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Aitana Jover
y María Gutiérrez
Con
mucho
estilo

Aitana Jover
y María Gutiérrez
CON MUCHO ESTILO
Entramos en un piso único de Chamberí con solera y muy personal en el que el interiorismo y la moda se unen

Entramos en un piso único de Chamberí con solera y muy personal en el que el interiorismo y la moda se unen


En una de las calles por encima de la Castellana, en un edificio noble, se encuentra la vivienda familiar de María (41). Nos recibe junto a Aitana (42), su socia en la firma de moda Magnolya Collection, para mostrarnos su nueva casa, en la que lleva viviendo desde hace un año con su marido, sus dos hijos, Nicolás y Casilda, y su caniche, Jockey.

Texto: Cris Castany
Fotos: Esi Seilern
Diseño: Bolívar Alcocer
Producción: Flair Studio
Estilismo: Marieta Yanguas
Maquillaje y peluquería: Adriana Valverde para Sisley


Alguna vez has entrado en un lugar en el que al pasar la puerta piensas: “Aquí podría vivir”? Es lo que sucede al descubrir el proyecto diseñado por el estudio Galán Sobrini, respira materiales nobles y tonos neutros en la mayoría de los espacios. Tan solo se rompen estas directrices por algunos papeles pintados de flores, la enseña principal de las prendas que diseña su propietaria desde hace diez años.

Un hogar es el claro reflejo del alma y espíritu de una persona, y esta casa define a su dueña: respira serenidad y alegría en cada uno de sus rincones. Y es que María es una mujer vital, cargada de energía y fuerza, algo que une a todas esas mujeres emprendedoras que luchan por un sueño y lo cumplen. “Siempre había sido mi ilusión hacer mi casa desde cero con toques antiguos y palaciegos. La tiramos del todo y con la arquitecta conectamos desde el primer momento. Le mostré toda la información e ideas que me gustaban de Pinterest y con su equipo le pusieron cordura a mis recortes. Me ha dejado meter mucha baza con mis caprichos, como, por ejemplo, los papeles, pero mis ideas, que eran un poco campestres, ellas me han ayudado a adaptarlas a la ciudad, para que la casa fuera atemporal. La mayoría son de Gaston y Daniela y de William Morris. Me fascina la estética inglesa”.



“Me encanta una casa que transmita serenidad y que los golpes de color nazcan de las obras de arte”


María y su familia vivían a pocas calles de aquí, en la céntrica Serrano, y de allí cogió no muchos elementos, solo los justos para empezar este nuevo plan. “Nos trajimos la mesa del comedor, las sillas y otros objetos que tenían valor sentimental. Cuando cambias de casa siempre cierras una etapa y en el fondo me daba pena pasar página del todo. Quería que algo del espíritu de unos años que habían sido muy felices, cuando formamos nuestra familia, deseaba que esos recuerdos permanecieran entre estas nuevas paredes”. Eso sí, los ha adaptado. Empezó retapizando una butaca que ha cambiado ya tres veces desde su boda, porque en diez años ella misma reconoce que su estilo ha variado.



Magnolia

El salón se divide en dos zonas, esta primera con un sofá de diseño redibuja la estancia de la chimenea, sobre la que vemos una obra de Antón Aiguabella.

Uno de los espacios de la casa, quizá el más minimalista, es su oficina, en la cual los percheros con sus creaciones visten los laterales de esta habitación en la que una mesa tulipa y una butaca de diseño acompañan su día a día. “Tenemos dos oficinas, una aquí y otra en Vitoria, donde vivo yo -explica su socia Aitana-. Aquí tenemos el muestrario y desde el País Vasco llevo la expansión internacional de Magnolya Collection y también la venta online”. Son amigas desde el colegio mayor. María, santanderina, encontró en Aitana un alma gemela en cuestión de aficiones, una de ellas la moda. Y aunque en un principio ninguna de las dos se dedicaba a ella (la vitoriana era odontóloga y María estudió en Cunef), su pasión pudo por encima de su profesión.

Hace 10 años ya, Aitana se fue a Londres a hacer un curso de joyería en la Central St. Martins (una de las escuelas de diseño más prestigiosas del mundo). Empezó vendiendo algunas piezas en septiembre y tan solo un mes después estaban en un avión rumbo a Corea con sus maridos en busca de una nueva aventura empresarial. “Ahora lo producimos todo en España, pero el desconocimiento del sector nos llevó a una aventura asiática que nos espabiló y nos ayudó a aprender un montón. Fue un momento de locura porque eres una inconsciente y no sabes lo que es montar un negocio; no obstante, a raíz de eso sentamos las bases de todo. En tres años hicimos un máster intensivo de la mano de nuestras primeras agentes, que se llamaban Trapeze, que nos enseñaron cosas tan básicas como hacer una sesión de fotos. No sabíamos nada de las caídas de las telas, que ahora compramos entre Francia e Italia, por ejemplo, y desde que descubrimos los tejidos naturales son base de nuestra esencia. Cuando nació la marca ya era sostenible, los certificados de los tintes y demás son clave, queremos que nuestra forma de consumir sea más responsable, por eso no hacemos colecciones muy grandes y prendas que sean exclusivas. Estampados alegres y patrones fáciles”. Itziar Aguilera, María León y Laura Vecino son solo algunas de sus clientas habituales.



Magnolya

Segunda zona del salón enmarcada con un cuadro de Rue Vintage, una butaca que ha retapizado tres veces desde que se la regalaron el día de su boda.



Magnolya

Sobre una cómoda antigua que la ha acompañado en sus viviendas, un lienzo de Lorna Smith.




María empezó en un laboratorio farmacéutico y cuando había vendido cinco vestidos le comunicó a su marido que iba a dejar su trabajo clásico por este proyecto lleno de flores. Al final, la prudencia imperó y esperó un año. Aitana sufrió el mismo proceso en la clínica odontológica. Y hoy, pese al maremágnum de líos, los horarios interminables y este trabajo en el que se sufre por la incertidumbre de las ventas, no lo cambiarían por nada. “Vendemos unos 5.000 vestidos al año y eso nos impide desconectar incluso en agosto. Pero los lunes estamos felices, no nos importa nada lo malo”. Sus maridos son arquitectos, pero Aitana nos cuenta que en su casa, ‘cuchara de palo’: “Queremos cambiarnos de casa; sin embargo, no encuentro el momento, vivo rodeada de muebles de diseño, pero no es la casa que yo me hubiera hecho”. En la familia de María también hay mucho arte: “Mi tía Berta Fernández Abascal es pintora, siempre nos ha enseñado, y yo era muy tozuda aunque no lo he hecho especialmente bien nunca”.



Magnolya

El acceso acristalado a la cocina dota de profundidad a este espacio que trabaja con el blanco, negro y dorado como colores protagonistas.

¿De dónde son las obras de arte del salón?

La que está nada más entrar es una obra semiescultural, semipictórica de Antón Aiguabella. El que es en tonos rojos es de la tienda Rue Vintage y el lienzo blanco arrugado, de Lorna Smith.

¿Si tienes que comprar flores?

Siempre voy a Brumalis, también me ‘decoraron’ la terraza y aunque ahora no está en su mejor momento, en primavera, es espectacular.



Magnolya

El comedor clásico y la zona del emplatador destacan por la originalidad de la propuesta.



Magnolya

El comedor de la cocina y el lavadero, las zonas donde hace vida la familia en su rutina diaria.




¿Uno de los rincones más especiales de la casa?

Quizá para mí es el emplatadero. Cuando diseñamos la casa y pusimos la cocina en la otra punta, se nos ocurrió esta solución, y es un elemento superpráctico y que me va muy bien para el día a día.

¿Quién os inspira vuestro estilo?

María: A mí me encanta Amanda Brooks.
Aitana: Yo soy fan de Alexa Chung y de las influencers danesas. Pero encontramos inspiración en todos lados, en nuestros viajes, en mercadillos de prendas vintage.



Magnolya

El aseo se empapeló entero porque es un espacio que no se ve tanto y podía reflejar la personalidad de la propietaria sin cansar la vista.



¿Qué marcas compráis vosotras?

Nos encantan Masscob, Josephine, Isabel Marant.

¿Dónde vamos a comprar decoración?

El Rastro es un pozo sin fondo de oportunidades. Yo la mayoría de las lámparas las he encontrado allí, también alguna butaca. Me encanta Holophane, por ejemplo.

Magnolya

Muchos de los elementos de la casa están buscados en anticuarios, a los que María es bastante asidua.

Magnolya

Aitana posa junto a la chimenea con un vestido de Magnolya Collection.



Magnolya

María, con un estampado de flores XXL, una de las huellas diferenciadoras de sus colecciones




Por la ventana del salón nos asomamos a una terraza con el tamaño ideal para desayunar en primavera, María se disculpa porque ahora no está tan colorida como en esa estación. Este y todos los detalles de la casa están cuidados a la perfección: interruptores, molduras… No hay nada dejado a la improvisación. “Llevo un año haciendo cenas pequeñas con amigos, me encanta recibir. El otro día hicimos una con fans de Magnolya y fue un éxito”. No nos extraña, los más de 200 metros de este piso reúnen todo lo necesario para vivir y encontrarse. “También la utilizo de showroom para los puntos de venta multimarca. Solo en Europa tenemos 80 tiendas”.



Magnolya

Uno de los cuartos infantiles en el que los detalles de carpintería juegan el papel de mural.

En cada una de las estancias se admira un respeto por la atemporalidad, por que el tiempo no pase por las piezas. “Donde me he atrevido más ha sido en las obras de arte”. El resto de la paleta de color no soporta las estridencias, los tintes, y los pocos los vemos en algún detalle en las paredes. Un hogar que no pasa de moda, con una esencia clásica y aires de minimalista modernidad. Sin embargo, sobre todo lo que se encuentra entre estos muros habla de calidez, como la que cuelga de sus cortinas de lino blanco ribeteadas en negro, los tiradores antiguos que guardaron de todas las puertas antes de tirar abajo todo. “Galán Sobrini me dijeron que los guardara en el trastero y que luego veríamos si los usábamos, y han quedado ideales en las nuevas puertas”. Hoy esa mezcla entre lo antiguo y lo nuevo componen su hogar.