El viaje en tren más bonito de Portugal que parece salido de una novela de Agatha Christie y cuesta menos de 30 euros
Un trayecto que no solo se recorre: se vive. Porque, como decía Christie, hay trenes que no se toman para llegar, sino para mirar el mundo pasar
- Parece Santorini pero está en Portugal: este es el secreto mejor escondido del Algarve
- Ni Oporto ni Lisboa: la ciudad en el norte de Portugal con las playas más bonitas ideal para visitar en otoño
Viajar en tren tiene algo de nostálgico, de historia vivida a cámara lenta. Quizá por eso, cuando Agatha Christie decía que “viajar en tren es ver la vida”, se refería a recorridos como la Linha do Douro, una de las rutas ferroviarias más bellas de Europa. Este trayecto atraviesa el norte de Portugal siguiendo el curso del río Duero, entre paisajes de viñedos, montañas y pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo.
El recorrido comienza en Oporto, ciudad imprescindible por sí sola, y finaliza en el pequeño pueblo de Pocinho, tras cuatro horas de viaje y más de una veintena de paradas intermedias que incluyen nombres tan sonoros como Régua, Pinhão o Tua. Los vagones, restaurados con mimo y evocando las décadas de 1940 a 1970, conservan la estética clásica que convierte la experiencia en un viaje al pasado.
Y lo mejor: los billetes cuestan entre 8,35 y 26,10 euros, dependiendo del tramo y de si se elige ida o ida y vuelta. Para muchos viajeros, el tramo más espectacular es el que discurre entre Régua y Pocinho, donde la vía serpentea junto al río y cada curva ofrece una nueva postal: colinas cubiertas de viñedos, pequeñas estaciones de azulejos coloridos y la luz dorada que baña el Alto Duero, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El tren del Duero no solo es un medio de transporte, sino también una ventana abierta al paisaje cultural y vitícola más emblemático de Portugal. En el camino, merece la pena detenerse en algunos enclaves, como Pinhão, corazón vinícola de la región, o explorar el Valle del Tua, donde los municipios de Alijó, Murça o Vila Flor ofrecen naturaleza, bodegas familiares y miradores que cortan la respiración.
Y, por supuesto, está Oporto. Si el viaje comienza o termina allí, nada como perderse por su estación de São Bento, visitar la Librería Lello, o brindar con un vino de la zona frente al atardecer en el río Duero. Un trayecto que no solo se recorre: se vive. Porque, como decía Christie, hay trenes que no se toman para llegar, sino para mirar el mundo pasar.
- Parece Santorini pero está en Portugal: este es el secreto mejor escondido del Algarve
- Ni Oporto ni Lisboa: la ciudad en el norte de Portugal con las playas más bonitas ideal para visitar en otoño
Viajar en tren tiene algo de nostálgico, de historia vivida a cámara lenta. Quizá por eso, cuando Agatha Christie decía que “viajar en tren es ver la vida”, se refería a recorridos como la Linha do Douro, una de las rutas ferroviarias más bellas de Europa. Este trayecto atraviesa el norte de Portugal siguiendo el curso del río Duero, entre paisajes de viñedos, montañas y pequeños pueblos que parecen detenidos en el tiempo.