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Almudena Cid: “La felicidad no depende de querer tener un hijo o no” Sus libros de cuentos, sus ganas de actuar, sus dudas sobre la maternidad y la pasión por su marido, el presentador de 'Pasapalabra', Christian Gálvez

Acaba de cumplir 38 años y hoy Almudena Cid, la única gimnasta rítmica que ha participado en cuatro Juegos Olímpicos (desde Atlanta 1996 hasta Pekín 2008), es una escritora de éxito que arrasa entre las más pequeñas con una colección de cuentos titulada 'Olympia', basada en sus propias experiencias. Pero no se conforma. Su siguiente paso, la interpretación.

¿Por qué quieres ser actriz?

Porque lo aúna todo: para ser actriz tienes que leer y reflexionar, y eso me enriquece como persona. Mi mundo como gimnasta era muy cerrado y necesito conocer la vida. La interpretación enseña otras vidas, otras situaciones y eso me permite ser mas empática. Me gusta el teatro. He participado en la obra 'La cocina', con Sergio Peris-Mencheta, y tiene muchos puntos en común con lo que era mi profesión. En enero estrenaré la obra 'Linda Vista', en el Centro Dramático Nacional.

Ahora triunfas como escritora, ¿cómo se te ocurrió escribir para niñas?

Alguien me dijo que escribiera mi biografía, pero eso solo lo leen los adultos. Así que pensé: "¿Quién quiero que me lea y quién puede querer que yo le acompañe en sus miedos, que son los mismos que yo tenía?". Pues las niñas. Y nunca imaginé que iba a vender 115.000 ejemplares. Mis personajes están basados en hechos muy reales. Por ejemplo, conocí a alguien que prestaba más atención a su poca estatura que a lo que tenía de bueno como gimnasta, así que ideé un personaje bajito muy alegre, que hace reír al grupo. El físico no puede condicionar tu felicidad.

Una de mis frases favoritas, una muy de gimnasia es: “Aunque las cosas se pongan del revés, no por eso se pierde el equilibrio”. Eso sí, hay que hacer un esfuerzo, aguantar y sostener

En el fondo son libros de convivencia y autoayuda.

Me he dado cuenta de que se han abierto a otros públicos. Estaban escritos para mi mundo, pero me leen niñas que no hacen gimnasia pero viven situaciones parecidas. En el primer cuento la protagonista llega a un Club, un lugar donde no conoce a nadie, y tiene que esforzarse por agradar. También hablo de los cambios que tanto miedo me daban y de la fuerza que me dio la adolescencia. Y de mi frase favorita, una muy de gimnasia: “Aunque las cosas se pongan del revés, no por eso se pierde el equilibrio”. Eso sí, hay que hacer un esfuerzo, aguantar y sostener.

Y cuando ves esas colas de niñas que quieren que les firmes el libro…

¡No me lo creo! Yo me retiré hace diez años y vienen niñas de seis, que ni habían nacido. Me resulta abrumador que alguien que no me vio besar el tapiz y retirarme me ponga en valor. Me parece maravilloso.

¿Se casará Olympia cuando se retire?

En los cuentos no se casará, pero habrá un chico. Supongo que se llamará Chris, porque a todas las personas a las que he querido hacer un homenaje les he mantenido el nombre: Irache, Marta… Christian es muy importante para mí, porque es una persona que se cogía un avión para ir a verme y convivía con mi deporte, y eso le ayudó a saber cómo iba a ser 'mi después'. Supongo que Olympia saldrá de la Villa Olímpica abrazada a él.

En la foto de la izquierda, Almudena lleva camiseta de rayas y pantalón ancho de Adolfo Domínguez y anillos de Alibey. Arriba a la derecha, camisa étnica de Vishivanka y pantalón de Maje. Abajo, la portada de uno de sus libros.

De momento no quieres ser madre, tal vez no quieras nunca: ¿te liberaste cuando lo dijiste en voz alta en televisión?

Sí, me liberé en cuanto lo solté y lo normalicé. Yo lo tenía interiorizado, pero decirlo en voz alta me ayudó porque es la verdad. La felicidad no depende de tener un hijo o no.

Yo creía que eso ya estaba superado...

Aún no. La idea de no querer tener hijos está más presente que antes: las mujeres ya hablan de lo negativo que tiene la maternidad. Pero desde que me casé, en 2010, me lo han preguntado siempre, también por la calle, en la compra... Y llegó un momento que hasta tuve pesadillas macabras. Hablé con Christian y le dije: "Cariño, no sé si quiero ser madre". Y él me dijo: "No te preocupes, yo ya trabajaré por mi cuenta lo que me va a suponer a mí no tener hijos. Pero primero estás tú". La verdad es que empleé muchos años intentando reciclarme y no quiero tirar por la borda todo lo que estoy viviendo ahora. Y la maternidad es un freno que me ponen los demás. Si dentro de dos años quiero, ya veremos, igual no podré, o lo adoptaré, o lo que sea; pero no quiero algo que me arrastre hacia un lugar donde no quiero estar.

¿Qué piensa tu madre de todo esto?

Mi madre me apoya en todo. Me fui de casa con 14 años, pero siempre he sido muy niña. Con esta vida evolucionas mucho en unos aspectos y en otros, no tanto, porque vives como en una burbuja. Pero me han dejado hacer. Mi madre siempre me ha dicho: "Hija, si estás convencida, adelante".

Desde que me casé me han preguntado siempre si iba a tener hijos: por la calle, en la compra... Y llegó un momento que hasta tuve pesadillas macabras

¿Que recuerdas del día que conociste a Christian Gálvez?

Recuerdo que él estaba muy nervioso. Pero yo no sabía si eso formaba parte de la dinámica del programa. Para mí fue un descubrimiento, porque ni le conocía, ni conocía su programa, porque yo a esas horas habitualmente estaba durmiendo. Pero sé que me hizo sentir a gusto y contenta. No fue una atracción sexual, solo sentí felicidad. Después, empezamos a vernos y Christian era algo que me sacaba de mi mundo…

¿Le hubieras sacrificado por el deporte?

En mi época deportiva, sí. Entonces mi prioridad era el deporte y él lo entendió. Yo no podía llevar a mi vida a alguien que interrumpiera el final de mi carrera. Christian fue muy generoso, yo creo que también él es muy especial y le gustaban los valores que yo le transmitía: la lucha por algo concreto, pelearlo hasta el final... Me quería, porque no lo puso en duda.

Sueles hablar de cómo Christian te mira…

¡Me encanta! Nos hemos ido mirando cada vez con más madurez. Antes era necesidad, deseo… Los dos hemos pasado momentos difíciles y nos queda 'el nosotros'. Somos cómplices y nos apoyamos. Nos tenemos a nosotros y nuestro hogar, nos gusta estar en casa.

¿Eres casera?

Soy muy familiar y me encanta recibir, decorar la mesa, preparar las habitaciones, subirles el gel… Y cocinar: hago unos pimientos rellenos maravillosos. Y risotto de verduras, lentejas… Cojo recetas y, como un plan de entrenamiento, las sigo a rajatabla. No es que sea ordenada, de hecho en mi vida soy muy desordenada. Esa es una de las cosas que más me ha costado, porque cuando era gimnasta mi entrenadora me dirigía y ahora me tengo que autodirigir. ¿Y sabes qué me relaja? Recoger hojas en el jardín de mi casa, como es automático…

¿Tus padres te visitan con frecuencia?

Viven en Vitoria y les veo más porque mi padre ya está jubilado, pero no como yo imaginaba, recuperando el tiempo perdido. Por eso me gusta hasta meterme en su cama. Lo hago ahora, con 38 años, porque me he pasado mucha vida sin ellos. Y mis hermanos -yo soy la mediana- tampoco pueden venir con facilidad, porque ya tienen sus vidas hechas.

Almudena ha sabido reciclarse como escritora infantil y su libro, 'Olympia', va ya por los 115.000 ejemplares vendidos

¿Qué has aprendido de tus años en la competición?

He aprendido a relativizar. El deporte de élite te pone en situaciones muy criticas, como tener que mostrar tu trabajo en 90 segundos. Yo siempre he dicho que ojalá la vida me dé mas tiempo para enseñar mi trabajo. Una obra de teatro ya son más segundos sobre un escenario... También he aprendido que existen los planes B: en una etapa de mi vida solo había gimnasia, y es verdad que tiene que haber una gran implicación, pero no de toda tu vida. Si algo no sale, ahora sé desdramatizar esa responsabilidad.

Quieres decir que no solo hay un camino...

Efectivamente. En el podio solo hay tres personas, y en la gimnasia muchísimas más. Yo he destacado, no por ser la mejor, sino por ser diferente. Creaba elementos originales, como rodar la pelota por las piernas (el Cid Tostado, lo bautizaron), y a eso se le dio un valor e hizo que el público estuviera pendiente. De algún modo era innovadora. Estoy en un lugar equiparable al de otras que han logrado medallas de oro, y eso también es una forma de trascender. No hay un solo camino, sino muchos para sentirte competente en lo tuyo.

¿Cómo ves el papel de la mujer en el deporte del siglo XXI?

Aún tenemos que dar pasos importantes, zancadas diría yo. Necesitamos igualdad, eliminar la cláusula antiembarazo, por ejemplo. No te dejan quedarte embarazada, tienes un contrato que te lo prohíbe, y eso hay que gestionarlo teniendo en cuenta las necesidades de la mujer para que el deporte siga creciendo. Yo nunca me he sentido acosada, ni discriminada como mujer, aunque sí por mi edad. En mi disciplina son los niños, sobre todo, los que sufren la discriminación, y hay que luchar por la igualdad para ellos también. No hay conjuntos mixtos, ¿por qué no puede un niño salir a competir con un grupo de niñas? Los chicos sienten de verdad y pueden ser más expresivos que las chicas, porque necesitan gritar y lo hacen con el movimiento. En nuestro deporte hay mucha mujer y necesitamos equilibrar.

¿Qué le dirías al nuevo ministro de Deportes?

Que atienda a la base y que cuide el después de los deportistas. Necesitamos referentes, no solo de deportistas de grandes victorias, sino de deportistas más terrenales. Que se vea que el objetivo no es solo ganar. El programa PROAD (Programa de Atención al Deportista de Alto Nivel) se podría mejorar. Estaría bien que abrieran un gabinete de deportistas experimentados y que escucharan sus preocupaciones, que destinaran más recursos a psicólogos. Para el deportista que ha llegado muy arriba la bajada es muy fuerte, el que no ha llegado tan arriba puede lidiarlo un poquito mejor. El reciente testimonio de Michael Phelps, que dice que pensó en suicidarse, a mí no me sonó a chino…

¿Y por qué pasa eso?

Porque una cosa es lo que tú ves de ti y otra lo que ven los demás, y te preguntas quién eres realmente y cómo quieres enfocar tu vida: el acceso a la universidad, tener paro, si no llego a pagar como autónoma… En el Centro de Alto Rendimiento estás muy bien atendido, pero no cotizas. Ahora nos han dado un titulo, el OLY, como deportistas olímpicos, pero ¿eso qué es? La voz de los entrenadores no llega donde tiene que llegar, se queda en la federación…

Para el deportista que ha llegado muy arriba, la bajada es muy fuerte. El reciente testimonio de Michael Phelps, que dice que pensó en suicidarse, a mí no me sonó a chino

Pero tú has logrado tus sueños...

Participar en cuatro Juegos Olímpicos fue la consecuencia de un objetivo claro: demostrar que nuestro deporte no es solo de niñas, sino de mujeres, que podemos cumplir años y tener curvas y seguir sobre un tapiz. Ese era mi verdadero sueño. En mi día a día yo lo que quiero es ser feliz y eso me lleva a intentar pequeños sueños, que se van materializando poco a poco.

¿Y qué lesiones te quedan?

En el cuerpo unas cuantas, pero en el alma una que tiene que ver con el rechazo: yo me enfrenté a un sistema como ser humano y me destrozó. Tuve ansiedad porque yo no entendía que una federación estuviera en contra de un deportista. Yo quería seguir compitiendo y decían que ya era mayor. Fui contra el sistema. Pero me he dado cuenta de que tenía el foco mal: perseguía la aceptación de unos que no me querían. Y mi reconocimiento tiene que tener que ver conmigo, con mis cosas, ahora con mis libros, y no con ellos.

¿Tanto sacrificio te ha compensado?

Solo siento el tiempo que he perdido con mi familia. Ahora disfruto del café cuando antes no podía elegir mi momento para tomarme un café; disfruto de que vengan el sábado mis amigos a casa… Y conservo amigas gimnastas, aunque pocas. De hecho, el día que hice la lista para la boda pensé: "¿Qué he hecho mal?". Pero luego entendí que cuando yo decidí seguir, ellas lo dejaban o las echaban. Y como el deporte te aísla para que los estímulos de fuera no te distraigan, de algún modo las perdí.

¿Cómo te gustaría que te recordaran?

En un escenario. Sobre todo como alguien multidisciplinar, alguien que fue capaz de ver que las cosas están engarzadas y no son una casualidad.

Vestido de gasa de Adolfo Domínguez.

Entrevista: Charo Carracedo

Fotos: Olga Moreno

Agradecimientos: Hotel Orfila

Maquillaje y peluquería: Have a look

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