Disfrutamos de la muestra de Pablo Palazuelo, cenamos en Ticuí y brindamos en Glass by Sips

Jueves, del latín ‘dies Iovis’, día de Júpiter. Los jueves son perfectos. La balanza de la semana laboral ya inclina a nuestro favor y el finde se adivina cargado de planes eléctricos y merecido descanso. Los jueves nos gustan especialmente, quizá porque nuestros niveles de adrenalina viajan ya a velocidad de crucero, quizá porque la ciudad —sin el extra de turistas de sábados y domingos— ofrece hoy la mejor de sus caras. Los jueves —llueva, truene o relampaguee— visitamos una exposición, descubrimos un nuevo restaurante y disfrutamos de un cóctel, o dos, en algún templo del buen beber. Vamos allá.

Una expo

Decididamente, recomendamos la muestra ‘Pablo Palazuelo. La línea como sueño de arquitectura’, una exposición que, por primera vez, recorre la carrera de este pintor, escultor y grabador español, máximo representante de la abstracción geométrica del siglo XX. Inaugurada en el Museo ICO (Zorrilla 3, Madrid), la exposición se estructura en nueve ámbitos, que abarcan desde la etapa formativa y las primeras influencias del artista, hasta sus diseños de mobiliario o las grandes obras urbanas, pasando por otras épocas en las que Palazuelo se centra en la creación de laberintos, tránsitos, cerramientos o vidrieras.

Comisariada por Teresa Raventós-Viñas y Gonzalo Sotelo-Calvillo, la muestra consta de 12 obras y 12 proyectos entre dibujos, croquis, acuarelas, maquetas y esculturas pertenecientes a la Fundación Pablo Palazuelo, muchos de ellos inéditos. La carrera de Pablo Palazuelo (Madrid, 1915-1927) gravita entre lo figurativo y lo abstracto, muy influenciado por Paul Klee y el misticismo oriental. Su obra se encuentra en instituciones como el Carnegie Museum of Art de Pittsburgh (Estados Unidos), la Fundación Juan March (Madrid), el Museo Nacional de Arte Moderno de París, el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, el Museo Guggenheim de Bilbao o el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York.

Pablo Palazuelo recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1982. Si amas la arquitectura, los universos de ideas, planos y bocetos, disfrutarás especialmente de esta exposición. Hasta el 9 de abril en el ICO.

Una cena

A 130 metros exactos, es decir, a dos minutos caminando, llegamos al flamante Ticuí (Cedaceros 6, Madrid) —segundo restaurante del grupo mexicano Puntarena en España—, una casa muy exquisita en la que practican con maestría alta cocina mexicana, fina y purista, con sabor a océano Pacífico, lo que abre la puerta a influencias asiáticas. Todo por el placer de descubrir y combinar nuevos sabores.

El arte del chef Federico Rigoletti —chef creativo de Grupo Puntarena— reinventa el sabor de México con ingredientes de allá y de acá, siempre de primera calidad. Una gastronomía de mente abierta, fruto de las muchas singladuras y aventuras por el mundo de este cocinero sin fronteras.

Lo mejor será dejarse guiar por Rigoletti para experimentar el placer de, por ejemplo, la dorada curada en crema de yuzu, chile rojo, emulsión de menta y huevas de trucha; el solomillo wagyú con caviar de esturión o los tacos de camarón rosarito con col agripicante. En Ticuí —’prender’, según el diccionario náhuatl—, la magia generada en su cocina abierta se extiende por una sala cargada de artesanía mexicana —especialmente oaxaqueña— y española, y obliga a detenerse especialmente ante la habilidad hipnótica de la maestra que elabora las tortillas, a mano y con mucho amor.

La mixología, dirigida por Daniel Quezada, también es un espectáculo para los sentidos que parte de los mejores derivados del agave, entre otros espirituosos prémium. Nos despedimos de Ticuí con dos certezas: acabamos de descubrir un lugar soberbio y volveremos pronto.

Y un cóctel (o dos)

Cerramos nuestro triángulo de perfección en jueves en Glass by Sips (Carrera de San Jerónimo 34, Madrid), la coctelería de autor de Simone Caporale y Marc Álvarez, ubicada en el hotel Urban, a 125 metros de Ticuí, es decir, a menos de dos minutos a pie. Debemos aclarar en este punto que nuestros jueves siempre serán fruto de una calculada y muy planificada agenda en la que las largas distancias quedan descartadas.

Glass by Sips es la extensión madrileña de Sips Drinkery House, la coctelería de Barcelona que acaba de ser distinguida como la tercera mejor del mundo por The World’s 50 Best Bars, la cada vez más afianzada y prestigiosa guía consagrada a los placeres del buen beber. Los cócteles del amigo Marc y su partner in crime Simone tienen mucho de arte contemporáneo efímero.

Hablamos de una carta de 14 cócteles de la que sobresalen un glorioso Bloody Merry —a base de vodka, tomate, lima frambuesa y mix de salsas—, un espectacular Negroni, cuyo hielo nunca se derrite, o el clásico de la casa Sips-Cilline, con cúrcuma y whisky. Por supuesto, no falta una estupenda muestra de cavas, champagnes, espirituosos y grandes vinos.

En la atmósfera del Glass by Sips, enmarcada en la planta baja del Urban (5* GL), impera un cosmopolitismo elegante y desenfadado recuperado desde la desaparición de los grandes frascos de botica con algas —o lo que fuesen— en descomposición que dominaban los ventanales de este local en aventuras gastronómicas anteriores. Las películas de Alien, mejor en el cine.