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Oaxaca: el corazón de México, en 5 latidos infalibles
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Oaxaca: el corazón de México, en 5 latidos infalibles

La reciente apertura del Hotel Escondido, propiedad del referente Grupo Habita, es uno de tantos motivos para visitar la ciudad gastronómica por excelencia de México

Foto: Catedral de Oaxaca. (Gobierno de Oaxaca)
Catedral de Oaxaca. (Gobierno de Oaxaca)
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El estado de Oaxaca es uno de los centros culturales más importantes de México, de ahí que se le considere habitualmente como el corazón del país. Vibrantes tradiciones, fantástico clima, paisajes que van desde imponentes colinas a paradisíacas playas, colorida e icónica arquitectura… Hay miles de motivos por los que acercarse a la región y particularmente a su capital, donde todo converge en un idílico núcleo urbano Patrimonio de la Humanidad desde el año 1987.

A su importancia patrimonial se une la gastronómica, escenificada en sus afamados mezcales y moles que han convertido a esta ciudad en destino mundial. También la textil, gracias a sus enraizadas y centenarias elaboraciones artesanas de vivos tonos, la musical, con sus características danzas, y la artística en general que, como todas las disciplinas aquí, fusiona lo milenario con lo contemporáneo de una forma mágica. Generaciones de cocineros y diseñadores han sentido durante décadas la atracción de Oaxaca de Juárez y han imprimido su pátina en sus callejas, esas que recorremos hoy haciendo cinco paradas en cinco direcciones fundamentales para descubrirla.

Hotel Escondido Oaxaca

Entre las numerosas alternativas hoteleras del centro de Oaxaca, alejadas de las grandes compañías para apostar por conceptos mucho más boutique y de diseño, destaca la apertura postcovid de Escondido, hermana menor de la propiedad que Grupo Habita, referente en este ámbito en el país, regenta en la zona costera de Puerto Escondido. El afán de este grupo por profundizar en lo local para transmitir al viajero la esencia del destino sin renunciar a las comodidades del diseño presente tiene un máximo exponente aquí, en esta casona oaxaqueña rehabilitada. Doce habitaciones, pequeña piscina, restaurante y terracita en la azotea se suceden recorriendo los típicos suelos de ladrillo, los colores y artesanías de la urbe con un tratamiento minimalista delicioso. Es un idílico refugio, sin duda, para un viajero ávido de tendencia y de explorar, asimismo, los orígenes, algo que se da también entre fogones en unos desayunos y cenas de elegante corte local y casero con vistas al encantador patio central. Su rincón de lectura, junto al citado patio, es 'spot' favorito. www.escondidooaxaca.com

placeholder Rincón de lectura en el hotel Escondido. (Cortesía)
Rincón de lectura en el hotel Escondido. (Cortesía)

Casa Oaxaca: El Restaurante

El chef Alejandro Ruiz celebra los diversos sabores de Oaxaca en un aclamado restaurante ubicado en el epicentro de la ciudad, la alternativa más elegante en una maravillosa casa colonial del siglo XVIII. Se puede reservar mesa en su interior o en su rooftop. Se disfruta de ambas maneras, pero es al aire libre donde se contempla la panorámica del impresionante templo de Santo Domingo de Guzmán, punta de lanza del barroco novohispano, y su jardín etnobotánico en el que vaciar el carrete de la cámara. Ingredientes criollos y locales, muchos de huertos y granjas propias y otros comprados a pequeños productores, como chiles, maíces, insectos o semillas, desfilan en recetas con una sofisticada vuelta personal. Las tostadas de chicatanas, chapulines, gusanitos de maguey, guacamole, chepiche y rabanitos son un buen comienzo con los huarachitos de conejo. El lechón o la lengua de res con mole alcaparrado son dos de sus principales especialidades y no, no defraudan. La lista de vinos es idónea, a su vez, para descubrir interesantes etiquetas autóctonas. www.casaoaxacaelrestaurante.com

placeholder El lechón, una de las especialidades de Casa Oaxaca. (Cortesía)
El lechón, una de las especialidades de Casa Oaxaca. (Cortesía)

Coctelería con mezcal, en Selva

El mezcal inunda cada esquina entre bodeguitas y tiendas para comprarlo, pero si uno tuviera que destilar y embotellar Oaxaca, el resultado sabría como un cóctel de Selva. Este elegante bar, con una lujosa atmósfera a caballo entre el estilo urbano de mediados del siglo pasado y una exuberante inspiración natural con toque de arte contemporáneo, es el 'place to be' nocturno de la ciudad. No en vano, se sitúa entre los 50 mejores bares de Norteamérica y no es de extrañar: su oda a lo cercano, a la riqueza de las materias primas y destilados nacionales, lo merece. Inaugurado en marzo de 2019, sus estimulantes combinados prometen sanar cuerpo y alma gracias a las plantas de las que se sirven y al ambiente que se genera en torno a barra y mesas que se comparten. Las recetas cambian por temporada, se clasifican según sus efectos y se acompañan de una escueta cartita sólida en la que brilla su hoja santa rellena de quesillo artesanal con salsa de miltomate con chile meco. Su cocktail Selva, a base de mezcal, miel de agave y chile poblano, reina por encima del resto. Tómatelo con suerte en una de sus diminutas terracitas con vistas de postal a una de las principales calles turísticas salteadas de vívidas fachadas, galerías de arte y cimas religiosas. www.selvaoaxaca.com

placeholder Oda al mezcal en Selva. (Cortesía)
Oda al mezcal en Selva. (Cortesía)

Comida callejera en los mercados

Una sabrosa visita a Oaxaca no está completa sin pasar por sus mercados. Tal y como sucede en Ciudad de México o en la práctica totalidad del país, comer es un deporte nacional y es fácil y recomendable saltar de las direcciones gourmet a las callejeras. Es más, es en estas últimas donde se descubren de veras los platillos más auténticos. Sucede aquí en los Mercados Juárez y 20 de Noviembre, a un paso el uno del otro y repletos de puestos de venta que ofrecen desde los eternos moles a los bichos con los que se aderezan tantas recetas. Lo que más llama la atención es el grandísimo número de espacios para comer cocina de casa hecha en al momento como las memelas, tlayudas y un sinfin de platos de cuchara y guisos que no encontrarás habitualmente en restaurantes, mucho menos fuera de México. Es en el Mercado 20 de Noviembre donde se encuentra una de las principales atracciones culinarias, el Pasillo de Humo, un corredor con puestos de carne y verduras que se compran al peso y se pasan por la brasa al instante. Jaleo, aroma y por supuesto humo inundan apenas unos metros cuadrados que son imprescindibles. Saliendo por la puerta de la calle Francisco Javier Mina, después, pueden recorrerse dos cuadras hasta el zócalo y la catedral visitando decenas de tiendas de artesanía y de chocolate, otro de los 'hits' oaxaqueños.

placeholder El célebre Pasillo de Humo. (Flickr)
El célebre Pasillo de Humo. (Flickr)

Inmersión arqueológica

A tan solo 9 kilómetros de la ciudad, y accesible en taxi, está el centro ceremonial más importante de la cultura zapoteca. Fundado 500 años antes de Cristo y con gran esplendor hasta los siglos octavo/noveno, Monte Albán es uno de los yacimientos más antiguos y espectaculares de todo México y hay que buscar unas horas para acercarse a ver los restos de la plaza principal y de sus edificios centrales, núcleo de lo que llegaron a ser 40 kilómetros cuadrados de ciudad con hasta 40.000 habitantes. Desde sus cimas, la perspectiva del valle con Oaxaca al fondo se queda grabada en la memoria como cada paso de este viaje que conquista con sus latidos.

placeholder Los restos de Monte Albán. (Wikipedia)
Los restos de Monte Albán. (Wikipedia)

El estado de Oaxaca es uno de los centros culturales más importantes de México, de ahí que se le considere habitualmente como el corazón del país. Vibrantes tradiciones, fantástico clima, paisajes que van desde imponentes colinas a paradisíacas playas, colorida e icónica arquitectura… Hay miles de motivos por los que acercarse a la región y particularmente a su capital, donde todo converge en un idílico núcleo urbano Patrimonio de la Humanidad desde el año 1987.

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