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El pueblo medieval construido sobre un acantilado hecho con piedra volcánica
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El pueblo medieval construido sobre un acantilado hecho con piedra volcánica

Los escenarios más bellos son aquellos en los que el ser humano supo construir sin romper el paisaje

Foto: Castellfollit de la Roca. © Turisme Garrotxa
Castellfollit de la Roca. © Turisme Garrotxa

En el corazón de la comarca de La Garrotxa, en Girona, se alza uno de los pueblos más impresionantes y pintorescos de toda Cataluña: Castellfollit de la Roca, una pequeña localidad medieval literalmente suspendida sobre un acantilado de roca volcánica. Su silueta, recortada sobre el horizonte, parece sacada de una postal o de una película de fantasía. Lo que hace aún más fascinante este enclave es que está construido sobre una colada basáltica de más de 50 metros de altura y cerca de un kilómetro de longitud, formada por la superposición de dos erupciones volcánicas que tuvieron lugar hace miles de años.

Desde la distancia, Castellfollit de la Roca parece desafiar las leyes de la gravedad. Sus casas, alineadas en el borde del precipicio, se funden con el color oscuro de la piedra basáltica con la que fueron levantadas, creando una armonía natural que pocas veces se encuentra. Esa misma piedra, nacida del fuego y el tiempo, ha sido durante siglos la materia prima de las construcciones del pueblo: muros, calles empedradas, fachadas y hasta la iglesia que corona el acantilado, la Iglesia de San Salvador, restaurada en el siglo XX y convertida hoy en un pequeño espacio cultural.

placeholder Castellfollit de la Roca. © Turisme Garrotxa
Castellfollit de la Roca. © Turisme Garrotxa

Pasear por Castellfollit de la Roca es recorrer un laberinto de callejones estrechos y empedrados, donde el silencio solo se rompe con el murmullo del viento o el sonido lejano de los ríos Fluvià y Toronell, que fluyen a los pies del acantilado. Es precisamente la confluencia de estos dos ríos la que ha contribuido a esculpir con el paso del tiempo la impresionante pared basáltica sobre la que se asienta el pueblo, un fenómeno geológico tan espectacular como único en la península ibérica.

Aunque su superficie apenas supera el kilómetro cuadrado y cuenta con poco más de mil habitantes, Castellfollit de la Roca atrae cada año a miles de visitantes fascinados por su emplazamiento y su historia. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando la posición elevada ofrecía una ventaja estratégica frente a posibles invasores. Hoy, esa ubicación privilegiada se traduce en unas vistas incomparables del valle y de los paisajes volcánicos del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, un entorno de frondosos bosques, antiguos cráteres y senderos que parecen detener el tiempo.

placeholder El pueblo construido sobre un acantilado. (Turisme Garrotxa)
El pueblo construido sobre un acantilado. (Turisme Garrotxa)

Desde el mirador situado al final del pueblo, el visitante puede disfrutar de una panorámica vertiginosa del acantilado, el valle y los ríos que serpentean a sus pies. Es un punto perfecto para entender por qué Castellfollit de la Roca ha sido fotografiado, pintado y admirado por artistas y viajeros durante generaciones. La combinación de su arquitectura tradicional con la fuerza natural del basalto lo convierte en uno de los ejemplos más singulares de convivencia entre la naturaleza y el ser humano.

Además, el pueblo conserva ese encanto tranquilo y auténtico que muchos buscan al alejarse de las grandes ciudades. En sus calles se pueden encontrar pequeñas tiendas artesanales, rincones donde probar productos locales y miradores que regalan una luz única al atardecer, cuando el sol tiñe de dorado las piedras negras del acantilado. Es, sin duda, un destino ideal para quienes disfrutan de la historia, la geología o la fotografía, pero también para quienes buscan una escapada diferente y con alma.

En el corazón de la comarca de La Garrotxa, en Girona, se alza uno de los pueblos más impresionantes y pintorescos de toda Cataluña: Castellfollit de la Roca, una pequeña localidad medieval literalmente suspendida sobre un acantilado de roca volcánica. Su silueta, recortada sobre el horizonte, parece sacada de una postal o de una película de fantasía. Lo que hace aún más fascinante este enclave es que está construido sobre una colada basáltica de más de 50 metros de altura y cerca de un kilómetro de longitud, formada por la superposición de dos erupciones volcánicas que tuvieron lugar hace miles de años.

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