuletos fue un exitazo, me recuerdo en la cola de Correos enviando cientos de paquetes”.

De hecho, donde hoy nos recibe, está lleno de wishbones, este curioso elemento con forma de cuerno que, si te fijas, te sonará porque fue un must de la época. Nos rodea de mil maneras: en formato de instalaciones artísticas, galardones o dentro de fanales de cristal en la mesa de entrada al salón… “Los de la mesa de centro los compré online en una tienda de decoración norteamericana, Pottery Barn, y me los traje de Houston a Madrid”.

Bea lleva un jersey y cinturón de eseOese, el pantalón y las sandalias son de Zara. Los niños van vestidos de Baby Bloom Kids.

Bea Mira

Junto a la barra de la cocina, Bea luce un vestido de Baby Bloom Kids con collares de Aristocrazy.  La decoración mesa es de Indietro con panes de Levadura Madre.

Bea Mira

La mesa está decorada en alegres tonos con piezas y textiles de la tienda Indietro. La tarta decorada con flores es de Fabiola y Jimena.

Incluso sigue llevando uno colgado al cuello, se lo regaló su marido: “Soy muy fiel a las joyas, siempre llevo las mismas y no me las quito para nada. Estos anillos me los regaló mi tía y llevo desde los 24 años con ellos puestos, o este colgante y estos pendientes dorados. Van conmigo siempre, creo que ya son parte de mí, de mi personalidad, y cuando no las llevo no me siento yo misma”.

Compatibilizó este peculiar ‘business’ con un trabajo con Alma Aguilar, la diseñadora de moda que le dio una oportunidad después de cerrar Urban Gallery: “Yo conocía mucho a Alma porque iba a muchos eventos y me dejaba ropa para vestir. Me sentía totalmente identificada con la moda de la firma, me apasionaba, la directora de comunicación se fue y le dije: ‘Oye, conozco a mucha gente, tengo contactos, no tengo ninguna experiencia en comunicación, pero si me das la oportunidad de ayudarte…’. Dijo que sí y ahí empecé a enfocarme más en el mundo de la moda. Sin tener ni idea aprendí del equipo maravilloso que ella tenía. Ahí estuve hasta que me casé y me quedé embarazada de mi hijo. Ella en ese momento tuvo su segunda hija y decidió hacer un parón. Parece que va a volver a las andadas y lo primero que hizo fue proponerme una colaboración que hemos llevado a término en esta colección, unas blusas ideales con su sello. Tengo unas ganas de que vuelva a lanzar su marca..., porque me vestiría todo el día de ella”.

“Queremos que todos nuestros proveedores, incluso los de telas, sean españoles. Estamos muy centradas en la idea de producir aquí, en reforzar la artesanía patria, y es que te da una pena ver cómo desaparece un oficio que se hace con tanta pasión…”

Su carrera ha estado en constante transformación, de ahí que uno de sus símbolos favoritos sean las mariposas, están por toda la casa, en versiones muy originales y muy diferentes. “Me encantan, tengo por todos lados, en mi mesilla de noche tengo una instalación de metacrilato con varias que me regaló una amiga por nuestra boda, también se dedica al mundo de la moda. Y tengo otras muchas de Deyrolle, una tienda de curiosidades en la Rue du Bac parisina, en donde me compraba una cada vez que iba a las ferias con mi madre”. De estas citas con la capital francesa es de donde se nutre la tienda de decoración La Galería, que su madre tiene actualmente en La Malagueta y donde Beatriz vende su colección de ropa infantil. “Ya solo tenemos este punto de venta y la tienda online, no corro riesgos, aprendí mucho, y ahora prefiero hacer una colección pequeña que se venda bien y que guste, a un proyecto tan grande como el de Urban Gallery. De hecho, hay muchísimas tiendas que me piden que les venda, pero quiero tener una producción controlada. Y eso que al elegir las telas nos volvemos locas, sobre todo mi madre, yo estoy en un modo más contenido, no quiero que esto se nos escape de las manos”.

Bea Mira

La camisa que lleva Beatriz es de su marca, Baby Bloom Kids, la combina con pantalón de Zara. El cinturón es de eseOese y las joyas de Aristocrazy. Bea hija va vestida de Baby Bloom Kids y los  almohadones son de Indietro.

Los tejidos que eligen definen claramente el estilo de Mira: usan tejidos superoriginales y que definen el sello de la marca, algodones en colores pastel con un toque apagado, todo romántico y de cortes clásicos, pero con un twist en los patrones. Nos recalca constantemente que todo está hecho en España: “Queremos que todos nuestros proveedores, incluso los de telas, sean españoles. Estamos muy centradas en la idea de producir aquí, en reforzar la artesanía patria, y es que te da una pena ver cómo desaparece un oficio que se hace con tanta pasión... Nuestras costureras nos dicen que ni sus hijos o nietas quieren heredar la profesión. Durante mucho tiempo (ahora parece que eso está cambiando) se les restó importancia a los oficios artesanos, pero si no mantenemos esas profesiones tan necesarias, ¿quién lo hará? Además, durante el confinamiento, cuando todo se paró, nuestras costureras siguieron cosiendo desde sus hogares, no tuvimos que parar la producción. Su trabajo ha sido y es fundamental para que muchos negocios no hayan parado su actividad”.

Su madre lleva el diseño, ella todo lo demás: la producción, la web, las fotos, y todo lo controla desde su estudio, con el ratón de su ordenador que se desliza sobre una foto de su hijo con una figura que reza: ‘Smile’. Ellos son la inspiración de sus diseños, los modelos de sus campañas, y quienes aparecen de repente con sus carreras y sus uniformes para posar para esta sesión, pero ella los mantiene firmes: “A mis hijos les inculco que sean buenas personas, que sean responsables, que estudien. Soy exigente con el tema, quiero que tengan una rutina de trabajo, que le dediquen tiempo cada día. Yo era de las que lo dejaba todo para el final y sufrí mucho”. Con los niños posa en el office, un lugar que respira vida. “Durante la semana no suelo cocinar, solo si vienen amigos a cenar, pero el fin de semana me encanta hacerlo yo misma. Este es uno de los espacios más míos”, lo dice mientras contemplamos las paredes que ha empapelado ella misma con un estampado de hojas azules. “Normalmente los compro en la tienda de mi madre, pero este por ejemplo es de Bauhaus y me salió tirado de precio”, detalla.

“A mis hijos les inculco que sean buenas personas, que sean responsables, que estudien. Soy exigente con el tema, quiero que tengan una rutina de trabajo, que le dediquen tiempo cada día. Yo era de las que lo dejaba todo para el final y sufrí mucho”

Otro de los espacios que llevan su firma es su dormitorio, también tiene un estampado floral en las paredes y respira intimidad. Entre los muchos detalles de su mesilla de noche nos detenemos en unos cuadros apoyados en el suelo de Valentín Franco, un artista muy divertido, dos piezas personalizadas llenas de elementos que cuentan la historia de la pareja: menciones a Miami, su ciudad favorita; un boquerón (por “malagueña, boquerona” que es); algunos mensajes secretos como el lugar donde se conoció el matrimonio; el amuleto de la buena suerte que siempre les ha acompañado; la palabra Jennifer porque dicen que se parece a la actriz de ‘Friends’...

Bea Mira

Bea posa delante de una de las paredes de su dormitorio vestida de Zara y eseOese. El papel pintado con motivos florales es de la tienda La Galería.

Bea Mira

En su mesilla de noche, junto a objetos personales, una taza y candelabro de Indietro. El anillo es de Gold & Roses y las joyas de Aristocrazy. El plaid y los almohadones son de Indietro.

Aquí encuentra su refugio, dice que casi no sale, pero aunque ha reducido su vida social, con sus contactos imaginamos que no le harán falta clientas: “Pues, mira, tengo la suerte de que no vivo de mis amigas, además te lo pueden decir ellas, soy cero pesada. Las madres del cole, por ejemplo, no saben ni que me dedico a esto. Mis clientas son gente que no conozco y que son fieles a la marca, que han llegado a hacer más de diez compras online, que me demuestran una fidelidad que me emociona. Además, el departamento de atención al cliente soy yo, me mandan wasaps y, sea la hora que sea o día de la semana, contesto y parece que están contentas”.

Y pese a que ella vende, nos confiesa que se considera austera y que no es muy gastona: “Lo último que me he comprado ha sido una camisa de Andión, me gusta comprarme prendas que no estén en todos lados, que se salgan un poco del circuito. Eso sí, incluso con los accesorios invierto en marca España, me gustan los zapatos de Malababa o de Quiero unas Bobos, los bolsos de Paris 64… Aunque soy de ponerme lo que se lleva, sobre todo priorizo lo que me favorece. Por ejemplo, me encanta una diseñadora malagueña que hace unos vestidos ideales que se llama Carmen de Pablo, tiene gustazo”.

Sus orígenes, en el sur

Y es que Málaga está en todo, en su acento, en su empresa, en sus orígenes, tiene un vínculo especial con la ciudad: “Intento ir en Semana Santa, Navidad, en verano, los puentes…, pero con los niños en coche no bajo a no ser que sean más de cuatro días. Rascamos tiempo para diseñar cuando bajo, pero realmente allí voy a descansar. Málaga tiene una calidad de vida, mar, rica culturalmente, tiendas... Si no la conoces, te recomiendo que vayas a pasear por la calle Larios, ve a la Alcazaba que está maravillosa y tómate algo en la playa, en uno de esos lugares en los que te sientas en la arena, que son baratos y con el buen tiempo, el sol, el pescaíto, tu cervecita… no hace falta nada más”. Hora de comer, la casa se vacía de flashes, maletas y trastos, y empieza a recuperar su normalidad. La dejamos con ganas de verano y bajo una foto del mar nos despide para recuperar su día a día.