Viajamos a Glashütte, corazón de la alta relojería alemana, para conocer la perfección

Comprobar en primera persona lo que significa la auténtica artesanía relojera de alta precisión —además de una aventura rica en cultura, sabores y saberes— es un honor y un lujo. Si a la ecuación añadimos que la invitación nos conducirá hasta la localidad alemana de Glashütte, cuna de la relojería alemana, la singladura adquiere tintes de experiencia impagable.

Volamos hasta la bella Dresde, capital de Sajonia, en el este de Alemania, para, desde allí —tras beber y vivir sus museos e imponente abanico arquitectónico, del Renacimiento al Barroco, del Neoclasicismo al poderoso muestrario de edificios comunistas—, conquistar el frondoso y hermoso valle de Glashütte que, por momentos, remite a la divina Asturias.

Tras deslizarnos sobre las autopistas teutonas a bordo de unas poderosas vans Mercedes-Benz de lunas tintadas, llegamos a las puertas de A. Lange & Söhne, nuestra manufactura anfitriona y el espacio más aséptico y protegido que hemos visitado nunca. Cada reloj de A. Lange & Söhne exhibe un movimiento de manufactura producido en estas instalaciones en las que predomina gente joven y entusiasta dotada de dos especiales habilidades: el pulso y la paciencia. En otras palabras, estamos ante auténticos cirujanos de precisión.

Desde que A. Lange & Söhne se restableció en 1990, la firma ha introducido un total de 71 calibres. Cada uno de ellos, ya sea purista o dotado de complicaciones, se ensambla dos veces con la máxima precisión y se termina minuciosamente en manos de estos operarios ultraespecializados. Pero ¿por qué ensamblan dos veces cada reloj? Para obtener un doble check de calidad y, de paso, ser la única manufactura del mundo que se toma esta molestia. Ahí lo dejamos.

Movimientos de fabricación propia

En el mundo de la relojería, las singularidades de calidad son sinónimo de exclusividad y, lógicamente, se generan in-house. Una garantía de calidad que podríamos calificar de sagrada. El desarrollo de un nuevo movimiento requiere esfuerzos ingentes por parte de diseñadores, ingenieros, desarrolladores de prototipos y técnicos de laboratorio. Cada movimiento implica años de trabajo hasta alcanzar un funcionamiento, sencillamente, perfecto.

Cada diseño, cada engranaje, cada movimiento de A. Lange & Söhne son propios. ¿Objetivo? Marcar distancias en el club de los mejores relojes del mundo. Los movimientos de esta firma se identifican fácilmente de un vistazo gracias a los elaborados acabados de cada pieza, algunas claramente visibles a través del cristal de zafiro de la caja. Los movimientos ocultos a la vista, cómo no, también están realizados manualmente.

Perfección y exclusividad

Otra característica distintiva son las proporciones del movimiento, su equilibrio y proporción. El tamaño y la forma tienen una misión: armonizar entre sí. Técnica y estética dando forma a una alianza perfecta.

Cada uno de los 71 calibres de A. Lange & Söhne incluyen en sus sellos chatones de oro, tornillos azulados, superficies decoradas y pulidas, así como puentes de volante grabados a mano.

Y repetimos: cada reloj se ensambla dos veces para poner a prueba la perfección de todas sus piezas. Ni más, ni menos.