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'Más poderoso que la vida', el clásico sobre drogas y adicción que debes ver, llega a Filmin
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BRIGADA ANTI-SPOILER

'Más poderoso que la vida', el clásico sobre drogas y adicción que debes ver, llega a Filmin

La película de Nicholas Ray se adelantó a muchas otras en el año 56. Por primera vez, está disponible en una plataforma

Foto: James Mason y Barbara Rush, junto al pequeño Christopher Olsen en 'Más poderoso que la vida'. (CP)
James Mason y Barbara Rush, junto al pequeño Christopher Olsen en 'Más poderoso que la vida'. (CP)

Nicholas Ray ha pasado a la historia del cine como un desclasado; una rara avis, el diferente eternamente condenado por serlo. No hay más que ver sus películas para saber que, efectivamente, así era. Gran parte de su obra, desde 'En un lugar solitario' a 'Rebelde sin causa' pasando por 'Johnny Guitar', habla de seres marginados, de 'outsiders' que habitan un mundo que no los comprende; excluidos dentro de un universo que, en la mayoría de las ocasiones, está marcado por la violencia. Por algo Ray es, en las enciclopedias de cine, un autor enmarcado en la 'generación de la violencia', la misma que reflejaba en su puesta en escena o en las interpretaciones de actores como Joan Crawford, Sal Mineo o James Dean. Las características de su cine impregnan 'Bigger than Life'. O mejor dicho, 'Más poderoso que la vida', tal y como se estrenó en nuestro país una obra protagonizada y producida por un gigante de la interpretación algo olvidado, James Mason. La película, una de las pioneras a la hora de tratar el tema de las adicciones, ha desembarcado estos días en Filmin. Revisándola, podemos comprobar si todavía conserva ese poder de fascinación que sedujo a Godard, que dijo que era una de las diez mejores películas norteamericanas de todos los tiempos. ¿Lo es?

Pocos saben que la trama, la historia de un padre de familia, profesor y pluriempleado, que acaba subyugado a las pastillas de cortisona, tiene mucho que ver con la vida del propio Ray. Cuando el director solo era Nick, un escuálido niñito de Wisconsin, vio a su padre completamente destrozado por el alcohol. En una ocasión incluso tuvo que ir a recogerlo. El progenitor de Ray apestaba a whisky y ese día ahogaba sus penas después de que su amante lo hubiese plantado en un miserable hotel. Esa misma semana falleció, dejando una honda huella en el pequeño. El propio Nicholas Ray acabaría, años más tarde, destrozado por su afición a la botella y su tendencia a las depresiones. No es de extrañar que 'Bigger than Life', una película de estudio pero también una anomalía del Hollywood clásico, tenga muchísimo que ver con su biografía.

'Más poderoso que la vida' comienza como muchas películas norteamericanas de los 50. Nos sitúa en la América de Doris Day, de los electrodomésticos y de las familias felices que ven la televisión y hacen barbacoas en el jardín. Un profesor, James Mason, acude a sus clases de cada mañana para enseñar a unos disciplinados alumnos. Pero el primer plano de una mano temblorosa, el golpe de música de violín, nos indica que algo falla entre tanta perfección de postal. El docente, que también tiene que trabajar en la administración de una compañía de taxis, sufre dolores frecuentes. Quizá tengan que ver con llevar una doble vida: jamás le ha dicho a su mujer, Barbara Rush, que tiene que trabajar en mil sitios para mantener a su familia, para pagar su casa suburbana y la educación de su hijo. Los médicos le acaban diagnosticando una enfermedad que solo se mantiene a raya tomando un potente fármaco que contiene altas dosis de cortisona. La hormona esteroidea lo acaba convirtiendo en un adicto, le produce cambios de humor y lo transforma en un ser despreciable que impone sus ideas a los compañeros de trabajo, maltrata verbalmente a su mujer y, en el colmo del delirio melodramático (algo que no falta precisamente en la película), intenta asesinar a su hijo.

placeholder Cartel promocional de 'Bigger than Life'. (CP)
Cartel promocional de 'Bigger than Life'. (CP)

Gran parte del discurso del personaje de Mason, que versa sobre la vida, la religión y la sociedad, puede resultar excesivo. Como si el diálogo explicase demasiado las tribulaciones mentales del agresivo profesor. La sobredosis explicativa tiene una explicación: Mason era un productor/actor que quería lucirse con un personaje que traspasa todos los límites. Pero el poderío visual de Ray supera esas contraindicaciones y efectos secundarios. A través de su cámara, el director convierte esa encantadora casita de barrio norteamericano en una auténtica prisión. En la secuencia en la que Mason obliga a su hijo a estudiar sin poder probar bocado de la cena, su sombra aparece proyectada contra la pared, como la de un monstruo; por encima del niño, anticipando los momentos finales en los que, cual Jack Nicholson en 'El resplandor', intentará acabar con su vida. En otros planos, como aquel en el que vemos al protagonista reflejado en el espejo roto del baño, la sensación de ansiedad del buen marido y padre, ahora convertido en psicópata, se traslada al propio espectador. Expresionismo y colores opresivos para que sintamos, en carne propia, el infierno del 'mono'.

placeholder Una de las secuencias del film. (Fox)
Una de las secuencias del film. (Fox)

En los peores momentos de Mason durante su recuperación en el hospital, las sombras de los barrotes de la ventana parecen tan amenazantes como su propio delirio. Los personajes que lo rodean son parte de la pesadilla que está viviendo en esos momentos.

Más allá de análisis de gramática audiovisual, habría que valorar que 'Bigger than Life' es una de las pocas películas que trataron la adicción en aquellos años de ramplón conservadurismo. Tan solo un año antes se había estrenado 'El hombre del brazo de oro', protagonizada por un Frank Sinatra sin ambigüedades: la cinta mostraba, claramente, que estaba enganchado a las drogas. Aquella también era una obra insólita que desafiaba las normas más estrictas del Código Hays, de mano de alguien que solía desafiarlo a menudo, un francotirador dispuesto a saltarse reglas con cada uno de sus títulos: Otto Preminger. Sin embargo, era una producción independiente: 'Bigger than Life' es una película de la Fox, una cinta de estudio, una película que dejó perplejos a los espectadores que entraron en la sala buscando una simple tarde de entretenimiento.

placeholder James Mason, en uno de los mejores planos de 'Bigger than Life'. (Fox)
James Mason, en uno de los mejores planos de 'Bigger than Life'. (Fox)

La película también contiene dardos envenenados hacia el American Dream, tan en boga durante aquella época. El mundo que retrata 'Bigger than Life' es un 'Pleasantville', el idílico lugar que esconde más sombras que luces, como bien sabía el David Lynch de 'Terciopelo azul' o el Sam Mendes de 'American Beauty'. Por eso es todo un logro que Filmin haya logrado recuperar la película en su plataforma, regalándonos una de las obras menos vistas de Ray. La pesadilla de un hombre corriente que se rebela contra su mundo corriente a base de pastillas e impulsos violentos. La naturaleza humana expuesta en su forma más cruda gracias a un poeta del cine como Nicholas Ray. Una cinta que nadie debería perderse.

Nicholas Ray ha pasado a la historia del cine como un desclasado; una rara avis, el diferente eternamente condenado por serlo. No hay más que ver sus películas para saber que, efectivamente, así era. Gran parte de su obra, desde 'En un lugar solitario' a 'Rebelde sin causa' pasando por 'Johnny Guitar', habla de seres marginados, de 'outsiders' que habitan un mundo que no los comprende; excluidos dentro de un universo que, en la mayoría de las ocasiones, está marcado por la violencia. Por algo Ray es, en las enciclopedias de cine, un autor enmarcado en la 'generación de la violencia', la misma que reflejaba en su puesta en escena o en las interpretaciones de actores como Joan Crawford, Sal Mineo o James Dean. Las características de su cine impregnan 'Bigger than Life'. O mejor dicho, 'Más poderoso que la vida', tal y como se estrenó en nuestro país una obra protagonizada y producida por un gigante de la interpretación algo olvidado, James Mason. La película, una de las pioneras a la hora de tratar el tema de las adicciones, ha desembarcado estos días en Filmin. Revisándola, podemos comprobar si todavía conserva ese poder de fascinación que sedujo a Godard, que dijo que era una de las diez mejores películas norteamericanas de todos los tiempos. ¿Lo es?

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