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Este vino es perfecto para celebrar la vida y todos sus buenos momentos
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Este vino es perfecto para celebrar la vida y todos sus buenos momentos

Un homenaje a la naturaleza y a la cultura representando el vacío que nos ha dejado su ausencia durante todo el difícil año pasado

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De pronto, todo se paró, ni siquiera podíamos salir de casa. Y el silencio se instaló en nuestras relaciones, en las que mandaba lo digital. Ya ha quedado casi todo atrás y poco a poco aquellos momentos de vacío parecen lejanos. Ha llegado el tiempo de reconectar, de vivir la naturaleza, la cultura, las relaciones, de retornar a la vida con todo lo aprendido, con los cambios que se han instalado en nuestro mundo.

Unos cambios que han entrado de lleno en Bodegas Vallformosa, quienes han querido imprimir esa filosofía en sus vinos. La naturaleza y la cultura presentes en una botella tanto dentro como fuera. Y nada mejor para hacerlo que contar con 5.000 voces de todo el mundo que han ayudado a crear la etiqueta del nuevo vino de la bodega: Cultivare. El propio nombre de este vino es su filosofía: naturaleza y cultura unidas en un producto que va más allá de lo convencional.

Y así lo refleja su etiqueta: 5.000 personas respondieron a una encuesta de cinco preguntas y tres posibles respuestas en cada una. Su amor por la naturaleza y la cultura y el vacío que sintieron el año pasado se ha visto reflejado, gracias a un algoritmo, en un patrón que se convirtió en el diseño de cada etiqueta. Son pequeños agujeros que marcan las voces de miles de personas separadas en la distancia física y conectadas aquí por la filosofía de Bodegas Vallformosa. Pero estas etiquetas no solo son una metáfora de la pausa, sino que también se han convertido en la partitura de una melodía compuesta por todos los participantes gracias a sus respuestas. Porque es tiempo de celebrar, de sentir a los demás cerca, aunque estén a kilómetros, y hacerlo a través de la naturaleza, de la cultura, del vino. En esta era digital, hemos aprendido que las distancias físicas no son impedimento para estar juntos. Y Cultivare nos une.

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No es la primera vez que Vallformosa usa el arte en sus botellas: en 2018 fueron unas cepas las encargadas de pintar las etiquetas y en 2016 la pintura que caía de unos lienzos movidos por bailarines fue la que plasmó el arte en las etiquetas. Pero esta vez querían ir más allá, puesto que venimos de momentos complejos. Y ese vacío que se instaló en nuestras vidas se ha convertido en el motivo que distingue a cada una de las etiquetas del vino Cultivare, un vino especial producto de una cosecha excepcional.

Porque en el Penedés, el 2019 fue un año seco, con lluvias tardías que retrasaron la vendimia y ayudaron a que la uva madurara bien y en perfecto estado sanitario. De variedad 100% Xarel.lo, Cultivare blanco está elaborado con uvas cuidadosamente recolectadas manualmente a mediados de septiembre. De color amarillo pálido, sus destellos recuerdan a los rayos de sol: limpios y brillantes. En nariz es un vino de aromas dulces, almibarados y algo tostados, y en boca, entra suave, potente y cremoso, sin olvidar la frescura propia de los xarel.lo.

El Cultivare tinto también es una joya de valor incalculable. De variedad sumoll, una especie en peligro de extinción, logra captar los secretos de Penedés en un vino singular, autóctono y de gran frescor, gracias a los aromas cítricos y de frutos rojos en nariz que aunque parezca ligero de entrada, ofrece un largo recorrido, fruto directo del entorno que lo rodea.

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Un Cultivare en la mesa nos lleva a pensar en los campos verdes y ordenados de su tierra, el Penedés, un paraíso en el que uno descansa y siente la vida, lejos de todo y cerca de quienes desea, gracias a la tecnología, sí, pero también gracias al recuerdo de las personas a quienes amamos. Con 93 puntos en la Guía Penín, la Medalla de Oro en los Sakura Awards de 2021, entre otros galardones, Cultivare es la gran apuesta de Bodegas Vallformosa para unir a quienes quieren volver a conectar con la naturaleza y la cultura sin olvidar de donde venimos.

Que aquel vacío que se instaló en nuestras vidas nos sirva para valorar cada segundo, cada instante. Que ese año de silencio se transforme en momentos de celebración íntima, llena de paz y equilibrio. Como si un rayo de sol de primavera nos acariciara la cara.

De pronto, todo se paró, ni siquiera podíamos salir de casa. Y el silencio se instaló en nuestras relaciones, en las que mandaba lo digital. Ya ha quedado casi todo atrás y poco a poco aquellos momentos de vacío parecen lejanos. Ha llegado el tiempo de reconectar, de vivir la naturaleza, la cultura, las relaciones, de retornar a la vida con todo lo aprendido, con los cambios que se han instalado en nuestro mundo.

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