Las autorizadas opiniones que demuestran que el vino de Jerez es el mejor del mundo
El Marco de Jerez es la cuna de unos vinos únicos, con una tradición de siglos, que nos hablan de un origen noble y de una singularidad extrema. 'Beber, comer, amar Jerez' —otro gran libro de Planeta Gastro— lo refrenda
Los vinos de Jerez y Manzanilla nacen y se crían en el denominado Marco de Jerez, una comarca vitivinícola tan histórica como singular situada en el noroeste de la provincia de Cádiz, la más meridional de la península ibérica. Enclavada en la costa atlántica y enmarcada por los ríos Guadalquivir y Guadalete, se trata de una región privilegiada en la que se concentra la esencia más pura del carácter de la baja Andalucía: la luz, el mar y un paisaje de colinas blancas y suaves, en las que los trigos, los girasoles y el viñedo se turnan a lo largo del año para teñir sus laderas de esplendor.
Al norte, el imponente cauce del río Guadalquivir y sus marismas y, más allá, la extraordinaria reserva natural del Coto de Doñana. En el sur, los viñedos se mezclan con salinas y pinares. Hacia el interior, la Sierra de Cádiz. Y a poniente, el mar: la costa atlántica de interminables playas blancas que, desde Sanlúcar a Chiclana, impregna con su influjo a todo el Marco de Jerez, aliviando con sus brisas los tórridos y largos días de verano.
A estos vinos —únicos en el mundo— y a su historia se consagra el libro ‘Beber, comer, amar Jerez’, magníficamente editado —una vez más— por Planeta Gastro y el Consejo Regulador de los Vinos de Jerez y Manzanilla.
Los vinos de Jerez son los más gastronómicos del mundo, como bien reconocen los testimonios recogidos en el volumen. De Josep Roca a Ferran Adrià pasando por Heston Blumenthal, José Andrés, Andoni Luis Aduriz, Toño Pérez o Quique Dacosta, entre otros muchos popes de la alta gastronomía. La obra explora los rincones y matices del universo de los vinos de Jerez y todas sus posibilidades y armonías como no se había hecho nunca, y que ayuda a entender su protagonismo en la presente e imparable revolución gastronómica.
“El vino de Jerez es el vino con más matices del mundo y, como todo lo extraño, confunde. Pero cuando se conoce, se extraña… Y se extraña tanto que se vuelve indispensable”, Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas, chefs de Disfrutar
El Marco de Jerez, mucho más que un escenario
En el Marco de Jerez, la elaboración de vinos es mucho más que una simple actividad económica, porque el Jerez es mucho más que un vino. A lo largo de casi tres mil años, el cultivo de la vid y la elaboración de vinos han dado lugar a interesantísimas expresiones culturales. Durante todo este tiempo, y con las aportaciones de pueblos de orígenes muy diversos, se han ido consolidando unas formas genuinas de elaboración y crianza que, a su vez, han dado lugar a unos vinos tan diferentes como extraordinarios; pero también a un paisaje particular, unas profesiones, una arquitectura y un lenguaje propios.
Nueve localidades de la región poseen en sus respectivos términos municipales viñedos acogidos a esta denominación de origen: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Chiclana de la Frontera, Chipiona, Puerto Real, Rota, Trebujena y Lebrija, localidad esta última perteneciente a la provincia de Sevilla.
Curiosidades con alma
Durante la época musulmana en España, Jerez siguió siendo un importante centro de elaboración de vinos, a pesar de la prohibición coránica de consumo de bebidas alcohólicas. La producción de pasas y la obtención de alcohol con distintos fines (perfumes, ungüentos…) y el uso del vino con fines medicinales actuaban en cierta forma como excusas para el mantenimiento del cultivo de la vid y de la elaboración de vino. De 1150 data el mapa de la región del geógrafo árabe Al-Idrisi en el que puede apreciarse claramente el nombre de Sherish que los árabes dieron a la ciudad de Jerez, del que proviene el ‘sherry’ que tanto gusta a los ingleses.
“Hay pocos vinos más camaleónicos que los de Jerez, resistentes frente a los platos imposibles. Mitigan, refuerzan, aceptan el embiste y generan armonías fascinantes”, Josep Roca
Tras la Reconquista, la creciente demanda de vinos de Jerez por parte de comerciantes ingleses, franceses y flamencos obligó al cabildo de la ciudad a promulgar, en 1483, las Ordenanzas del Gremio de la Pasa y la Vendimia del Jerez. Estamos ante el primer reglamento de esta denominación de origen, que regula los pormenores de la vendimia, las características de las botas (barricas), el sistema de crianza y los usos comerciales.
Tras el descubrimiento de América se abrieron nuevos mercados y con ellos floreció el negocio vinatero. Era la época de los grandes viajes y los descubrimientos geográficos. Una serie de hitos históricos que fueron compartidos con vino de Jerez, como lo atestigua la compra de 417 odres y 253 toneles por parte de Magallanes para su largo viaje alrededor del mundo. Igualmente, se tiene constancia de que estuvo presente en las celebraciones de las conquistas de nuevas tierras, como Venezuela o Perú.
“Desde mis comienzos vi que, si había algo que nos diferenciaba como país, más que cualquier otra de las grandes regiones vitivinícolas españolas, era el Marco de Jerez. El vino de esta tierra es un privilegio y no hay otro igual. Sin lugar a dudas, es el mejor representante para mostrar al mundo por qué tenemos un país tan único y especial”, José Andrés
La venta de vino de Jerez en las Indias se veía con frecuencia entorpecida por la acción de piratas que se hacían con los cargamentos de la flota y los vendían en Londres. En 1582, Francis Drake y Martin Frobisher atacaron Cádiz y se llevaron 3.000 botas de vino. La llegada de ese botín a Londres puso de moda el Jerez entre la corte inglesa. De la popularidad del vino de Jerez en aquellos días dan idea las obras de William Shakespeare en las que se le menciona a menudo.
“El jerez es más que una bebida, una elaboración líquida o una bebida tradicional. Con tiempo, el jerez llega a alimentar el alma”, Ferran Adrià
Poco a poco, el aumento de la demanda hizo que comerciantes de capitales de toda Europa se establecieran en la zona durante los siglos XVII y XIX. Esto propició que en Jerez se fuera generando un fuerte impulso para la producción y el comercio de vinos, un paso fundamental para la conformación definitiva de la personalidad de los vinos del Marco de Jerez.
Los vinos de Jerez y Manzanilla nacen y se crían en el denominado Marco de Jerez, una comarca vitivinícola tan histórica como singular situada en el noroeste de la provincia de Cádiz, la más meridional de la península ibérica. Enclavada en la costa atlántica y enmarcada por los ríos Guadalquivir y Guadalete, se trata de una región privilegiada en la que se concentra la esencia más pura del carácter de la baja Andalucía: la luz, el mar y un paisaje de colinas blancas y suaves, en las que los trigos, los girasoles y el viñedo se turnan a lo largo del año para teñir sus laderas de esplendor.
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