Las claves del método Niksen, el arte holandés de ser feliz sin hacer nada
Disfrutar de nuestro tiempo de ocio sin realizar ninguna actividad productiva suele crearnos cierta culpa. Por suerte, el niksen nos enseña a entenderlo mejor
Queremos ser más felices. Esto no quiere decir que no lo seamos habitualmente, pero seguro que serlo un poco más no le viene mal a nadie. Estamos acostumbrados a leer que las poblaciones más felices son las de algún lugar lejano, un pueblo que tiene una cultura, unas tradiciones y una alimentación muy diferente a la nuestra, es lo que sucede en Okinawa, donde gracias a su dieta y su forma de ver el mundo han conseguido encabezar la lista de lugares donde sus habitantes son más felices, y también más longevos.
El suyo es un buen método, pero no es el único. Por ejemplo, los suecos apuestan por el lagom, que nos invita a sentirnos mejor al disfrutar de las cosas ‘en su justa medida’, encontrando el equilibrio entre trabajo y ocio. Los neerlandeses también suelen formar parte de estas listas, aunque en su caso, ellos apuestan por el niksen, que se traduce literalmente como ‘no hacer nada’, una manera de aprender a parar y regalarnos unos minutos de descanso en una sociedad que nos exige ser productivos hasta en nuestro tiempo de descanso.
Niksen nos invita a desconectar, pero no debe confundirse con holgazanería, ni tampoco con un comportamiento antisocial. Se trata de un modo de autocuidados, de poner nuestras prioridades por delante de todo lo demás, pues dejamos de intentar optimizar nuestro tiempo durante todo momento dedicando un rato a simplemente ser, y no a hacer. Así lo explica Annette Lavrijsen a lo largo de las páginas de su libro ‘Niksen. El arte neerlandés de no hacer nada’ (
No es raro sentirnos culpables en esos momentos en los que no estamos haciendo algo, incluso durante nuestro tiempo de ocio parece imprescindible hacer cosas con un objetivo, un propósito. Sin embargo, el niksen aboga por un planteamiento muy diferente, nos invita a librarnos de las presiones externas y a ponernos a nosotros mismos como prioridad, dedicando tiempo a esas cosas que nos hacen felices sin motivo aparente, no porque de ellas obtengamos un beneficio, como sentarnos un rato al sol o caminar sin rumbo por la ciudad.
Esto no siempre es sencillo, pues vivimos en una sociedad que nos invita a hacer cosas, a quedar con personas y que hace que nos resulte complicado rechazar planes sin tener un motivo de peso para ello, esto hace que en ocasiones el niksen sea percibido como algo asocial. No obstante, lo que propone es establecer límites, reajustar prioridades y de esta forma crear una mejor relación con tu familia y amigos. Los resultados suelen ser muy positivos, pues ayuda a encontrar nuevas formas de relajación, se aprende a equilibrar el trabajo y el descanso, pero también contribuye a calmar el estrés, mejorar el estado de ánimo, la creatividad e incluso la productividad.
Nos invita a disfrutar de unos momentos de relajación y pausa de la mente que bien se podrían asimilar con la meditación y el mindfulness, pero sin esperar de nosotros que aprendamos a dejar pasar los pensamientos, sin la necesaria constancia y esfuerzo que requiere ser capaz de alcanzar ese nivel en el que la meditación nos ayuda a calmar la mente y disfrutar de esos minutos de pausa. El niksen obtiene unos resultados parecidos sin exigirnos tanto, tomarnos un momento para descansar nos ayuda a tomar consciencia de nosotros mismos, a reducir la ansiedad y a ser más felices.
Aunque no sea necesario tener un motivo para dedicarnos a no hacer nada ni un instante, parece evidente que sus beneficios en nuestro día a día pueden ser muy recomendables. Nos ayuda a recargar las pilas, haciendo que nuestros niveles de energía sean mayores, el intentar ser productivos en todo momento puede hacer que nos sintamos agotados mentalmente, lo que puede llegar a afectar negativamente a nuestra salud.
Nos ayuda a poner en orden nuestras prioridades, evitando que malgastemos tiempo en tareas que no nos aportan nada, ayuda a la concentración y, a la larga esto puede convertirnos en personas más eficaces, realizando las tareas de una forma más eficiente. Aunque este no es el objetivo del niksen, por suerte también puede hacer nuestra vida más feliz, nuestras relaciones con los demás más sanas y significativas, pues nos enseña a aprender lo que es verdaderamente importante para nosotros.
Siendo tan relevantes las propias prioridades, parece lógico suponer que no existe una guía común para todos para no hacer nada. Cada persona tiene unas pasiones, unos gustos y son esos los que conviene priorizar, dedicando unos minutos, que pueden ir creciendo a lo largo del tiempo, a no hacer nada más, evitando sentirnos culpables por dedicar un tiempo a una actividad que no nos proporciona nada más que el simple placer de disfrutar de ella. Unos minutos que convertiremos en una rutina habitual hasta que seamos la versión más sana y feliz de nosotros mismos.
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Queremos ser más felices. Esto no quiere decir que no lo seamos habitualmente, pero seguro que serlo un poco más no le viene mal a nadie. Estamos acostumbrados a leer que las poblaciones más felices son las de algún lugar lejano, un pueblo que tiene una cultura, unas tradiciones y una alimentación muy diferente a la nuestra, es lo que sucede en Okinawa, donde gracias a su dieta y su forma de ver el mundo han conseguido encabezar la lista de lugares donde sus habitantes son más felices, y también más longevos.