Por qué debes ver 'La Suerte', con Ricardo Gómez y Óscar Jaenada, te gusten o no te gusten los toros

Desde este miércoles, 'La Suerte' llega a nuestras vidas. Disney+ acaba de estrenar la serie de Paco Plaza y Pablo Guerrero que, como contábamos en nuestra crítica de la semana pasada, es mucho más que una serie de toros y un desmenuce de lo español.

Aunque el trasfondo de la tauromaquia es inevitable (y polémico), los creadores, junto con Óscar Jaenada y Ricardo Gómez, han levantado algo más: una ficción que funciona como una experiencia emocional. Aquí están las razones por las que deberíamos darle una oportunidad.

Tal y como también se dejó ver en 'La Revuelta', programa al que acudieron este miércoles los dos protagonistas, 'La Suerte' no muestra escenas explícitas de corridas. No es casual, ya que los creadores están interesados en explorar el ritual, sus significados simbólicos, sus contradicciones y su carga cultural, más que en “vender” el toreo.

En la entrevista que nos ofrecieron hace unos días, Jaenada y Gómez recalcaban que no les preocupaba posicionarse como “pro-taurinos” ni “anti-taurinos”: el mundo del toro es un telón de fondo, pero no el núcleo dramático de la serie.

En la crítica, os contábamos que la serie explora el fondo de lo cañí y la fascinación estética que despiertan rituales como el de la tauromaquia pese a sus no pocas contradicciones” (y sin necesidad de mostrar una corrida).

Por tanto, 'La Suerte' no viene a reforzar esas polaridades: viene a mostrarlas y a invitarnos a reflexionar.

La premisa inicial puede parecer un cliché: un taxista que termina siendo chófer de un torero en horas bajas. Pero rápidamente el conflicto entre sus mundos se transforma en algo más rico: crisis personales, miedos escondidos, intereses traumáticos.

David (interpretado por Ricardo Gómez) representa el individuo precario que tiene que hacer malabares para sobrevivir, aceptar trabajos que no encajan con su identidad. Por otra parte, el “Maestro” (Jaenada) es un torero supersticioso y frágil, que cuestiona su lugar en el mundo más allá de la plaza.

En la entrevista, Gómez nos explicaba cómo construyó a su personaje: muchas veces lo más decisivo no es lo que se dice, sino lo que no se dice (las reacciones interiores, los silencios.

Jaenada reconocía que la evolución del torero va más allá de la cronología: hay arcos emocionales que el espectador va descubriendo capítulo a capítulo. Por ejemplo, en el cuarto, el más especial de toda la ficción.

Esa tensión entre oposición inicial y conexión progresiva es el motor dramático de la serie, y funciona incluso si no se simpatiza con ninguno de los lados al principio.

Visualmente, 'La Suerte' apuesta por un estilo de autor: se rodó en 16 mm, con distintos formatos (aspectos, blanco y negro en algún capítulo) para contar no solo lo que sucede, sino cómo lo sienten los personajes.

Como recordábamos en nuestra crítica, la serie va más allá del simple costumbrismo: evoluciona hacia una narración con capas poéticas, existenciales, simbólicas.

Esa decisión estética no es mera ilustración y sirve para que el espectador entre en el mundo interior de los personajes, suspenda su juicio y se sumerja en la contradicción.

Si valoras las series que experimentan con la forma —las que no solo “cuentan una historia”, sino que te hacen sentir el lenguaje audiovisual— esta es una apuesta arriesgada que vale la pena.

'La Suerte' tampoco rehúye el conflicto identitario: España aparece como un territorio fragmentado, donde “los españoles somos muy distintos unos de otros. En los toros y en todo”, como dice Jaenada en la entrevista.

Al finalizar la serie, muchos espectadores sentirán que han asistido a algo más que entretenimiento: una experiencia que los ha hecho cuestionar (o reafirmar) sus visiones del mundo.

Como decíamos en nuestra crítica, uno empieza viéndola pensando que se va a reír y la termina sintiendo que le han hecho reflexionar sobre el sentido de su propia existencia y sobre las conexiones intermitentes con el prójimo.