Escápate a Ibiza en plan relax y siente el verdadero tempo del lujo mediterráneo

Ibiza es una isla que se vive mil veces. Se te mete por los ojos con esa luz teñida de azul turquesa y el devenir de los cientos de visitantes que llegan a ella en busca de adrenalina. Ibiza lo permite todo. Los Dior y los yates conviven con los resquicios de la época hippie y los fameliars —esos duendes mitológicos que habitan la isla— se van de fiesta para bailar al ritmo de los mejores DJs del mundo.

Poco importa si la visitas cada año o si es la primera vez que pisas la Isla Blanca porque siempre descubrirás nuevos restaurantes, rincones con encanto y una experiencia que, seguro, lleva al límite a alguno de tus sentidos. Porque Ibiza es el epicentro de la joie de vivre, de los placeres mundanos y del hedonismo puro. Aunque ojo, que también de lo sublime del arte, de los paseos por la naturaleza que depuran los pulmones y de esos tesoros que aparecen solo ante los ojos de los más observadores.

Te proponemos un nuevo viaje. Esta vez buscaremos un refugio sereno en medio del Mediterráneo. Un oasis de paz con vistas al casco antiguo y con el mantra de la excelencia como acompañante. Con una gastronomía de estrella Michelin y la exclusividad de 187 suites que prometen mimarte a golpe de detalles entre sus jardines, su maravilloso spa y unas 400 obras de arte. Hablamos del Ibiza Gran Hotel, el epicentro del ocio nocturno high quality, ubicado en la plena milla de oro y escenario de esta escapada a las Pitiusas.

Este edén ofrece unas vistas privilegiadas a Formentera y a la antigua ciudad amurallada, lo que lo vuelve un enclave excepcional para los buscadores de paz. Aunque para apreciar su belleza debemos atravesar la puerta de entrada y acceder al lobby, donde nos recibe 'Fecundació', la obra de Antoni Esteva —el interiorista encargado de convertir el espacio en un Art Hotel—, una oda a la vida que da la bienvenida a huéspedes y visitantes.

El arte se extiende por sus cinco plantas en cinco temáticas: el mar, la tierra, el aire, la vida y el cielo, que van hilvanando con maestría las propuestas de artistas contemporáneos de la talla de Tomeu Ventayol, Cocha Romeu, Bárbara Juan, Miguel Gómez Losada, Toni Amengual o Ramón Company, por mencionar algunos. Y así, paseando por una especie de galería viva, llegas a las suites, concebidas para calmar las mentes más agitadas y satisfacer a los clientes más exquisitos. Un secreto: si tienes el gusto elevado y una cartera relajada, la Gran Suite Dalt Vila hará de tus vacaciones una delicia, con 150 metros cuadrados para tu disfrute y una piscina en la terraza divina.

De Ibiza a Formentera: cuando el lujo y la ecología no están reñidos

Desde hace algunos años, Ibiza aboga por la sostenibilidad y se ha comprometido con la preservación del entorno humano y natural. Cada vez hay más propuestas de turismo consciente que invitan a los turistas a conservar el medio marino, garantía sine qua non para que la isla continúe siendo ese paraíso de aguas cristalinas y tranquilas. Manu San Félix —biólogo marino y explorador de National Geographic—, junto a Asociación Vellmari, es un firme defensor de la naturaleza y, más concretamente, de la posidonia, esa planta submarina que solo se encuentra en el Mediterráneo.

¿Sabías que la posidonia es el organismo vivo más grande del mundo? Esta planta se encuentra en las profundidades de las Baleares y está en peligro de extinción, lo que amenaza seriamente el litoral. Si se te despierta la conciencia verde —que debería—, acércate a Formentera y deja te cuenten cómo este ser vivo es capaz de filtrar las partículas en suspensión del mar y proteger de los temporales.

Para cruzar hasta la isla vecina sin renunciar a la experiencia sensorial, en Charter de Ibiza te alquilan lanchas y barcos de todo tipo. El trayecto ronda los 60 minutos (dependiendo de la embarcación), aunque también puedes fondear si te apetece darte un chapuzón, comer a bordo o visitar los chiringuitos y calas más recónditos. Ya que estás, acércate a Migjorn y échale un ojo a Casa Pachá, un novísimo hotel de líneas orgánicas, plagado de referencias míticas. En su chiringuito comes con vistas al mar y acariciado por una suave brisa. Un consejo: no te pierdas las cigalitas de Formentera con huevos y patatas.

El ocio nocturno más sofisticado

Volvemos para sumergirnos en la noche ibicenca, no sin antes dar un paseo por Marina Ibiza, la pasarela flotante en la que Dior, Louis Vuitton, Saint Laurent o Loewe deleitan con sus propuestas a los veraneantes en busca de prendas exclusivas. Un tip: tómate un cóctel y algo de picar —el sushi es una delicia— en Filin, una terraza para ver y ser visto.

Es hora de cenar y la oferta es amplia, aunque después de un día fuera lo mejor es volver al remanso de paz que ofrece el Ibiza Gran Hotel y a comprobar si su gastronomía hace honor a la fama que le precede. Su restaurante insignia es La Gaia by Óscar Molina, galardonado con una estrella Michelin y dos soles Repsol. Cocina honesta, con impronta ecológica y responsabilidad medioambiental cuya misión es respetar el sabor puro y original de los alimentos. Elige entre sus dos menús degustación, Tanit y Posidonia, y no te pierdas el plato Trilogía de cerdo balear.

Si buscas una propuesta con vistas y regusto asiático, acércate a Zuma. La famosa representación de una izayaka japonesa que nació en Londres y que ha conquistado Nueva York, Roma, Mykonos, Dubai, Hong Kong y Madrid también está en Ibiza. Un concepto efímero que vuelve por segundo año al hotel con platos de autor como el pez limón con ponzu de ajo y chile y las croquetas de bacalao negro con mayonesa yuzu.

Dos hot spots más antes de irte a la cama. Primero, un cóctel en el Club Chinois, un club nocturno que bebe de los antros de jazz en el Shanghái de los años 30. Un espacio que ofrece una experiencia inmersiva al ritmo aclamados DJs y talentos de todo el mundo. Guarda algo de energía —y de dinero— para dejarte seducir por los ecos de las historias que esconden las paredes del Casino de Ibiza. Ha vivido varias transformaciones, la última a manos de nuestra adorada Patricia Urquiola. Un apunte: se repiten patrones que emulan la emprendada eivissenca, los collares familiares de oro que las payesas heredan de su familia y utilizan para su boda para mostrar su riqueza. Ahí te lo dejamos.

Si a la mañana siguiente los excesos te pasan factura, recarga las pilas en The Grand Breakfast: ostras, jamón Cinco Jotas cortado al momento, quesos del mundo, boles con acai y frutas para los más sanos o unos huevos Benedict para los más clásicos. Fin de fiesta en el Open Spa, el espacio que rinde culto al bienestar en sus cuatro zonas: Rituals, Aqua, Fitness y Beauty. Sí, lo sabemos, no te querrás ir.