Es noticia
Menú
Los documentos que explican la polémica herencia del duque del Infantado
  1. Famosos
versa sobre el palacio del infantado en guadalajara

Los documentos que explican la polémica herencia del duque del Infantado

Una casa de lujo en el palacio del Infantado en Guadalajara es el principal escollo de la herencia del duque. Entonces le apoyaba su primo el exministro Méndez de Vigo. ¿Y ahora?

Foto: El fallecido duque del Infantado con su mujer y su hija. (Gtres)
El fallecido duque del Infantado con su mujer y su hija. (Gtres)

El duque del Infantado, Íñigo de Arteaga y Martín, deja tras de sí una polémica herencia, tras su fallecimiento el pasado domingo a los 75 años. Nos referimos al piso de 400 metros cuadrados que pensaba construirse con el amparo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que hasta la semana pasada lideraba su primo Íñigo Méndez de Vigo, en la torre sur del Palacio del Infantado, con su característico gótico flamígero. El lugar pertenecía al duque del Infantado hasta que el 21 de julio de 1878 fue comprado en parte por el Ayuntamiento de Guadalajara y cedido posteriormente al Estado.

Tras su bombardeo y casi destrucción en la guerra, volvió a revertirse la propiedad, pasando a ser al 50 % de los herederos de Mariano Téllez de Girón que falleció sin descendencia (esto lo heredó luego el padre de Íñigo de Aretaga Martín) y el otro 50% del Ayto de Guadalajara, firmando una nueva cesión al Estado, en esta ocasión al Ministerio de Cultura a cambio de que éste lo reconstruyera y dedicara a fines culturales como Museo, Biblioteca y Archivo. ¿El valor de la casa que pretendía construir en las dependencias palaciegas Íñigo de Arteaga? El proyecto a cargo del Estado roza el medio millón de euros. Pero vayamos por partes.

Un tema (el del piso del duque en el Palacio del Infantado) que levanta ampollas en Guadalajara y que tenía la oposición del consistorio, que no daba licencia al aristócrata y no autorizaba la obra que avalaba el ministerio ahora de Màxim Huerta. Este fallecimiento abre la incógnita sobre la sentencia que reconocía al duque del Infantado el derecho a una vivienda ocasional dentro del Palacio del Infantado en Guadalajara. Se tendrá que dilucidar si ese derecho correspondía solo a Íñigo de Arteaga o también a sus herederos.

placeholder Fachada del Palacio del Infantado en Guadalajara. (EFE)
Fachada del Palacio del Infantado en Guadalajara. (EFE)

Según ha señalado el arquitecto técnico alcarreño Jorge Riendas, miembro de la Plataforma Abraza el Infantado, con el fallecimiento del duque, que sucedió ayer, termina el "derecho de habitación" que Íñigo de Arteaga y Martín tenía y por el que se inició el litigio. "Todos los expertos en el tema con los que hemos hablado sobre la construcción del piso coinciden en señalar que dicho derecho real de habitación se extingue con la persona y que no es hereditario", ha explicado Riendas.

También ha señalado que ya en su día fue cuestionado que él mantuviese este derecho, pues fue su padre a quien se le concedió, pero los expertos han apuntado que al vivir en ese momento padre e hijo, es decir, el duque y su sucesor, se pudo entender la cesión a ambos, pero nunca más allá de ellos.

placeholder Planos de la casa que se quería construir el duque del Infantado en el palacio que lleva su nombre.
Planos de la casa que se quería construir el duque del Infantado en el palacio que lleva su nombre.


La plataforma Abraza el Infantado ha solicitado una reunión con el nuevo titular de Cultura para no ejecutar la obra de la vivienda y se ha mostrado confiado en que finalmente no presenten un recurso de reposición, tal y como anunciaron los anteriores responsables del ministerio.

Cedido gratuitamente en época de Franco

placeholder Cesión del Palacio del Infantado
Cesión del Palacio del Infantado

Volvamos a 1936, tras el bombardeo de la Legión Cóndor el palacio queda en ruinas. A cambio, el Estado se hizo cargo de la restauración, que el duque no asumió, y lo transformó en un espacio cultural que ha llegado a albergar museo, archivo y biblioteca provincial. Además, debía reservarse un espacio para sus herederos.

Apunte: el duque del Infantado, que se casó en segundas nupcias con Carmen Castelo Bereguiain, contrajo primer matrimonio con Almudena del Alcázar y Armada, hija del conde de los Acevedos, con la que tuvo, además de al fallecido Íñigo de Arteaga, cuatro hijos más: Iván, actual marqués de Armunia; Ana Rosa, condesa de Santiago; Carla, marquesa de Laula, y Almudena, la primogénita, marquesa de Cea, que, pasado el pertinente periodo de luto, será quien ostente el importante ducado del Infantado y demás títulos paternos.

Para entender todo en contexto hay que destacar aquí la relación del padre del fallecido duque con Franco y don Juan, el padre del rey don Juan Carlos. Íñigo de Loyola, militar de profesión, fue capitán general de Sevilla y Baleares, además de miembro del Consejo Privado de don Juan, padre del rey Juan Carlos, con quien el fallecido tenía una gran amistad. Su madre fue una de las íntimas de Carmen Polo, la mujer del dictador.

En 2009, una sentencia judicial vino a aclarar -o a enturbiar- que debería reservarse espacio a fin de que “el duque del Infantado pueda habitar personalmente en ellas de manera ocasional y utilizarlas como museo o archivo familiar”. Y aquí se abre el melón de la polémica. Riendas explica que una vivienda de 400 metros cuadrados, con “espacios que deberán ser amplios”, escaleras de madera maciza, dos dormitorios de casi 30 metros cuadrados cada uno, un baño y un aseo, un recibidor, entreplanta, una cocina de diez metros, un espacio diáfano de 80 metros cuadrados y, lo más llamativo, un salón comedor de casi 110 metros cuadrados, no es una “vivienda ocasional”. Y puntualizan aquí de nuevo tanto él como el PSOE que el juez concede al fallecido aristócrata el derecho habitacional, que es algo personal y que no se puede heredar.

Parece que queda por delante un largo recorrido judicial y administrativo antes de que se clarifique lo que ocurrirá con esa vivienda en el Palacio de Infantado. Por cierto, contradiciones aparentes, el propio ministerio que autorizó la vivienda de lujo del fallecido marqués pidió el cierre del edificio, que este año no albergará por primera vez el Maratón de Cuentos de Guadalajara en sus instalaciones (va por 27 ediciones), ya que el mencionado organismo alertó de la posible existencia de patologías en el inmueble relacionadas posiblemente con la aluminosis, también conocida como fiebre del hormigón.

'Gastas más que el duque de Osuna'

Y lo más sorprendente. El inmueble continúa a nombre registralmente de Mariano Téllez Girón (1814-1882), XII duque de Osuna y XV duque del Infantado, un noble de vida alocada que murió sin descendencia y prácticamente en la ruina, por lo cual a su muerte la biblioteca de los duques del Infantado fue comprada por el Estado, pasando a formar parte de la Biblioteca Nacional. La mayor parte de sus colecciones se vendieron y dispersaron a final del siglo XIX. Había un dicho popular en la época que decía: 'gastas más que el duque de Osuna'.

Su principal heredero era el duque de Alba, pero intervino la Corona, que no vio con buenos ojos que una sola persona poseyera tantos títulos y posesiones. El título de duque del Infantado pasó entonces a las manos de la familia Arteaga y Lazcano, quienes consiguieron recuperar parte de los bienes de la casa. Aquí es donde entra en juego el Palacio del Infantado, que registralmente no pertenece a los mencionados aristócratas. ¿Será esto un simple escollo administrativo?

El duque del Infantado, Íñigo de Arteaga y Martín, deja tras de sí una polémica herencia, tras su fallecimiento el pasado domingo a los 75 años. Nos referimos al piso de 400 metros cuadrados que pensaba construirse con el amparo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que hasta la semana pasada lideraba su primo Íñigo Méndez de Vigo, en la torre sur del Palacio del Infantado, con su característico gótico flamígero. El lugar pertenecía al duque del Infantado hasta que el 21 de julio de 1878 fue comprado en parte por el Ayuntamiento de Guadalajara y cedido posteriormente al Estado.

El redactor recomienda