Sole Suárez de Lezo

Papeles, estampados, obras de arte... Te descubrimos todas las claves de su piso

casa de Sole Suarez
Sole Suarez
Texto Cris Castany
Foto Esi Seilern
Formato Rocío Márquez | Teresa Dulin
Producción Flair Studio
Estilismo Marieta Yanguas
Maquillaje y peluquería Roberto Limone para L’Oréal Professionnel
Flores Floreale
E

s primera hora de la mañana, el sol entra por las ventanas del salón de este cuarto piso del barrio de Salamanca de Madrid. Acaban de salir varios niños por la puerta y su marido Borja. Aunque es un día de la semana normal y corriente con colegios y demás, hace pocos minutos se ha celebrado el desayuno de cumpleaños de la hija mayor de Sole, Manuela (14), a la que siguen Manuel (13) y Diego (7). Vislumbramos así uno de los matices de este hogar que además de para ser visto, como buena obra de experta interiorista, está planteado fundamentalmente para ser vivido.

Es fácil de adivinar el estilo de Sole nada más poner un pie en el hall de la entrada, algo que ella después definirá como clásico contemporáneo. Ella, que es decoradora, no para de disculparse porque encuentra que a su casa le falta una actualización, aunque luego nos reconoce que si por ella fuera la cambiaría cada dos años. Está claro que lo dice su ojo crítico, porque a los de cualquier profano no se le podría poner un pero.

Su cocina respira convivencia, las tablas de madera para aperitivos lo dicen todo.
El suelo del hall está hecho de piedra para quitar peso a la estancia y emular un invernadero.

La historia de esta madrileña es un relato de una vocación descubierta gracias a sus padres. Según nos cuenta, ella era una estudiante de derecho, que un día acompañó a sus progenitores en un viaje a Burdeos, que eran aficionados a las expediciones a anticuarios y le pidieron en aquella ocasión que les acompañara. Ahí, Sole, descubrió un mundo: “Vi claro a qué me quería dedicar, y aunque acabé la carrera supe que jamás ejercería. Empecé con un curso de antigüedades en el que tuve un profesor maravilloso, Casto Castellanos, y según acabé hice otro en Christie’s y luego estudié arquitectura de interiores en la capital británica. Y a mi regreso ya entré a trabajar en un estudio. Primero, con Rosa Bernal y luego con Isabel López-Quesada. Fui muy feliz. Aprendí un montón. Las dos son estupendas. Y entonces, cuando tuve a mi segundo hijo, ya monté mi propio estudio. Hace 13 años”. 

Vi claro a qué me quería dedicar, y aunque acabé la carrera supe que jamás ejercería. Empecé con un curso de antigüedades en el que tuve un profesor maravilloso, Casto Castellanos

Bernal y López-Quesada son dos de las grandes interioristas del momento. Sus referencias son femeninas, de ahí quizá que en su estudio ahora conviven diez mujeres, entre ellas su tía, de la que dice que junto a su madre son un pack que lo hacen todas juntas. Y esa unión familiar se nota también cuando a media mañana aparece por la puerta su hermana, que acaba de instalarse en el piso de arriba y a la que le acaba de hacer todo el proyecto de su vivienda. “Mis hijos me preguntan por qué he hecho mejor la casa de la tía que la nuestra”, explica entre risas. “Hacerle la obra a mi hermana ha sido superfácil, nos entendemos estupendamente. Yo llevaba tiempo pensando cambiarme de piso, pero ahora que la tengo encima y veo lo felices que están nuestros hijos todo el día para arriba y para abajo, me da mucha pena incluso plantearlo”. Su hermana también se dedica al arte, en concreto a la cerámica; tiene una de las firmas de moda del momento, Molecot, y como no podía ser de otra manera, las vajillas y todas las vasijas o recipientes que vemos por la casa llevan este sello. Estas piezas minimalistas conviven perfectamente con los jarrones de Murano que ha ido comprando Sole alrededor del mundo; contamos hasta seis.

El comedor está presidido por una lámpara comprada en Londres y una mesa de diez puestos diseñada en su estudio. Jarrones y vajilla de Molecot.
El comedor está presidido por una lámpara comprada en Londres y una mesa de diez puestos diseñada en su estudio. Jarrones y vajilla de Molecot.
Detalle del comedor
Rincón de lectura
En el rincón de lectura, una chaise longue al lado de la chimenea enmarcada a la izquierda por una obra contemporánea.

A medida que vamos recorriendo la casa nos explica que muchas piezas las ha traído de subastas o de sus viajes a otros lugares del mundo. Ha viajado con cuatro butacas isabelinas desde Argentina, ahora dos de ellas viven junto a sus sofás, tapizadas con arpillera. También trajo de Londres la lámpara del comedor, un diseño que tuvieron que desmontar en mil piezas y volverlas a montar. Cuando le preguntamos qué tal lleva su marido lo de viajar con la casa a cuestas, confiesa que encantado, él también es creativo y la acompaña en todas sus aventuras adquiriendo tesoros. 

¿Cuáles dirías que son tus claves distintivas? 

Lo pensada que está la distribución, a eso le dedico mucho mucho tiempo. Y además es lo que más me divierte de todo, pensar que las cosas realmente tengan sentido en lo funcional y en lo estético, y que vaya a ser vivible. Que la transición en los espacios sea cómoda. La casa hay que vivirla, no es un museo. Otro de los factores que tengo en cuenta es que lo que se va a invertir se invierta bien, y entonces que nos vayamos a la mayor calidad posible dentro del presupuesto que vaya a tener cada uno. Que vayamos a lo mejor posible, más calidad que cantidad. Me gusta asesorar a los clientes como lo haría yo para mi casa. O sea, si tienes que dar el do de pecho, pues que sea en esto, y les aconsejo que lo secundario lo dejen para otro momento. Lo que haría yo en mi casa, todo con cabeza, que sean cosas que al final vayan a perdurar.

Sofás chéster hechos a medida en terciopelo estampado y butacas compradas en Buenos Aires. 
Ana junto a uno de los escritorios de la casa vestida de Dior. A la derecha un detalle de la biblioteca.
Sole en el hall con falda y jersey de tienda Pez y pendientes de girasoles de Suma Cruz
Vista del despacho
Sole en el hall con falda y jersey de tienda Pez y pendientes de girasoles de Suma Cruz

Cuando planteaste tu hogar, además del tema de la distribución, le diste mucha importancia a la carpintería, al juego con los papeles, las molduras…

Esta es una casa de 1910, más o menos, con un estilo muy concreto: neuhausiano. Cuando buscábamos nuestro hogar, a veces en las visitas, ni siquiera pasaba de la puerta. Al entrar en esta vi muchas posibilidades, pese a que era un tema difícil hacerse a la idea. Era la sede europea de una institución religiosa y estaba compartimentada en muchas celdas pequeñas, como cabinas. Y el salón eran las oficinas, todo dividido con mamparas. Era una especie de campamento curioso. Nada más entrar planché las divisiones, lo único que se respetó fueron las molduras, que son originales de la época, y la tarima, salvo en el hall que la levantamos para ponerle de piedra. Porque el hall no recibía mucha luz, y lo que quise hacer fue como una especie de invernadero que al entrar transmitiera frescor.

Ha viajado con cuatro butacas isabelinas desde Argentina, ahora dos de ellas viven junto a sus sofás, tapizadas con arpillera. También trajo de Londres la lámpara del comedor

Pero pese a que la diseñaste hace más de una década, hay elementos muy modernos, que están de actualidad ahora.

Claro, las carpinterías de hierro ahora están por todas partes. Cuando lo planteé fue hace 14 años y los operarios me decían: “Pero ¿cómo voy a poner una puerta de hierro aquí?”. Ellos, acostumbrados a los interiores de madera, no entendían nada. Y cuando les encargué todos los cristales biselados, también alucinaban. Ese y muchos otros elementos que vamos encontrando a lo largo de los metros que componen esta vivienda son parte de su ADN. Una increíble forma del uso del papel -dice que ahora lo aplica incluso en los techos-, las carpinterías de madera oscuras, zócalos altísimos. Sus clientes saben lo que buscan cuando acuden a ella, calidades infinitas. Recuerda solo una vez no haber coincidido con un cliente: “Las personas que acuden a mí suelen dejarse guiar. Una vez con un extranjero hace muchos años fue difícil, principalmente porque no sabía por dónde tirar, no quería adaptarse a lo que yo hacía. Le gustaban las sábanas negras de raso llenas de logotipos, algo que no encaja con mi estilo… Fue muy difícil. Pero, bueno, esas cosas pasan”.

La cornucopia y la consola de la entrada las adquirió la interiorista en subastas. Dentro de los fanales hay esculturas de Teresa de la Pisa.
La cornucopia y la consola de la entrada las adquirió la interiorista en subastas. Dentro de los fanales hay esculturas de Teresa de la Pisa.
Los rincones de lectura se suceden a lo largo de la casa, esta butaca con reposapiés la compraron en un viaje a Escandinavia.
Los rincones de lectura se suceden a lo largo de la casa, esta butaca con reposapiés la compraron en un viaje a Escandinavia.

Hablamos de tendencias, de este movimiento hacia lo natural que llevan a gala arquitectos como John Pawson o Peter Zumthor. Ella cree que es una estética que ha venido para quedarse. “Pero debemos evitar llevarlo a la estética tribal”, aconseja. Se confiesa fan del estilo de David Hicks, el interiorista estrella de los setenta, y de la línea que ha seguido Ashley y el resto de sus hijos. Pese a ser una de sus referencias, confiesa que cada proyecto es un mundo: “Es superdiferente y tiene unas necesidades distintas. En cada uno, la casa es diferente y se va a vivir de una manera distinta. Me gusta conocer bien a la persona que va a habitar esa casa para plantearla. Es lo que más me inspira, ver la actual, conocer sus hobbies, ver cómo visten. En definitiva, cómo quieren disfrutar su vida”. Confiesa entre risas que lucha contra la estacionalidad, que los tiempos de un proyecto la influyen y tiene que dejar de pensar en qué estación está para hacer una casa transversal a todas las temporadas: “Yo si tengo que idear tu proyecto en invierno, mi tendencia natural es hacer todo muy cálido, sobre todo en cuanto los colores; la distribución va a seguir siendo la misma. Y también debo tener en cuenta si es una casa en Madrid, que la vives de una manera, o un pied-à-terre en París o una en Ibiza, que la vives de otra”.

Se confiesa fan del estilo de David Hicks, el interiorista estrella de los setenta, y de la línea que ha seguido Ashley y el resto de sus hijos. 

Pese a que los viajes forman parte de su imaginario, nos explica que en estos lo que encuentra son piezas para obras: “Se te van ocurriendo cosas, o sea, te vas nutriendo, pero al final la inspiración la tengo siempre previa”. Y en cuanto a errores, se abre para analizar que si volviera a hacer su casa no conectaría la cocina con el comedor, una tendencia que se ha utilizado por los expertos todos estos años. 

Sole, en el sofá del salón con traje de terciopelo suyo, zapatillas Golden Goose, y pendientes de Suma Cruz.
Sole, en el sofá del salón con traje de terciopelo suyo, zapatillas Golden Goose, y pendientes de Suma Cruz.

En esta cocina, las paredes tienen un recurso inusual. Pese a que los muebles son blancos, los enmarca un mural de cajas de madera de vino con una historia detrás. “Fue un recurso que empleé hace muchos años, me hacía gracia, pero fue curiosa su construcción. Desde que se me ocurrió hasta que se pudo montar tuve que ir a tiendas de vino. En Lavinia, la directora de la tienda me dijo: “Es que no te puedo guardar cajas, no tenemos un almacén. La mayoría de los vinos vienen en caja de cartón, hay pocos que vengan en madera. Recibimos los martes y los viernes. Si vienes antes de la hora en la que se saca la basura, son tuyas”. Entonces yo me iba con el coche y esos días las recogía, las guardaba en un almacén y ahí estuvieron, a lo mejor, hasta un año, y llegó por fin el día en el que ya se pudieron usar. Hubo que ir abriéndolas, deshaciendo las cajas para coger un lado, la tapa por otro, dependiendo de cada una; tuvo mucha gracia y fue laborioso, la verdad”. 

¿Cuáles son tus anticuarios fetiche? 

En Madrid, Slow, Portuondo, y luego fuera, en París voy al Mercado de las Pulgas y también tengo algunos favoritos en Londres

La cocina con muebles blancos, con tiradores clásicos y suelo de damero. Las paredes están forradas de cajas de vino de madera.
La cocina con muebles blancos, con tiradores clásicos y suelo de damero. Las paredes están forradas de cajas de vino de madera.

Si hablamos de arte, ¿qué nombres te vienen a la cabeza? 

Me gusta mucho Aldo Chaparro. Tengo una amiga, Sophie Urbina, que es marchante de arte y me ayuda. Ahora me está introduciendo en el mundo de los artistas emergentes africanos y es una maravilla; es la que siempre me mantiene al día.

¿Utilizas las plantas en tus proyectos?

Las recomiendo si tienes mano con el verde, si sabes que las tienes que tener cerca de la luz o sin luz. A mí me dan alegría y me parece que es la solución perfecta. Si no vas a poder tener flores frescas con regularidad, es un poco ese mismo efecto, pero más duradero.

En la pared sobre el trofeo de caza, fotografías de diversos autores.
AEn la pared sobre el trofeo de caza, fotografías de diversos autores.
El baño tiene luz natural a través de una ventana pintada y restaurada.
El baño tiene luz natural a través de una ventana pintada y restaurada.
En la pared sobre el trofeo de caza, fotografías de diversos autores.

Decías que te gusta comprar en subastas. ¿Qué hay que hacer para comprar bien? 

Estar muy al loro de cuando salen los catálogos. Porque al final yo creo que a la gente le impone mucho lo de la subasta. Y es que cuando has pasado la primera, te das cuenta de que no es nada y, de verdad, es como para que la gente se anime porque encuentras cosas a muy buen precio. A poco que tengas donde colocar los objetos y estés al loro de cuando salen los catálogos y de que te los envíen. Es tan fácil como suscribirte, te llega un mail y hay que estar pendiente del día que es la subasta. Tienes que haber ido antes a verlo porque hay veces que en fotos es fenomenal o al revés. Y es superimportante marcarte un límite porque hay veces que te vienes arriba, te picas con alguien o lo que sea, y no queremos eso. 

SUn rincón en el salón con sofá en L de terciopelo en el que los estampados de la pared y los cojines conversan.
Un rincón en el salón con sofá en L de terciopelo en el que los estampados de la pared y los cojines conversan.

Uno de tus rincones favoritos de esta casa es…

En el salón, un espacio en el que he colgado fotos de diferentes artistas que el padrino de su segundo hijo decidió regalarle todos los años, en vez de juguetes. Él lo que quería era aficionarle al arte y entonces decidió, desde el día que nació, regalarle una foto, y por detrás está escrito y le cuenta qué tal ha ido ese año, si se han visto, por qué ha sido un año importante para la familia… La familia, como hemos visto en los primeros minutos en la casa, es el bastión del proyecto de esta interiorista.