Texto Cris Castany
Fotos Esi Seilern
Producción Flair Studio
Flores Loreto Aycuens
Estilismo Marieta Yanguas
Maquillaje y peluquería Sisley
Diseño Marina G. Ortega
Desarrollo F. Anido

Anita Suárez de Lezo Descubre su ático arty y muy personal Cuenta sus secretos al escritor del momento, Rafael Tarradas Bultó

Texto Cris Castany
Fotos Esi Seilern
Producción Flair Studio
Flores Loreto Aycuens
Estilismo Marieta Yanguas
Maquillaje y peluquería Sisley
Diseño Marina G. Ortega
Desarrollo F. Anido

Las almas afines se reconocen y normalmente cuando eso sucede surge química. No solo pasa cuando nos enamoramos, también lo podemos vivir en la amistad. Esto es lo que nos encontramos cuando invitamos a Rafael a entrevistar a su amiga Anita: complicidad.

U

na complicidad nacida de algo común, y no estamos hablando de que Rafa le presentara al que es hoy su marido, no, aunque así fuera una mañana de verano en la Costa Brava. Tampoco hablamos de interminables noches por las calles de Madrid, como compartieron cuando el catalán acababa de aterrizar en la capital. Hablo de cuando dos personas se redescubren en la madurez, que es lo que les ha sucedido a ellos dos.

Pero vayamos uno a uno. Anita Suárez de Lezo se formó como diseñadora y durante muchos años trabajó en el mundo de la moda, incluso en revistas en Nueva York y Madrid. Más tarde apostó por llevar la comunicación y relaciones públicas del negocio de su familia, una empresa de fincas de bodas y eventos: La Quinta de Jarama y La Quinta de Illescas. Sin embargo, hace unos años, todo eso cambió. Después de hacer un máster en diseño gráfico, un día empezó a dibujar con su ordenador y en nada estaba haciendo unos collages geométricos que serían el inicio de una carrera artística que hoy la lleva a recorrer Europa de feria en feria cosechando grandes éxitos.

Detalle del sofá hecho a medida con cojines tapizados con telas de Pierre Frey y lámpara de Otherlamps.

Por otro lado, en este encuentro está él, Rafael Tarradas Bultó, un hombre expeditivo, solucionador e inquieto que después de trabajar en recursos humanos se pasó a los eventos, algo que lleva haciendo quince años en la empresa Montaz Comunicación. Amante de la literatura, ave nocturna y simpático como pocos, llegó a Madrid hace quince años y desde entonces su agenda es un ir y venir de personajes del mundo de la sociedad. Su pasado, su presente y su capacidad de observación le invitaron a sentarse a escribir en una casita de campo que se hizo a modo de retiro asceta. Aquellas primeras páginas se convirtieron en capítulos, y los capítulos en una aventura que ha acabado en dos obras entre los primeros puestos de ventas de las librerías: ‘El heredero’ y hace tan solo un mes ha presentado su segundo libro, ‘El valle de los arcángeles’.

Dos artistas que han encontrado su vocación ‘tardía’, la creatividad. Esa, diría, es su mayor conexión, son dos almas que se entienden. Anita nos ha mostrado su casa y él nos ha descubierto una parte poco conocida de su amiga, nada como dos afines para que no haya secretos. La entrevista empieza con diez minutos de risas, literal… Hasta que pueden articular palabra… tardan. Pero es que se hacen demasiada gracia: “No sabes lo orgullosas que estamos sus amigas de él”, dice Ana para intentar empezar la conversación. “¿Te imaginas que un amigo tuyo, con el que más juergas te has pegado, de repente es un escritor de tanto éxito? Y lo más top es que no ha escrito un libro, ya ha escrito dos y este segundo es ya otro bestseller”. Él se la queda mirando con cara de duda y le dice: “¿Pensabas que iba a ser escritor de solo éxito, a lo Margaret Mitchell?”.

Bajo el collage, Anita lleva vestido de H&M, sandalias de Aquazzura y joyas de Kihara Joyas.

Rafael: Yo le presenté a su marido...

Anita: Por lo cual le estaré eternamente agradecida porque mi marido es lo mejor que me ha pasado en mi vida

R: Su marido es un crack. Pero te conocí bastantes años antes de ese momento, cuando te dedicabas a la comunicación.

A: Sí, pero yo soy diseñadora y aunque me dedique a otras cosas, siempre me ha tirado mucho el diseño. Empecé dibujando figuras geométricas en el ordenador, y luego me dije: ¿por qué no las hago realidad? Y así lo hice, primero en cuadros pequeños que empecé vendiendo a mis amigas o para regalos. De ahí me acabó surgiendo la primera exposición y lo dejé todo para esa oportunidad.

R: Si no lo recuerdo mal, a esa exposición fui yo y lo vendiste todo…

A: Fue un momento de inflexión para mí, que había empezado de aquella manera, pero luego siguió la cosa. Así que decidí montar mi superestudio y también me cogió una galería, que fue clave, y luego lo que era un proyectito pasó a ser algo más grande cuando di el salto a las ferias.

R: ¿Quién fue tu primer cliente?

A: Mi padre, siempre apoyándome en todo lo que hago.

En un rincón del salón, Rafa lleva camisa de Cloking Clothes, pantalón y chaqueta de Fulham y zapatos de Glent.

R: Pero lo interesante es que los amigos no te comprábamos porque fueras amiga, lo hacíamos porque nos gusta lo que haces.

A: A mí me sucedió un poco lo que estás viviendo tú en este momento con tu segundo libro, me ayudó todo el mundo.

R: Sí, sí, sí, es fundamental que te ayuden…

A: Yo creo que ahora todos tenemos un altavoz en nuestras manos, las redes sociales, que ayuda. Si de repente Rafa escribe un libro, lo publico. No es que yo tenga muchos seguidores, pero al final eso hace que lo oiga mucha gente, y si todos los amigos lo hacemos, al final es un montón de gente que de repente llega a tu puerta.

R: Además, lo tuyo tiene mérito, porque no estudiaste Bellas Artes.

A: No tenía ni idea ni de coger una brocha, por eso empecé haciendo collages, por hacer un trabajo manual que no requería de mucha técnica, aunque sí que la mejoré. Pero luego cuando empezaron a surgir proyectos ya me puse más seria con el tema y pasé a la pintura. Mi obra es totalmente planificada. Yo no doy pinceladas según va surgiendo la inspiración, no, yo diseño primero lo que quiero hacer, elijo la paleta de color, las formas… y luego ejecuto. Además, tengo la suerte de contar con la asesoría de una profesora de Bellas Artes, Silvia, que me enseña técnica y a materializar lo que quiero expresar. Estoy siempre en constante aprendizaje.

El dormitorio con cojines bordados con las iniciales de la pareja y manta de Hermès a los pies, mesilla hecha a medida y flores de Loreto Aycuens.

Nos va contando detalles sobre su profesión y la conversación sigue en el salón de este piso de Chamberí. Sentados debajo de una de las primeras obras de la artista, un tablero de madera que ella mira con cierta acritud porque dice que no es el mejor, y le da pena no tener otro en casa, pero que recoge parte de esta historia que nos está contando. Ana siente el arte y está haciendo su pequeña colección. En una esquina, uno de sus primeros collages, aunque ya ha dejado atrás esta técnica que le inspiró al principio; ella ha evolucionado. Cuando nos muestra el comedor nos rodea una litografía de Miró, un rostro de Jaume Plensa, libros y alguna obra de su fotógrafo favorito, Chema Madoz. También una escultura colorista de Rafael Amorós, suspendida en el aire, traslada incertidumbre, la del artista que se enfrenta cada día al lienzo en blanco.

La porcelana es de la firma Molecot Porcelain y las flores de Loreto Aycuens.

R: Para conocer a un artista, entrar en su casa es un lujo. Al final vemos muy bien cómo eres tú y, vamos, que además de tener piezas tuyas, tienes obras de otros creadores, que entiendo que a ti el arte te gusta no solamente como artista, sino como consumidora.

A: Lo que más me gusta del mundo es ver arte, y dentro de mi presupuesto limitado, hacerme con alguna pieza para mi casa. Me encanta buscar obras que me enamoren de artistas con los que conecto. Con todas las obras que compro, he tenido un flechazo y no me cansaría nunca de verlas.

R: ¿Qué te inspira?

A: Mi trabajo está muy influenciado por la arquitectura, también por el minimalismo oriental. El origami y su cultura en general, tan compleja; moderna y a la vez tradicional. En los colores me inspira la naturaleza, un paisaje, el mar, un atardecer… Pero también el uso del color de otros artistas, desde pintores clásicos como El Greco o Vermeer hasta Bridget Riley o Josef Albers.

R: ¿En qué lugar te gustaría exponer? ¿Cuál es tu sueño profesional?

A: No soy una soñadora, me hace ilusión ir a las ferias, ver las reacciones…. Acabo de dar el paso internacional, dentro de nada expongo en ferias en Milán y en Ámsterdam. Las ferias para mí son muy divertidas, porque estás con otros del gremio. No es una exposición individual, sino el compendio de experiencias esos días en ese punto.

Anita y Rafael, frente a una pieza de Max Cobalto que preside el salón que les regaló alguien muy especial. Ana lleva chaqueta de Hermès, pantalón de Mon &Pau, joyas de Kihara y sandalias vintage. Rafa lleva camisa de Cloking Clothes, pantalón y chaqueta de Fulham y zapatos de Glent.

R: Al escribir mi libro ‘El valle de los arcángeles’ me di cuenta de lo influenciado que estoy por escritores que he leído a lo largo de los años. ¿Te pasa lo mismo? ¿Te influyen los artistas que ves en las ferias?

A: No suelo mirar mucho a la hora de diseñar, porque al final, efectivamente, sin querer, vas cogiendo ideas de unos y de otros, y no quiero estar demasiado influenciada por lo que veo. Aunque hay un montón de artistas geométricos, cada uno tenemos nuestro propio lenguaje artístico, lo bonito es que se reconozca de quién es uno y de quién es otro. Pero sí que es verdad que el arte te inspira, pero no solo arte contemporáneo. Ir a cualquier museo, a cualquier exposición, siempre es una inspiración.

R: Porque más allá de que estéticamente te guste, ¿qué tiene que tener una obra de arte para ti?

A: Que la veas y de repente sientas. Que te dejes llevar por la primera sensación, por la emoción que te ha transmitido. Es lo que buscamos todos los artistas, emocionar con tu arte o que desde luego provoque algún sentimiento. Y luego también me parece muy interesante conocer al artista. Su vida, qué quiere expresar, cómo ha llegado hasta ahí.

Fotografía, pintura y escultura contemporánea se entremezclan en este piso de Madrid

Hay artistas que llegan a través del sufrimiento, otros como Rafael y Anita se nota que han llegado por otro lado, el de la alegría, el del descubrimiento, el de la ilusión. Los dos son perfeccionistas. Ella estudia cada foto que hacemos con precisión geométrica y él recoloca el libro del que sus amigas se sienten orgullosas con mimo. No quiere olvidar que le ha llevado hasta aquí. Entre foto y foto, ella elige pormenorizadamente los accesorios en su vestidor, mientras él, en el cuarto de al lado, le va haciendo bromas. Rodeados de imágenes del pasado y del presente, descubrimos una foto de Andrea Torres Balaguer, un cuadro abstracto del ruso Badri.

Geometría y estampados print se entremezclan en las tapicerías del piso de Anita Suárez de Lezo.

La decoración de las mesas es una de sus prioridades a la hora de recibir invitados, las flores son de Loreto Aycuens.

R: ¿Dónde te gustaría estar en diez años? ¿Hay alguna cosa que te haría realmente ilusión? ¿Decir: oye, me encantaría exponer en tal sitio, me gustaría llegar a tal tipo de cliente?

A: Suena muy cursi lo que voy a decir, pero tampoco aspiro a grandes cosas. Sé que he llegado tarde a tener una carrera, es lo que tiene encontrar la vocación tardía… Yo soy feliz en mi estudio, donde se me pasan las horas volando y dedicándome a hacer lo que me gusta y cualquier proyecto grande o pequeño me hace ilusión. Si en diez años los proyectos son más grandes que pequeños, ¡bienvenidos sean!

R: Louise Bourgeois murió a los 89… No te rindas tan pronto…

A: Bueno, puestos a soñar, me encantaría formar parte de una colección de alguien que sepa de arte contemporáneo como Ella Fontanals Cisneros. Cualquier persona que tenga sensibilidad ya sería un lujo. Pero de verdad que cualquier persona me diga que quiere una obra mía ya me llena.

R: Y ahora no das abasto.

A: Tengo mucha suerte y me va muy bien, ahora realmente mi mayor problema es de stock. Me emociona mucho ver clientes que esperan plazos largos hasta que les entrego la pieza. Ten en cuenta que yo no tengo a nadie que me ayude, como muchos grandes, que tienen equipo. Yo trabajo sola, que además es una de las partes que más me gusta de lo que hago, soy muy independiente, a veces incluso solitaria, disfruto estando conmigo y mis pensamientos

R: Pero, bueno, al final eso hace que tu obra sea exclusiva, no lo pierdas. Escribir es un trabajo solitario también. Quizás haga falta estar solo para sacar lo que tenemos dentro.

A: Más allá de cualquier objetivo, yo lo que quería es poder tener el lujo de poder dedicarme a esto. Aunque muchos tengan la idea romántica del artista, también tiene sus cositas este sector. Yo soy una montaña rusa de emociones a la hora de crear. A veces todo es fácil y las cosas salen solas; otras, por supuesto, hay falta de inspiración y el enfrentamiento al lienzo en blanco existe. Eso pasa muchísimo.

Bajo el cuadro de Anita Suárez de Lezo. Ella lleva chaleco de cuero de Mon & Pau, vaqueros de Levi’s y joyas de Kihara Joyas.

R: Pero eso se pasa, lo digo porque a mí esto es lo que me sucede. Cuando me voy a sentar siempre tengo miedo escénico y luego una vez frente al ordenador empiezan a fluir las palabras. Y a lo mejor, al día siguiente, las tres páginas que has escrito las tiras a la basura, pero ya estás en el mundo otra vez.

A: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”, decía Picasso.

R: ¿Cómo llevas las críticas?

A: Siendo sincera, me expongo poco, la verdad. Tengo una relación amor-odio con IG y no soy de esas que consulta en sus redes sociales tipo: ¿qué opináis?, ¿cuál os gusta más? No me presto a que la gente opine en ese sentido, pero la crítica es buena y te hace ser más objetivo. Nunca he tenido un comentario de qué horror, pero tú, por ejemplo, hace nada, me dijiste que algo que había hecho no te había gustado.

R: Que me había gustado menos, pero me sigue gustando.

A: Siempre me sorprenden las opiniones, a veces he hecho trabajos que a nivel cromático pensaba que eran más difíciles o composiciones un poco diferentes que costaría más entender, pero luego han arrasado, así que me guío por mi instinto y poco más. Solo hago y quiero obras que no me quiten la tranquilidad, la paz.

Y es que en la geometría de Anita, como en su ático de Madrid, en esta conversación, al igual que en los libros de Rafael, encontramos eso que muchos buscan y pocos alcanzan, un valle de realización, de quietud, de reposo.