GALÁN SOBRINI

las arquitectas de la jet nos abren su proyecto más personal, su casa

Texto Cris Castany
Fotografía Esi Seilern
Formato Marina G. Ortega | María Mateo
Producción Flair Studio
Estilismo Marieta Yanguas
Maquillaje y peluquería Rodrigo Galo para L’Oréal Professionnel
A

las afueras de Madrid hay algunas urbanizaciones que podrían haber sido el plató perfecto de ‘El show de Truman’. En una de ellas vive una de las arquitectas del momento, que junto a su socia y también arquitecta han creado uno de los estudios más solicitados por la sociedad madrileña. Te hablamos de Galán Sobrini, el dúo formado por Adriana Arranz-Sobrini y Cristina Chaves Galán, dos referentes del sector y que hoy juntas nos van a desvelar las claves de uno de sus proyectos más personales, el hogar de Cristina.

Cuando llegamos a la puerta nos reciben unos agapantos a punto de florecer y arbustos de lavanda cercando la entrada. La imagen no puede ser más bucólica: una casa blanca de dos plantas con techo de pizarra, enmarcada por dos peanas color granito que soportan copas de piedra. “Es una de nuestras señas de identidad”, confiesa Adriana cuando nos abre la puerta del hogar de su socia. Cristina llega con el equipo de Vanitatis, y aunque es la dueña, la confianza y amistad que une a estas dos mujeres traspasa ya los tiempos y las puertas. La una es madrina del primer hijo de la otra, un compromiso de ida y vuelta, y uno de los muchos detalles que reflejan el pleno entendimiento que rezuman sus conversaciones. Les preguntamos si además de compartir trabajo luego tienen ganas de cenar juntas: “Sí, por supuesto, y además nuestros maridos se llevan de maravilla; de hecho, en ocasiones el mío me cuenta algo de Adriana que yo no sabía, porque en el día a día vamos de bólido”, confiesa Cristina.

Puerta
Un detalle de la puerta suelen enmarcar las entradas con peanas. Cristina con camisa María de la Orden y pantalón de Culto.
Puerta
Un detalle de la puerta suelen enmarcar las entradas con peanas. Cristina con camisa María de la Orden y pantalón de Culto.

La puerta de entrada de un gris plomo es un recurso que han imitado muchos de los vecinos de esta zona. Al traspasarla nos invaden dos sensaciones: luminosidad y calidez. Son las características que persiguen a estas madrileñas de proyecto en proyecto. “Cuando vimos esta casa estaba mucho más compartimentada. Lo primero que hicimos fue abrir espacio para las ventanas y derribar muros; de hecho, esta viga -dice mostrando el techo del salón-, por ejemplo, nos obligó a hacer una réplica porque no podíamos tirar todo lo que nos hubiera gustado”, cuentan.

“Cuando vimos esta casa estaba mucho más compartimentada, lo primero que hicimos fue abrir espacio para las ventanas y derribar muros”

Se conocieron haciendo un máster de dirección de empresas y como trabajo final presentaron lo que es hoy su proyecto profesional; desde entonces han sido inseparables: “Ahí se fundó realmente. Cuando acabamos, ya montamos Galán, te hablo del 2008, en plena crisis”, relata Cristina. “Y su madre fue la decana del Colegio de Arquitectos. De hecho, yo me fui un año a estudiar a Oxford, el último año de carrera. Cuando volví, vine en el avión de vuelta llorando pensando que mi sitio era Londres, había encontrado mi sitio en la vida, y gracias a que su madre estaba de decana del Colegio de Arquitectos, me recomendó que trabajara en el sector, había hecho una especialización de urbanismo en Oxford, entonces me metí a trabajar en la Comisión de Urbanismo en Madrid, y de esos barros estos lodos”. 

Continúa Adriana: “Mi padre nos hizo un hueco en su estudio, porque también es arquitecto, especialista en obra sanitaria”. Se percibe una complicidad única entre estas dos socias, la misma que notamos al visitar cualquiera de las casas que diseñan junto a las nueve personas de su equipo.

El salón está enmarcado por la chimenea original de la casa de mármol rosa. En la mesa de centro, velas y candelabros de Zara Home y escultura de Rafael Amorós para Orellana.

En su estudio en la calle Princesa redibujan las vidas de sus clientes, una oficina que reconocen no pisar más que uno o dos días a la semana porque se pasan el día de obra en obra. “Por las mañanas vamos de proyecto en proyecto y por las tardes nos organizamos desde donde podemos. Cuando viene un cliente, cada una diseña un proyecto y luego lo ponemos en común. Cuando ya está aprobado, nos lo asignamos entre nosotras”.

Cuando les pregunto cuántas obras tienen en la actualidad, sacan sus ordenadísimas agendas Moleskine, dignas de fotografiar, también, y cantan casi al unísono: “Tenemos dos obras en Sevilla, un palacete en Sant Cugat del Vallés, dos en Miami…”, y así una larga retahíla de clientes a los que se dedican en cuerpo y alma. Y dicen que ya no les tiembla el pulso a negarse a aceptar más. “Queremos que lo que hacemos salga impecable, preferimos decir no a incumplir con un cliente”, aclara Adriana. “Al principio hacíamos todo juntas, pero llega un momento que ya tenemos tanto volumen que no damos abasto, ahora solo hacemos obras integrales con decoración. Hemos tenido que aprender a decir que no a algunos proyectos con todo el dolor de nuestro corazón”, añade.

Rincón de la piscina con sillas y sombrilla de Themasié. Abajo el porche con muebles de forja hechos a medida.
Rincón de la piscina con sillas y sombrilla de Themasié. Abajo el porche con muebles de forja hechos a medida.

Están solicitadísimas, de ahí que aprovecharan para hacer la casa de Cristina durante el confinamiento. “No fue lo ideal, estaba limitada por todo, presupuesto, materiales, tuve que repetir papel como en el aseo y el vestidor, o el suelo de la cocina, que lo quería en damero y tuve que poner una piedra sobria”, dice la dueña, Cristina. 

¿Cómo son vuestras casas?

Cris: Neutras, muy limpias, les damos los toques de color con muebles. Pero si un cliente es más atrevido, hacemos una casa mucho más cañera.

¿Por qué acudir a vosotras?

Cris: Transformamos los espacios a medida de las personas. Aplicamos el sentido común a cualquier presupuesto. Un ejemplo es esta casa, yo contaba con una cifra limitada.

Piscina
Adriana en la piscina con total look de Zara; la piscina rodeada por sombrilla y butacas de The Masie.

¿Qué es lo que más te gusta de tu casa?

Que hemos creado una casa sin pasillos, con espacios muy abiertos, diseñada sobre un eje que comunica cocina, comedor, salón, todo con vistas al jardín y la cocina también. 

Nunca en una casa…

Nunca imitaciones, nos gustan los materiales naturales; por ejemplo, la madera ficticia no nos va.

¿Plantas?

Nada como unas ramas altas maravillosas. De repente, en un vestíbulo oscuro te lo levanta.

¿Colores?

Blanco, negro y empolvados. Un lavadero en gris, un vestidor en un verde…

Fundamental…

El proyecto Iluminación. Suelen decirnos que nuestras casas son más bonitas de noche que de día. Jugamos mucho con la luz indirecta, los espacios tienen que ser flexibles y tienen que servir para diferentes usos a lo largo del día. La cocina, por ejemplo, tiene que ser un laboratorio de trabajo con una luz muy directa a horas puntuales, pero con una luz muy indirecta para una sobremesa, para un momento de aperitivo. Lo mismo nos pasa de repente en el comedor, porque ahora mismo las casas no son tan grandes, y se puede crear un centro de trabajo y necesitas luz, pero durante una cena prácticamente tenemos unas luces indirectas que nos iluminan un cuadro y unas velitas. Entonces intentamos siempre hacer diferentes escenarios para cada estación. Y por supuesto trabajar con luz graduada.

Las sillas del comedor de los años 50 de My Nordics marcan este espacio neutro con lámpara de Otherlamps y cuadros de Pizjuán. Los detalles de molduras en la carpintería son una constante en toda la casa.

Su primera obra fue una clínica podológica, se presentaron a varios concursos, pero se dieron cuenta de que debían especializarse en algo. Empezaron a ver cómo los estudios de algunos compañeros cerraban y apostaron por las casas, y todos las tachaban de locas. “En aquel momento solo los ‘muy ricos’ buscaban ayuda de interioristas y arquitectos, vimos que había un espacio para democratizar este servicio y apostamos por ello”, dice Adriana, a lo que su socia añade: “Cuando empezamos nos empezó a llamar gente como nosotras, que no tenían presupuestos elevadísimos, pero sí que querían la mano de un especialista. Y corrió la voz”. Matrimonios jóvenes recién casados eran su perfil habitual, de esta manera empezaron a acercar la arquitectura a la gente. “Demostramos que no hace falta tener un presupuesto ilimitado, ni tener un arquitecto top y que con un profesional te van a salir mucho mejor las cosas. Nos metimos en plataformas de bodas como Bodaclic y ese fue el despegue. No tuvimos muchos clientes a raíz de estos productos, pero a la prensa le gustó esa versión de emprendedoras y dieron voz al proyecto”.

“Transformamos los espacios a medida de las personas. Aplicamos el sentido común a cualquier presupuesto, un ejemplo es esta casa, yo contaba con una cifra limitada”

Nos confiesan que su secreto es que nacer en una época de crisis les ha ayudado a no dar nada por hecho. “Tenemos una forma de llevar el estudio muy muy recatada, somos muy conscientes de que cualquier cosa puede pasar, de que hay que tener la misma ilusión que cuando empezamos, que cuando viene un proyecto nuevo hay que cogerlo con las mismas ganas que en 2008. Y la ilusión es lo que va a hacer que esto siga funcionando. O sea, que no te puedes relajar totalmente. Y además que el mundo de la arquitectura es muy cíclico. Entonces ahora estamos en un boom, hay 1.000.000.000 de interioristas, de arquitectos y tal que hacen exactamente lo mismo; buscamos la reinvención permanente.

Los sofás del salón de inspiración setentera, sofá curvo y butacas de Studio Bañón. El baúl es de Louis Vuitton.

En vuestras casas brilla la contemporaneidad pero también hay piezas clásicas… ¿Dónde las encontráis?

Cris: Nos encantan las sillas de My Nordics. Gonzalo, el dueño, tiene un ojo y un gusto increíble para todo. Vamos mucho también al Rastro, a las Galerías Piquer…

Adriana: Hay una tienda diminuta, Signo, que el dueño se llama Juan Querejeta, que es de mis favoritas. Él es una bellísima persona que nos busca todo, es un fenómeno. También Espacio Gorgona, Secret, El Jueves, Berenis, Es Cantó o Verde Gabán.

Siempre le dais un toque arty, ¿qué artistas encontramos en tu casa?

Cris: El cuadro que hay encima de las chimeneas es un Max Cobalto. La litografía del salón es de Chillida y a veces utilizo fotos de Yellow Corner; me encanta algún detalle fotográfico. Ahora en el comedor tengo dos Pizjuán. En la entrada, una obra de Jordi Alcaraz.

Adriana: También me encantan los juegos de luces y sombras de la obra de Elena Morales.

La división entre la cocina y el salón son dos puertas correderas que abren un espacio codiseñado con Vonna.

¿Y la cocina, que ahora es una de las partes fundamentales de la casa?

Adriana: Tiene que ser un espacio en el que vivir, es relevante que el estilo sea una continuación de la casa. Nosotras se las confiamos siempre todas a Vonna. Aunque hacemos un primer diseño, ella siempre nos da un giro y las mejora.

¿Dónde buscamos sofás?

Nosotras algunos los compramos en Maisons du Monde y a veces los retapizamos con telas de Gastón y Daniela; tienen un modelo cama que es imbatible. También solemos ir a Studio Bañón para los de diseño, y cuando buscamos confort a Blasco.

¿Complementos para la casa?

Si no tienes presupuesto, nada como Zara Home. Nosotros recurrimos muchísimo a ellos. Sobre todo para los plaids, cojines, algún mueble accesorio…

El dormitorio principal respira naturalidad con un papel pintado de Living Valdemarín y cojines y plaid de lino de Zara Home. La mesita de noche es antigua. El vestidor en color plomo con armarios de Ikea y alfombra de Zara Home actúa de pasillo en la zona de descanso.

Papeles para casa…

Los míos son de Living Valdemarín. Ella siempre nos asesora, como en el papel con print de moscas del vestidor o el del cabecero de mi cuarto. 

Un dato que sorprende y que pocos sepan…

Los armarios lacados del vestidor son de Ikea, y además comprados en ese color. Apostamos por la carpintería en las puertas, pero para los armarios decidimos integrar este detalle low cost en la arquitectura.

¿Low cost?

Sí, utilizamos elementos si estéticamente encajan; por ejemplo, utilizamos muchos muebles de The Masie. Una página web con piezas de diseño ideales de la que tengo unos taburetes, una sombrilla y unas butacas de exterior.

Juntas en el comedor: Cristina con vestido Designers Society, brazaletes y pendientes de Suma Cruz. Adriana con vestido de Zara, americana de Massimo Dutti y joyas de Suma Cruz.
Juntas en el comedor: Cristina con vestido Designers Society, brazaletes y pendientes de Suma Cruz. Adriana con vestido de Zara, americana de Massimo Dutti y joyas de Suma Cruz.

Nos hablan de muchos detalles que pasarían desapercibidos ante un ojo inexperto: los armarios incluidos en los huecos de las escaleras, en el trabajo de carpintería de las puertas tan característico, los apliques casi invisibles de la escalera… Pero sin duda uno de los espacios que más llaman la atención es el baño del dormitorio, con un vestidor/distribuidor que define su permanente búsqueda por el aprovechamiento de la luz y el espacio del que tanto hablan estas dos especialistas.

Los lunes hacen comités, repasan proyectos, marcan objetivos semanales con los que trabajar, y así están todas pendientes. “Somos muy prácticas, hacemos casas muy funcionales, muy fáciles y además bonitas. Pero es verdad que en nuestras ideas hay una cosa fundamental y que funciona muy bien, creamos hogares, los hacemos como si fueran para nosotras”. Y eso que también a veces salen de la zona de confort, y entre sus proyectos encontramos hoteles como el Barceló Emperatriz o el Insight Gran Vía, que es un edificio protegido de Antonio Palacios en Gran Vía que les ha supuesto un reto, una satisfacción también y algún que otro dolor de cabeza.

En el porche, butacas salmón de The Masie y mesa de centro antigua.  Abajo, Mesa del porche con cerámica blanca de Zara Home.

Las puertas correderas de cristal y hierro tan de moda no las vemos en esta casa. “Queríamos separar bien la cocina del salón, por eso las pusimos de madera en esta casa, pero también incluimos un espejo envejecido en la cocina en el frente que me permite no perderme nada de las cenas cuando tengo que estar de espaldas. La cocina la diseñamos con Victoria González Expósito, una compañera del colegio nuestra de la carrera a la que le confiamos todas. Su empresa se llama Vonna y es nuestro referente para estos temas”. Les gusta mucho jugar con la flexibilidad de espacios. “Eso nos define mucho”.

“Pusimos un espejo envejecido en la cocina para que así cuando tenga invitados no perderme un detalle de lo que pasa en la mesa”

Las puertas correderas de cristal y hierro tan de moda no las vemos en esta casa. “Queríamos separar bien la cocina del salón, por eso las pusimos de madera en esta casa, pero también incluimos un espejo envejecido en la cocina en el frente que me permite no perderme nada de las cenas cuando tengo que estar de espaldas. La cocina la diseñamos con Victoria González Expósito, una compañera del colegio nuestra de la carrera a la que le confiamos todas. Su empresa se llama Vonna y es nuestro referente para estos temas”. Les gusta mucho jugar con la flexibilidad de espacios. “Eso nos define mucho”.

Cristina con su perro Bingo en una ventana de la casa; lleva vestido de Designers Society y brazaletes y pendientes Suma Cruz. Los platos de la pared son antiguos.

Nos confiesan que lo suyo conlleva mucha técnica, por supuesto, pero también psicología. Escuchan muchísimo, tanto que uno de los muebles del salón de Cristina es un baúl de Louis Vuitton, Adriana tiene la réplica en la suya, el regalo de un cliente satisfecho al que ya no le encajaban en su casa y que quedó más que satisfecho con su escucha y con su buen hacer. Recorremos de su mano, habitaciones, jardín, y podemos corroborar mientras hablamos con ellas el fenómeno que vive actualmente el interiorismo, la cantidad de intrusismo que hay en el negocio, y me enfatizan su diferencia: “Somos arquitectas y eso es un plus diferencial”.

Es normal que en un momento en el que el hogar se ha convertido en el centro y que todo se ha hecho accesible, se hayan acercado más perfiles a este trabajo que, como ellas reconocen, “tiene una parte muy vocacional que a nosotras nos chifla, una parte muy golosa, bonita, superestética, que al final es lo que nos mueve todos los días, pero que hace la balanza con toda la parte de la obra. Eso es lo que no conoce la gente: la batalla y los muchísimos fuegos que hay que apagar diariamente. Tras las fotos de Instagram, eso no se ve”.