Ni julio ni agosto: este es el mejor mes del año para cogerte tus vacaciones

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Durante décadas, julio y agosto han sido los meses por excelencia para disfrutar de las vacaciones. Pero cada vez más personas —impulsadas por precios, clima y masificación— están replanteándose el calendario tradicional. Y lo cierto es que los expertos en turismo, economía y bienestar personal coinciden: el mejor mes para cogerse vacaciones no es julio ni agosto, sino septiembre. Este cambio de tendencia no es casual. El noveno mes del año se está consolidando como la mejor opción para quienes buscan ahorrar, evitar aglomeraciones y disfrutar de una experiencia más relajada, tanto en destinos nacionales como internacionales. Aquí repasamos las razones que lo justifican.

1. Los precios bajan considerablemente

Una de las ventajas más evidentes de viajar en septiembre es el ahorro económico. Al finalizar la temporada alta, los precios de los vuelos, alojamientos, actividades y alquileres bajan de forma notable. Las tarifas pueden reducirse entre un 20% y un 50% respecto a las de agosto, lo que permite estirar más el presupuesto o permitirse caprichos impensables en plena temporada estival. Según plataformas de reservas como Booking o Skyscanner, septiembre es el mes con mejor relación calidad-precio del año en gran parte de los destinos mediterráneos y europeos.

2. El clima sigue siendo excelente (y más soportable)

A diferencia de lo que muchos piensan, septiembre sigue ofreciendo temperaturas cálidas, cielos despejados y jornadas largas en casi toda España y el sur de Europa. La diferencia es que el calor extremo de julio y agosto se suaviza, haciendo las vacaciones mucho más agradables. Especialmente en destinos de playa, septiembre permite seguir disfrutando del mar sin las olas de calor ni el bochorno de pleno verano. Para quienes no soportan las temperaturas extremas, este mes es el equilibrio perfecto entre verano y otoño.

3. Menos turistas, más tranquilidad

Las vacaciones escolares y las tradicionales jornadas intensivas de trabajo terminan en agosto. En septiembre, la mayoría de las personas ya han regresado a sus rutinas, lo que se traduce en menos aglomeraciones en playas, restaurantes, museos y atracciones turísticas. Esto no solo mejora la experiencia del viajero, sino que reduce los tiempos de espera, facilita reservas de última hora y permite disfrutar de los destinos de forma más auténtica y relajada. Incluso en lugares como la Costa del Sol, Baleares o el Algarve, el ambiente en septiembre es mucho más sosegado.

4. Más disponibilidad en alojamientos y mejor atención

Con menor demanda, los alojamientos suelen tener más disponibilidad de fechas, habitaciones con mejores vistas o prestaciones extra a precios más bajos. Además, al haber menos clientes, muchos hoteles, casas rurales o apartamentos turísticos pueden ofrecer un trato más personalizado y relajado. El mismo fenómeno se da en bares, chiringuitos o comercios locales, donde en septiembre el ritmo baja y la calidad del servicio mejora notablemente.

5. Una desconexión más eficaz tras el pico de trabajo

Desde el punto de vista psicológico, cogerse vacaciones en septiembre puede tener un efecto beneficioso adicional: romper la rutina justo después del gran esfuerzo veraniego. Muchas personas terminan agotadas tras cubrir las vacaciones de compañeros en julio y agosto, y septiembre les permite tomarse un respiro justo cuando más lo necesitan. Además, unas vacaciones en septiembre alargan la sensación de verano, lo que puede suavizar el impacto del regreso al trabajo y a la rutina otoñal.