El Columpio Asesino, Jungle, Grace Jones, Air y Massive Attack en el BBK más brillante
Todos tenemos un festival en el que nos sentimos muy a gusto. El nuestro es el BBK, llamado a atraparnos tres días de julio con su sofisticada beligerancia y su colorido fairplay de tribus urbanas norteñas. ¡San Miguel, guíanos!
Como decía la abuela: “qué bien cuando venís, pero qué bien cuando os vais”. El Bilbao BBK Live es ya otro puerto de montaña (literal) superado. Tras tres días intensitos de muy buen rollo y alguna bronca —es lo que tiene quedar a una hora y que el de siempre no aparezca—, en la campa de Kobetamendi ayer se dio todo. Como Moisés en el mar Rojo, alguien se había llevado el agua y el barro (más o menos).
DÍA 3
El Columpio Asesino, Jungle y Arcade Fire cierran un BBK especialmente brillante
El sábado suele ser es el día más masivo del festival, ese en el que notas a medio Reino Unido y a media Francia a tu alrededor. No era para menos, los muy divinos Jungle y Arcade Fire eran los platos fuertes de la noche y sus respectivas parroquias estaban más que dispuestas a entregarse. Jungle mueve a gente guapa y sofisticada —como su música— que además baila de maravilla; mientras que Arcade Fire atrae al mismo target con un valor añadido: la devoción más absoluta a la hora cantar sus complejas letras. Pero no son ellos los que hoy, el día de la destrucción masiva, siguen resonando en nuestra cabeza. Nuestro diez final es para El Columpio Asesino.
Inmersos en su gira de despedida, los hermanos Arizaleta —Albaro (voz y batería) y Raúl (guitarra)—, Íñigo ‘Sable’ Sola (trompeta, percusiones y sintetizadores) y Cristina Martínez (guitarra y voz) volvieron a brillar con su superpoder sónico y sus letras perfectas.
Su parroquia, igual que la de sus otros compis de cartel: guapa, entregada y con una actitud que, por concretar, podríamos definir como ‘macarra chic’ (que no es ni más ni menos lícito que chorradas del tipo boho chic, hippy chic o tonti chic).
En fin, que nuestro grupo independiente favorito (la madre de los Arizaleta diría "unos pilinguis que tocan en un conjunto"), autores de perfecciones como 'El Evangelista', 'Un arpón de grillos', 'Babel', 'Perlas', ‘Preparada’ o 'Toro', rubricó ayer un conciertazo con sabor a crónica de una muerte anunciada. Por favor, Albaro, Raúl, Íñigo y Cristina, no os disolváis como lágrimas en la lluvia; en verdad, somos muchos los que necesitamos vuestra poesía y latido.
Venga, diez no, ¡matrícula de honor!
Jungle, ¡qué fucking maravilla! Elegantes, elegantes y elegantes a más no poder. Y su público, como ellos. Sí echamos en falta un cuerpo de baile que nos animase a emular la divina coreografía creada por Shay Latukolan para su tema ‘Back on 74’. A estas alturas de la película es muy difícil sorprender al respetable con propuestas realmente originales, pues Latukolan siempre lo consigue; sin ir muy lejos, a él pertenece el diseño de movimientos de Childis Gambino, seudónimo del actor, cantante, guionista y director Donald Glover.
A riesgo de parecer que nos estamos saliendo por la tangente, te animamos, querido lector, a que le eches un ojo (o los dos) a la actuación de Jungle en los pasados Brit Awards; ahí lo entenderás todo.
Arcade Fire: impecables, perfectos, poderosos, altamente sofisticados y divinamente intratables. “Entre la nuit, la nuit et l'aurore / Entre les royaumes, des vivants et des morts / If this is heaven / I don't know what it's for / If I can't find you there / I don't care / I thought, I found a way to enter / It's just a reflektor (It's just a reflektor) / I thought, I found the connector / It's just a reflektor (It's just a reflektor)”. Apoteosis en Kobetamendi.
Nuestra última gran noche también lo fue para un par de bien hallados descubrimientos: los bilbaínos Zea Mays y su eclecticismo en clave pop-rock y en euskera —la banda nueva no es, llevan veinte años, pero a nosotros nos tocó conocerles ayer (pedimos disculpas)— y la fantástica DJ Gabrielle Kwarteng que, como reza en su perfil: “La música da alma al universo, alas a la mente, vuelo a la imaginación y vida a todo”. Amén, hermana.
Ya lo dijimos el primer día de festival, adoramos el BBK Live, por tanto, nos gusta aportar para construir. Por favor, de cara al año que viene, replantearos toda vuestra comunicación, empezando por usar en vuestro site y en vuestros correos electrónicos un lenguaje comprensible, frases lógicas que se entiendan a la primera (estáis muy enrevesados, queridos). Eso y cuestiones a tener más en cuenta como navegabilidad, usabilidad y, ya puestos, diseño. Ah, y si facilitáis un teléfono de atención al cliente, como es el caso, que haya alguien detrás de la línea, que no suene a descolgado; vuestros 120.000 clientes os lo agradecerán.
Todo es mejorable, hasta este texto. ¡A dormir!
DÍA 2
Grace Jones, 76 años: la diosa 'horny' calienta un frío viernes de verano, barro y BBK
Viernes, 12 de julio de 2024. Lo mejor de la segunda jornada del presente Bilbao BBK Live fue, de lejos, el espectáculo mayúsculo ofrecido ayer por Grace Beverly Jones (Spanish Town, Jamaica, 1948). Se hizo esperar media hora, pero se le disculpa por todo lo que ha sido, es y será. Tras una inquietante intro de ruido sonoro de casi cinco minutos cayó el telón (literalmente) para presentarnos a una hermosa pantera negra que, pese a sus muchos años, se desenvuelve con increíble y (calculada) agilidad.
Grace Jones, el mito, la musa de Yves Saint Laurent, Helmut Newton y Andy Warhol, el alma de Studio 54 en el Nueva York de los ochenta, sigue teniendo una voz poderosa, si bien el apoyo de su divina corista contribuyó a elevarnos mucho más alto.
Todo en el espectáculo de ayer fue alta costura (cada canción, un modelazo), no en vano estamos ante una de las modelos más fotografiadas del universo fashion durante el siglo XX. Alta costura con bajo presupuesto. La pregunta es: ¿cómo montar un espectáculo superdigno con poco dinero? Con escenografías sencillas y efectistas —como cuando Jones se ajusta su bombín, que no es otra cosa que una bola de discoteca, sobre el que inciden rayos de luz que producen efectos preciosos—, contando con una banda de excelentes y coordinados músicos, y teniendo en cabeza del show a una gran dama del espectáculo (como María Dolores Pradera, pero en jamaicano-neoyorquino-parisino).
Gran dama con tendencia a tirarse por los suelos, bajar a saludar al público a caballito de un segurata, pedir una copa de vino para afinar la garganta (como Amy Winehouse, pero en plan bien) o empeñarse en usar sus expresiones favoritas en español: “Os amo”, “Me gusta España”, “Estoy cachonda. ¿Estáis cachondos?”. La Jones, por **jones, nos ganó e hizo reír. Supo llevarnos a Studio 54, pero también a misa.
Grace Jones es una provocadora con más tablas que Matusalén, pero con toda la flexibilidad de, entendemos, muchas horas de pilates o ¿cómo es posible mantener en la cintura un hula-hoop durante diez minutos mientras cantas y recorres el escenario de un lado a otro? Fácil, siendo Grace Jones.
El cine la quiso mayormente para papeles de mala, como Zula en ‘Conan el Destructor’ —junto a Arnold Schwarzenegger— o May Day en ‘A View to a Kill’ —con Roger Moore en el papel de James Bond—. Suyas son algunas de las portadas de discos más icónicas del siglo pasado, como las que le diseño su gran amigo Jean-Paul Goude.
El setlist de Mrs. Jones nos llevó por todos los ritmos de su universo esclavo: del ska al calypso, del reggae al funk, del rock al pop, del rock al gospel o las armonías puras y sintéticas que a mediados de los ochenta inventó para ella Trevor Horn a través del hit ‘Slave to the Rhythm’, del mítico sello ZTT Records.
Fue precisamente ‘Slave to the Rhythm’ el momento álgido de la noche, el de los diez minutos de hula-hoop y perfecta despedida. Antes habíamos disfrutado con ‘Nightclubbing’, ‘Private Life’, ‘I've Seen That Face Before (Libertango)’, ‘Williams' Blood’, ‘Love Is the Drug’ o ‘Pull Up to the Bumper’.
Nos perdimos a Madonna, pero encontramos a Grace Jones.
La noche del barro
La madrugada y la mañana del viernes no dejó de llover sobre Bilbao, ergo Kobetamendi, como era de esperar, se convirtió en un barrizal; lo que siempre viene bien para la leyenda de todo festival. Lodos al margen, y siempre junto a nuestros colegas de cerveza San Miguel, descubrimos a Jennifer Cardini, una estupenda DJ generadora de tsunamis ultrabailables.
Y esperamos con cierta impaciencia a Underworld, segundo plato fuerte de la noche, que todo lo inundaron con su tormenta sónica perfecta (por predecible), que culminó con la esperadísima ‘Born Slippy’, banda sonora de la generación ‘Trainspotting’.
Mañana, en el cierre del Bilbao BBK Live 2024, nos bilocaremos como los santos, no queda otra.
DÍA 1
Massive Attack en estado de gracia plena
Jueves, 11 de julio de 2024. El primer día de festival siempre hay nervios. ¿Funcionará el QR a la hora de canjearlo por la pulsera? ¿Subirá el autobús a tiempo a Kobetamendi? ¿Dónde están los lockers? ¿Y la recarga de las pulseras? ¡Necesito un trago! No hay problema, estamos tomando posesión de la edición 2024 del Bilbao BBK Live junto a nuestros amigos de cerveza San Miguel, que nos han lanzado el siguiente desafío: transformar en crónica —escrita y visual— los tres días de este festival. Empecemos, no sin antes compartir algunos tips para sacarle el máximo partido al BBK.
Lo mejor del BBK es que es un festival húmedo, fresco, tanto como la hierba del paraje de Kobetamendi, en el Monte Caramelo, con una ascensión de infarto entre tremendas curvas y pendientes muy similar a la de Machu Picchu (damos fe).
Pero no estamos en Perú, estamos en Bilbao, y eso imprime carácter. Detectamos al instante a representantes de todas las tribus de la capital vizcaína hermanándose con las del resto de capitales españolas y con los consabidos porcentajes de ingleses (34 %), franceses (26 %) e italianos (14 %), entre otras muchas nacionalidades.
Este año, el BBK celebra su XVIII edición y se espera —a falta de confirmación final— que se supere el récord de asistentes del año pasado: 120.000 personas. En 2023, el festival generó un impacto económico de 26,5 millones de euros.
En el Bilbao BBK Live hay una media de edad, 35 años, que manda; si bien empezamos a sospechar que la parroquia se está haciendo mayor en paralelo al festival y, quizá, la media sea ya de 40 años.
En un evento de estas características no se puede abarcar todo, es físicamente imposible. Por eso hay que diseñar cada jornada con mimo y entrega dejándose llevar por el corazón musical (esto ha quedado muy cursi, sí, pero escribir crónicas habiendo dormido poco es lo que tiene, aun así intentaremos afinar un poco más nuestro cansado cerebro).
En la jornada inaugural de ayer tuvimos claro el plan: Air, Massive Attack y The Prodigy, y en los entreactos: mucho Basoa, la zona de sesiones DJ en lo profundo de un hayedo divinamente iluminado. En Basoa disfrutamos buenos momentos con Ketiov, Cormac y DJ Tennis.
Ataque masivo de emociones puras
Empecemos por Massive Attack, el plato fuerte de la noche. Desde ayer, nuevo mejor concierto de nuestro particular Olimpo BBK al que 'solo' han llegado Depeche Mode, The Chemical Brothers, LCD Soundsystem, Justice o (la diosa) Florence + The Machine.
La puesta en escena de Massive Attack, sobria como ellos, nos situó ante una certeza: sus visuales, suerte de código matrix componiendo belleza alfanumérica, son arte contemporáneo. En verdad, Massive Attack superó todas nuestras expectativas y apeló muy profundamente a nuestro pasado como estudiantes de Periodismo en la Euskal Herriko Unibertsitatea, aferrados siempre a dos canciones talismán de los de Bristol: ‘Daydreaming’ y ‘Unfinished Sympathy’.
En Massive Attack hay muchos mensajes que escupen a la cara del odio y la corrupción humana, al tiempo que nos recuerdan que estamos vigilados, que lo saben todo de nosotros y que, quién sabe, algún día podrían usar todo eso en nuestra contra. Ver tu propia cara en la megapantalla, justo a la de otros cientos de espectadores, enmarcada en un cuadradito tipo control policial, no mola nada.
Así hasta que las voces de los míticos Horace Andy, Elizabeth Fraser y Young Fathers nos regalasen, respectivamente 'Girl I Love You', 'Black Milk' y 'Voodoo in My Blood'. Pero si hubo un momento trascendente fue recuperar 'Song to the Siren' en la increíble voz de Elizabeth Fraser. Las canciones ‘Angel', 'Karmacoma' o 'Teardrop' rubricaron una noche perfecta.
Los buenos aires de Air
Antes habíamos visto a los ‘elegantérrimos’ Air —hijos de Kraftwerk, padres de Justice—, que están celebrando los veinticinco años de su disco más icónico: 'Moon Safari'. Encajados literalmente en una habitación de pura luz blanca (y otros colores), muy al estilo Kubrick en ‘2001: Una odisea del espacio’, Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel, impecables, nos elevaron con 'Sexy Boy' o ‘Kelly Watch the Stars’.
Vimos, de lejos, a Sen Senra, pero su imán no consiguió atraparnos. Disfrutamos de los entremeses electrónicos de la divertida Basoa y nos encaminamos hacia The Prodigy cuando —¡oh, Bilbao!— empezó a llover. Reprogramarse también es un arte. A Prodigy los vimos el año pasado en Mad Cool (*), ¿no?; pues para el hotel que aún queda mucho festival.
(*) Otro día contaremos cómo, de la excisión de los creadores de Bilbao BBK Live, nació Mad Cool. Una historia fascinante.
Como decía la abuela: “qué bien cuando venís, pero qué bien cuando os vais”. El Bilbao BBK Live es ya otro puerto de montaña (literal) superado. Tras tres días intensitos de muy buen rollo y alguna bronca —es lo que tiene quedar a una hora y que el de siempre no aparezca—, en la campa de Kobetamendi ayer se dio todo. Como Moisés en el mar Rojo, alguien se había llevado el agua y el barro (más o menos).
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