Pío Cabanillas expone sus fotografías sobre el drama ucraniano a favor de los refugiados

Pío Cabanillas Alonso, reconocida personalidad de nuestro país que ocupó el cargo de director general de Radio Televisión Española (1998-2000), para después ejercer como ministro portavoz del Gobierno (2000-2002), siempre ha sido un excelente fotógrafo. Hoy, con numerosas y aplaudidas exposiciones en su haber, ha querido colaborar con la ONG Ukrainian Lives dando forma a una muestra de 68 imágenes —tan artísticas como conmovedoras— que se venderán a beneficio de los refugiados ucranianos llegados a nuestro país.

El germen de esta exposición tuvo lugar en Madrid gracias a un encuentro fortuito con Anastasiya Zabiyaka, vipresidenta de Ukrainian Lives y fotógrafa, quien, tras reconocer a Cabanillas, le animó a colaborar con la ONG. A las pocas semanas y cientos de disparos fotográficos después tomaba forma la idea de montar una exposición fotográfica en la que los protagonistas y beneficiarios serían los propios refugiados.

Ukrainian Lives es una ONG integrada por voluntarios ucranianos afincados en España y cuenta con el reconocimiento de la Embajada de Ucrania. Desde el inicio de la guerra, esta ONG ha organizado infinidad de caravanas llevando toneladas de ayuda a su país. En la actualidad, suman cerca de 400 actuaciones humanitarias y han ayudado a que 110 familias hayan encontrado refugio entre nosotros.

La exposición, que se exhibe en la galería Espacio Mados, de Madrid, está patrocinada por la empresa Redeia y apoyada por la Embajada de Ucrania. Hablamos con el protagonista de esta noble iniciativa.

¿Qué le animó a realizar y montar esta exposición?

Anastasiya Zabiyaka me llevó a conocer los almacenes en los que se acumula toda la ropa y enseres que consigue la ONG. Allí presencié algunas escenas de esas que, inevitablemente, te conmueven y te tocan en lo más profundo. Vi, por ejemplo, cómo llegaban, en medio de un desolador silencio, mujeres y niños desorientados que comenzaban a probarse ropas y zapatos tan tristes y perdidos como ellos.

¿Cuánto tiempo pasó con los refugiados?

Estuve con ellos varios meses. Iba al parque con los niños. Conocí los minúsculos alojamientos en los que vivían. Compartí con ellos su día a día.

¿Qué historias le contaron?

La mayoría de estas personas han vivido experiencias tremendamente tristes y trágicas, casi siempre agravadas al llegar aquí por inevitables y angustiosos sentimientos. La resignación de verse lejos de su tierra, la incertidumbre de no saber qué pasará con ellos, la congoja y preocupación constantes por sus padres, maridos, hermanos y amigos que o bien habían muerto o no sabían nada de ellos.

A España solo vienen mujeres, niños y ancianos, ¿no?

Efectivamente. Los únicos hombres que se ven aquí son personas que necesitan cuidados médicos especiales, como un soldado al que conocí y al que le habían reconstruido las piernas después de haber sufrido los desastres de la guerra.

¿En qué estado llegan a España estos refugiados?

En general viajan y llegan con lo puesto, porque la mayoría lo ha perdido todo, incluida la familia. No tienen vida allí, ni la tienen aquí. Se encuentran solos y desvalidos. El único objetivo del refugiado recién llegado es sobrevivir.

Hablando de la exposición, ¿qué quieren transmitir estas fotos?

Lo que pretendo es provocar o animar al espectador a que reflexione sobre las horribles y devastadoras consecuencias que tienen las guerras, ayudándole a empatizar con la desoladora experiencia de ser un refugiado. He querido poner ante sus ojos a personas que tuvieron vidas muy parecidas a las nuestras y que ahora no tienen nada.

¿Qué precio tiene cada obra?

Las fotos expuestas tienen un precio simbólico de 100 euros cada una. Después puedes pagar más por ellas, eso ya queda a voluntad de quien las compre. Aunque cualquier persona, si lo desea, puede realizar donaciones en la cuenta que Ukrainian Lives ha abierto para ello.

¿Se podrá visitar la exposición fuera de Madrid?

Estaremos en Madrid hasta el 10 de febrero, aunque quizá se acabe prorrogando un poco más. Y, después, sí es posible que viaje a otras ciudades españolas.

Hablando con Cabanillas y Zabiyaka, y tras visitar la exposición, no resulta difícil ponerse en la piel de esas personas que no hace mucho tiempo tenían una vida muy parecida a la nuestra y que, de la noche a la mañana, han pasado a verse con lo puesto andando por la cuneta de alguna carretera camino de ninguna parte.