Honjok, el arte coreano de aprender a estar solo y ser feliz
No es lo mismo estar solo que sentirse solo y el honjok nos enseña la diferencia mientras nos invita a adoptar un estilo de vida basado en el autoconocimiento
En ocasiones asociamos la idea de estar solo a un estado de profunda tristeza, sin embargo, no es lo mismo estar solo que sentirse solo, un pequeño matiz que supone una gran diferencia. Esto cobra una mayor importancia con el honjok, una manera de vivir que apuesta por la soledad, pero disfrutando de ella, buscando las ventajas que esta situación nos aporta, como brindarnos la posibilidad de reflexionar y autoconocernos un poco mejor.
Cada vez es más habitual descubrir nuevos estilos y formas de vida que nos pueden ayudar a sentirnos mejor con nosotras mismas, como con el Lagom sueco y su filosofía de que menos es más, o el Hygge, que además de ayudarnos a crear un hogar agradable y confortable, nos explica que podemos buscar la felicidad en las pequeñas cosas. El honjok nos invita a disfrutar de esa soledad, alejándonos de las normas sociales y culturales y a reflexionar sobre nosotros mismos a través de una soledad escogida.
El origen de este término, es una combinación de las palabras hon, que significa solo, y jok, que se traduciría como tribu, es una manera usual en Corea del Sur de llamar a aquellos que se identifican como ‘solitarios’. Este es un concepto poco conocido hasta hace relativamente poco, por eso la psicoterapeuta estadounidense Francie Healey quiso estudiar este fenómeno y recogerlo en su libro ‘Honjok: el arte de vivir en soledad’ (Ed. Libros Cúpula), donde recoge algunos de los beneficios, un bienestar necesario para establecer tus propios límites y aprender dirigir tu vida (
De este modo, lo que en realidad nos propone el honjok no es aprender a estar solos sin más, algo cada vez más frecuente, sino hacerlo de una forma significativa, escogiendo estarlo y, sobre todo, disfrutando de esos momentos que nos dedicamos a nosotros mismos. No dejar que el peso de la soledad nos obligue a renunciar a actividades o experiencias, sino que nos invita a iniciar un viaje introspectivo para conocer nuestro verdadero ser, nuestros deseos y necesidades, abrazando el individualismo y las ventajas de crear esta tribu de uno mismo.
Hay algunas actividades que habitualmente asociamos a prácticas en sociedad y que pueden llegar a suponer una barrera. Una vez que entendemos que poner en práctica estas actividades en solitario no tiene por qué tener connotaciones negativas, dejamos de prestar atención a las miradas ajenas y no dejamos que las opiniones del resto nos condicionen, podremos disfrutar de las cosas que más nos gustan de una forma sana. Esto es muy habitual en quienes comen solos en público (hon-bap) o también para quienes escogen acudir en soledad al cine (hon-nol) y no solo hacer maratones en Netflix.
Como señalábamos al principio del texto, si lo que sentimos es soledad, algo que puede suceder aunque estemos rodeados de gente, será necesario trabajar en este sentimiento. Es necesario todo un proceso que nos ayude a sentirnos cómodos con la idea de estar solos para aprender a dirigir nuestra vida de un modo significativo. Los honjok no son aquellos que se sienten rechazados por la sociedad, sino las personas que disfrutan pasando tiempo con ellos mismos y también en sociedad, quienes buscan la autosatisfacción como camino para prosperar.
La autora también señala que hay algunas cosas que se pueden hacer para aliviar la sensación de soledad. Reconocerlo es el primer paso para poder atajar la cuestión, también dar algunos y significativos pasos para poder evitarla por ejemplo, ganando confianza en nosotros mismos conociéndonos mejor, pero también interactuando con nuestro entorno, ya sea buscando una comunidad online con la que compartamos gustos, hacer voluntariados o adoptar una mascota.
Healey destaca además la importancia de mantener relaciones sanas, cuidando aquellas que se basan en el apoyo y nos ayudan a prosperar y alejándonos de las destructivas y tóxicas que en ocasiones encontramos en nuestro camino y absorben nuestra energía sin apenas darnos cuenta. Este segundo tipo de relaciones es uno de los muchos motivos por lo que mucha gente recurre al honjok en busca de libertad, escogiendo compartir su tiempo con menos gente, pero creando relaciones más saludables y significativas. La soledad escogida les permite, en su caso, tener relaciones más fructíferas.
El honjok “puede ser una vía para comprender que cuando te permites a ti mismo convivir con la soledad, aunque al principio sea incómoda, cultivas una autoconciencia más profunda”, explicaba la autora para ‘BBC’. “Nos ofrece la oportunidad de trabajar en nuestra identidad más allá de cómo nos relacionamos con los demás”. Una invitación a conocerse a uno mismo.
En ocasiones asociamos la idea de estar solo a un estado de profunda tristeza, sin embargo, no es lo mismo estar solo que sentirse solo, un pequeño matiz que supone una gran diferencia. Esto cobra una mayor importancia con el honjok, una manera de vivir que apuesta por la soledad, pero disfrutando de ella, buscando las ventajas que esta situación nos aporta, como brindarnos la posibilidad de reflexionar y autoconocernos un poco mejor.