'Deseo carnal': 40 años del disco-joya que encumbró a Alaska y Dinarama
Carlos Berlanga, Nacho Canut y Olvido Gara escribieron varios capítulos imprescindibles en la historia del pop en español; el más impresionante se llamó 'Deseo carnal' (1984), que ahora se reedita para mayor gloria de la nostalgia colectiva
Mil novecientos ochenta y cuatro, el año en el que George Orwell situaba su distopía futurista bajo el control de un gran hermano, fue especialmente fértil en lo que a grandes himnos pop se refiere. Las emisoras y sus radiofórmulas disparaban sin tregua canciones mágicas que nos hacían creernos los más modernos del universo. Mientras Tino Casal advertía de su ‘Pánico en el edén’, Miguel Bosé recorría ‘Sevilla’, Mecano conquistaba ‘Japón’, La Unión aullaba su ‘Lobo-hombre en París’ y Radio Futura nos hacía sudar en la ‘Escuela de calor’. También fue un año especialmente melódico protagonizado por clásicos incombustibles como Julio Iglesias, Ana Belén, Luis Miguel o Camilo Sesto.
Más allá de nuestras fronteras, Reino Unido atravesaba otra creativa y efervescente etapa. A través de los programas especializados de Radio 3 descubrimos a Frankie Goes to Hollywood y bailamos hasta desfallecer con David Bowie, Culture Club o Bronski Beat, entre otros grandes nombres propios de nuestra memoria sentimental. Pero si hubo un disco en 1984 que nos cambió para siempre, ese fue ‘Deseo carnal’, de Alaska y Dinarama, que hoy, cuarenta años después, vuelve a los expositores de las tiendas de discos —el 6 de septiembre— como doble vinilo (uno de color rosa chicle y el otro, azul celeste).
Carlos Berlanga, Nacho Canut y Olvido Gara atravesaban un excelente momento creativo tras los 'ups and downs' de sus aventuras previas: Kaka de Luxe y Alaska y los Pegamoides. Se conocían a la perfección —con todo lo bueno y lo malo que esto implica—, tenían talento y habían entrado en su primer estado de ‘gratia plena’ (vendrían muchos más, pero esas son otras historias).
El superventas de 1984 y 1985
Tras el éxito de su primer disco como Dinarama, ‘Canciones profanas’ (1983) —con joyas como ‘Perlas ensangrentadas’ y ‘El rey del glam’—, tocaba alcanzar el do de pecho. Grabado en el legendario estudio de Hispavox en Madrid, la producción se adjudicó finalmente al británico Nick Patrick, que ya había trabajado para Marvin Gaye, Gipsy Kings o Youssou N’Dour.
En primera instancia, el trío había pensado en el poliédrico Tino Casal, pero, conscientes de la calidad de sus demos y maquetas, decidieron apostar por un nombre más internacional. Lo intentaron con Zeus B. Held —productor de Dead or Alive y su hit planetario ‘You Spin Me Round (Like a Record)’—, pero su caché estaba por encima del Olimpo. Lo mismo ocurre con Stock, Aitken and Waterman (The Hit Factory), fabricantes de bombazos encadenados para Kylie Minogue, Bananarama o Rick Astley, entre otros muchos.
‘Deseo carnal’ se grabó durante el verano del 84. Se optó por el sonido Filadelfia —asentado sobre el soul y el funk y precursor, en cierto sentido, de la música electrónica— y una exquisita sucesión de perfectos arreglos orquestales. Enriqueciendo el sonido, el guitarrista Luis Miguélez y el batería Jorge 'Toti' Árboles.
Gracias a himnos como ‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’, ‘Ni tú ni nadie’ o ‘Un hombre de verdad’, el álbum copó las listas de éxitos aquel otoño y buena parte de 1985. Olvido, Nacho y Carlos habían dado forma a un disco indispensable en la historia del pop en español, superventas también en Latinoamérica, especialmente en México. En verdad, 'Deseo carnal' sigue siendo hoy un disco muy redondo en el que todas las canciones son buenas. A las diez oficiales se suma otro buen puñado de caras B que viajaban en los singles, como ‘Jaime y Laura’ o ‘Huracán mexicano’.
Versión XL
Cuarenta años después ve ahora la luz un ‘Deseo carnal’ versión XL que incluye dos vinilos. El disco rosa contiene el álbum remasterizado —a partir de las cintas analógicas originales— y el azul, todas las canciones extra editadas en torno a este trabajo. Esta edición de lujo contiene un libreto de tamaño vinilo con 24 páginas cargadas de fotos y textos del imprescindible Rafa Cervera (autor del libro de 2003 ‘Alaska y otras historias de la movida’), Juan Puchades, Darío Vico, Pedro Munster y el propio productor del álbum.
La portada, toda una provocación para la aún mojigata España de la época, la firmó el gran Juan Gatti, otro imprescindible a la hora de construir el imaginario de Gara y Canut hasta nuestros días. En ella, Alaska abraza a un hombre de complexión atlética desnudo. Cuentan las crónicas que la sesión fotográfica de Javier Vallhonrat resultó bastante incómoda por los remilgos del modelo.
Tras el éxito internacional de ‘Deseo carnal’ vino otro disco de estudio firmado por Alaska y Dinarama, ‘No es pecado’ (1986) —con el innegociable hit ‘A quién le importa’—, pero el trío, profesionalmente, ya estaba tocado de muerte. Demasiadas tensiones.
“Carlos Berlanga nos acusaba a Alaska y a mí de ser obreros de la música, porque nosotros solo ganábamos dinero tocando y él no quería tocar porque ya lo tenía”, Nacho Canut
Hoy, mientras Olvido Gara (61 años) y Nacho Canut (67 años) preparan lo nuevo de Fangoria de cara a 2025 y 2026 —¿seguirán lanzando canciones inconexas (como en el periodo 2021-2023) o nos regalarán un disco con un concepto y una atmósfera originales?—, sentimos la necesidad de rescatar esta anécdota relacionada con Carlos Berlanga que, en su momento, nos regaló el propio Nacho Canut. “Carlos Berlanga nos acusaba a Alaska y a mí de ser obreros de la música, porque nosotros solo ganábamos dinero tocando y él no quería tocar porque ya lo tenía”. (Risas).
La continuación de ‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’
En 2019, con la publicación del álbum ‘Extrapolaciones y dos preguntas’, Fangoria incluyo en la revisión a sus canciones favoritas del mundo mundial el tema compuesto por Carlos Berlanga en 1994 ‘Qué sería de mí sin ti’ —del álbum ‘Indicios’—, que retoma la historia de ‘‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’ donde la habíamos dejado en 1984. La letra reza: “Fiel a su idea no se arrepintió / y aunque mató al marido, lo heredó / cumplió condena y tuvo que esperar / no salió tan mal / Soy libre, soy libre al fin”.
Mil novecientos ochenta y cuatro, el año en el que George Orwell situaba su distopía futurista bajo el control de un gran hermano, fue especialmente fértil en lo que a grandes himnos pop se refiere. Las emisoras y sus radiofórmulas disparaban sin tregua canciones mágicas que nos hacían creernos los más modernos del universo. Mientras Tino Casal advertía de su ‘Pánico en el edén’, Miguel Bosé recorría ‘Sevilla’, Mecano conquistaba ‘Japón’, La Unión aullaba su ‘Lobo-hombre en París’ y Radio Futura nos hacía sudar en la ‘Escuela de calor’. También fue un año especialmente melódico protagonizado por clásicos incombustibles como Julio Iglesias, Ana Belén, Luis Miguel o Camilo Sesto.
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