Cuatro grandes restaurantes en bodegas para exprimir todas las ventajas de esta vendimia

Una escapada en torno al vino siempre es un buen plan. Ahora, con la vendimia ya iniciada en la mayoría del territorio, la viña en su esplendor y los colores del otoño que se aproximan, es mejor que nunca. La Rioja, Ribera del Duero y alguna otra denominación —más pequeña y menos habitual— cuentan con excepcionales bodegas que han querido mostrar la gastronomía de su terroir más allá de sus caldos. Lo han conseguido de manera sobresaliente.

La Guía Michelin certifica ya con sus estrellas varios restaurantes de esta selección. El resto también los certificamos nosotros. En todos ellos, el entorno, las vistas de postal y las mejores etiquetas propias armonizan con una muy recomendable cocina que te animamos a descubrir.

Casa Gran 1771, Alto Penedés

Sesenta kilómetros separan esta bellísima área vitivinícola de Barcelona por una carretera de ensueño. Grandes bodegas aparte, merece la pena sumergirse en proyectos boutique como el de MontRubí. En el diminuto municipio de L’Avellá se alza esta bodega con un recién galardonado hotelito de cinco estrellas solo para adultos: Casa Gran 1771. Un chalet decimonónico, edificación principal del complejo, guarda el restaurante y bar de vinos en elegantes salones panorámicos, terraza y con una gastronomía que brota de su huerto y de los pequeños productores del Penedés.

La degustación de pato mudo de la zona es imprescindible, como lo son sus vinos, que se elaboran a un lado. El monovarietal de sumoll es su etiqueta más especial. Su tinto Gaintus fue el primero del mundo que recuperó así esta uva y todo un desafío que se descorcha y paladea con todos los sentidos.

Marqués de Riscal, Rioja Alavesa

La cocina de autor del restaurante gastronómico Marqués de Riscal, liderada por Francis Paniego, bien vale la visita al lugar donde se encuentra una de las mejores bodegas de España y uno de los hoteles de lujo más destacados, abrazados ambos conceptos por la arquitectura de Frank Gehry. Una estrella Michelin se revalida año a año sobre el conjunto y contratar un tour por sus históricas cavas y una cena frente al encantador pueblito medieval de Elciego debería ser asignatura obligatoria para cualquier interesado en lo enológico.

En sus dos menús degustación, de siete y nueve pasos, se saborean los platos más tradicionales de la región pasados por las manos maestras de Paniego. Así, el talo con chistorra y queso Idiazábal o el churro de patatas a la riojana no pueden faltar, como no falta su famosísima y galardonada croqueta de madre. El vino marina su gamba roja y la temporada inunda una carta en la que espárragos y guisantes lágrima se alternan con mar y montaña. Las etiquetas de Marqués de Riscal que acompañan no necesitan presentación.

Refectorio, Ribera del Duero

El restaurante con estrella Michelin Abadía Retuerta LeDomaine es otro de los más recomendables retiros gastronómicos de España. El corazón de este hotel de gran lujo es una bodega y un comedor de postín, capitaneado por Marc Segarra. Una fascinante abadía del siglo XII cuajada de obras de arte de la época que contrastan con piezas de arte contemporáneo.

El chef es catalán, pero es el terruño castellano el que le inspira y al que aporta sus extensos conocimientos de vanguardia culinaria heredados de sus maestros. Tomando como referencia esta tierra, sus vinos y el marco en el que se encuentra, hace desfilar platos que se reconocen al leerse, pero que sorprenden al experimentarse. Producto de primera y máxima calidad conforman su personalidad y son los reclamos para una segunda estrella que, seguro, ya está en camino.

Ambivium, Ribera del Duero

No nos salimos de la denominación que delimita el Duero para viajar a otra estrella Michelin de la zona, en este caso el restaurante Ambivium de la bodega Alma Carraovejas. En Peñafiel, con vistas al castillo en la lejanía, es donde se elabora su marca origen, Pago de Carraovejas. Más de treinta años la han convertido en una de las mejores a nivel nacional y su cocina es fiel reflejo de ello, de su propósito por seguir siendo un referente gastronómico global.

En las mesas de Ambivum, primero va el vino y luego la comida; esa es su particularidad. Tres mil etiquetas, propias y ajenas, se guardan en una cava de diseño y van llenando las copas sobre sus manteles blancos hasta que casi no queda un hueco. Cristóbal Muñoz lidera esta sólida propuesta. Lo local y la temporada es clave en un entorno que aboga por el arraigo y, por tanto, la sostenibilidad.

Iniciativas como la miel y el huerto propio ejemplifican aún más este objetivo. También las recetas, con brillante técnica, como el guiso de garbanzos con trompetas de la muerte y trufa, la excelente trucha en adobo con jamón y sus huevas, la brandada y el taco de bacalao en salsa de ajoarriero o la torcaz con calabaza y cacao.

Esta vendimia promete.