Meditación contra los pensamientos negativos: los beneficios de meditar para vivir más felices
Liberarnos de los pensamientos negativos que nos invaden no es fácil, pero con la meditación podemos aprender a distinguirlo, un estupendo primer paso
Los pensamientos negativos son imposibles de evitar, de hecho surgen de forma inconsciente, emergen de forma automática. Por eso conviene aprender a gestionarlos, distinguirlos y enfrentarnos a ellos, para evitar que puedan llegar a hacernos daño, quitándonos nuestra energía, fuerza y vitalidad. Cuanto más fuertes son ellos, menos lo somos nosotros y eso hace que sea aún más difícil evitarlos, aprender a detectarlos y cuestionarlos puede ser un estupendo primer paso para ponerles freno y para ello, la meditación puede ser un gran aliado.
Existen muchos tipos de meditación, numerosas técnicas que pueden ayudarnos a aprovechar sus beneficios. Se ha demostrado que meditar de manera frecuente y regular puede ayudarnos a reducir los niveles de estrés y ansiedad, así como los problemas derivados de ellas, también podremos mejorar nuestra salud emocional, tener una mayor conciencia personal, aumentar la felicidad y la empatía y favorecer la reducción de la presión sanguínea e incluso, mejorar la memoria.
La meditación puede resultar de gran ayuda para esos momentos en los que sentimos que los pensamientos negativos se convierten en una carga excesiva, un flujo de ideas dañinas que nos sobrepasa y puede llegar a bloquearnos. Por supuesto conviene señalar que la meditación no deja de ser una ayuda, un complemento, por lo que nunca debe ser considerado como sustituto de un tratamiento médico en caso de ser necesario.
Como hemos apuntado antes, no podemos controlar la presencia de pensamientos negativos, pero si podemos aprender a enfrentarnos a ellos. Descubrir la mejor forma de evitar que puedan llegar a convertirse en un bucle obsesivo del que no podemos salir, en una obsesión que puede llegar a convertirse incluso en un dolor que condiciona nuestra vida y nuestro carácter. Todo el mundo tiene pensamientos negativos en algún momento, lo importante es aprender a gestionarlos, alimentarlos los hará más fuertes, por eso es importante aprender a identificarlos y así poder tratar con ellos.
Los pensamientos negativos más habituales, que pueden llegar a arrastrarnos a uno de esos bucles tan poco positivos, suelen ser sentimientos o situaciones incómodas que, en un primer momento podrían alertarnos de que necesitamos un cambio de actitud, al no hacerlo nos mantenemos en ese sentimiento y lo perpetuamos, entrando en una dinámica de la que no podemos salir.
Algunos de esos pensamientos negativos más frecuentes están relacionados con sentir que somos víctimas de una situación, del pasado, incluso del sistema o de las agendas; los pensamientos de obligatoriedad, sentir que ‘debemos’ o que ‘tenemos que’ hacer algo en ocasiones puede hacer que nos sintamos menos motivado a hacerlo. Crearnos expectativas inalcanzables, exagerar los eventos, quitar importancia a las cosas positivas o pensar que todo es blanco o negro, sin tener en cuenta todos los grises intermedios, son algunos de los aspectos negativos en los que nos centramos y terminan por convertirse en una espiral de la que cada vez es más difícil salir.
Este tipo de pensamientos tienen algunas características comunes que pueden ayudarnos a distinguirlos del resto, por ejemplo, no se apoyan en datos, sino en suposiciones no demostrables, describen realidades que estamos viviendo, pero de forma distorsionada o catastrofista, obstaculizan la resolución del problema y generan emociones intensas que no son acordes con la situación objetiva, como por ejemplo ansiedad.
Todas las experiencias que vivimos dejan huella en nosotros, y determinadas situaciones pueden hacer que revivamos momentos del pasado que nos producen reacciones emocionales dolorosas, esta energía negativa es la que nos hace entrar en ese bucle de negatividad del que no resulta sencillo escapar.
Para salir de este bucle necesitamos regresar al momento presente, porque es probable que sean esas emociones pasadas las que nos estén arrastrando a un lugar en el que no queremos estar, el primer paso para cambiar un pensamiento negativo es aprender a identificarlo. La meditación puede ayudarnos a conseguir esto porque, en contra de lo que mucha gente piensa, meditar no es poner la mente en blanco, sino que nos ayuda a observar nuestros pensamientos sin juzgarlos, convirtiéndose en una herramienta para aprender a manejarlos.
Identifica los pensamientos que vagan por nuestra mente y ante las emociones o pensamientos negativos, nos invita a aceptarlos y no juzgarlos, observándolos desde fuera. Poco a poco, con práctica, paciencia, constancia y amabilidad hacia nosotros mismos, podemos comenzar a comprender que esos pensamientos negativos no reflejan la realidad, sino un punto de vista entre otros muchos posibles.
A través de la meditación podemos aprender a distinguir esos pensamientos, a reconocerlos e incluso buscar las sensaciones físicas que nos producen (como sentir un nudo en el estómago). El siguiente paso sería dejarlos ir para, una vez logrado esto aprender a redirigir nuestra atención hacia algo más saludable, que nos aporte bienestar.
Dedicarle unos minutos de nuestro día a sentarnos en un lugar cómodo en el que podamos estar tranquilas, ya sea a media tarde tras salir del trabajo o antes de dormir, en busca de un descanso más placentero, y designar ese tiempo a meditar puede ser un estupendo paso adelante a la hora de no dejar que esos pensamientos negativos dirijan nuestra vida.
Los pensamientos negativos son imposibles de evitar, de hecho surgen de forma inconsciente, emergen de forma automática. Por eso conviene aprender a gestionarlos, distinguirlos y enfrentarnos a ellos, para evitar que puedan llegar a hacernos daño, quitándonos nuestra energía, fuerza y vitalidad. Cuanto más fuertes son ellos, menos lo somos nosotros y eso hace que sea aún más difícil evitarlos, aprender a detectarlos y cuestionarlos puede ser un estupendo primer paso para ponerles freno y para ello, la meditación puede ser un gran aliado.