Soleá Morente, Alba Molina, La Mala Rodríguez: estas son las otras Rosalías
La catalana revoluciona el flamenco y es la cantante del momento. Ha habido otras revoluciones similares como las protagonizadas por hijas de dinastías flamencas potentes
"Si me han puesto en el tablero tendré que apostar por mí tó mi dinero". Suena una voz ronca, aflamencada, bajo compases hiphoperos. Y no, no es Rosalía. Es La Mala Rodriguez, la cantante que montó una revolución con su primer disco, 'Lujo ibérico', en el que mezclaba flamenco con hip hop. Como hace estos días Rosalía, hacía en los 90 La Mala: levantó de su silla a los flamencos jondos. También provocó con sus canciones Alba Molina, hija de Lole y Manuel. "Ojú, que me quiten el piercing pa trabajá en un banco". Sonaba una voz más dulce y sus canciones podían ser más clásicas, pero también mezcló flamenco con pop y hip hop, lo que molestó a unos cuantos. Son las predecesoras de la cantante del momento, las otras Rosalías. Y no son las únicas.
"Hoy he abierto el horno y ha salido Rosalía", bromeaba hace poco en Facebook un promotor (no demos nombres, no hace falta). Porque la catalana está en todas partes y ya cantan su 'Malamente' hasta las niñas de siete años. Puede con todo, incluso puede no saludar a su fan más famoso, Pedro Almodóvar, y salir airosa. Rosalía es savia fresca y todos hablan de ella; pocos se acuerdan de que hay otros nombres que hicieron cosas parecidas (incluso más salvajes) tiempo atrás. Y muchas de esas voces son hijas de flamencos consagrados.
Flamencos consagrados aunque provocadores en su momento. Alba Molina es hija de Lole y Manuel, dos flamencos hippies, que en la década de los 70 ofendieron a muchos con sus letras psicodélicas y su tono rockero. Era puesta en escena de flamenco puro: una voz y una guitarra. Pero no eran canciones y temas que se le esperan al flamenco puro. De tal palo tal astilla, debieron pensar quienes escucharon el debut de Alba Molina. Su primer grupo se llamaba Las Niñas. ¿Se acuerdan? "Tiempo extraño, tiempo raro pa la peña en este planeta, seguiremos luchando por nuestros hijos pá que puedan chupar de la teta". Muchos negaron que eso se tratara de flamenco, aunque ellas dijeran que eso era "flamenco bueno" y vestidas de raperas, cantaran por soleares.
Como Soleá Morente, la segunda hija de Enrique Morente. Con un ritmo mucho más ochentero, Morente canta una mezcla de flamenco y disco que desgasta pistas. De casta le viene al galgo, podríamos caer en el tópico aquí también y acertaríamos. Porque Enrique Morente fue uno de los personajes más rompedores del flamenco. Publicó 'Omega' y revolucionó, de verdad, el flamenco. Esta colaboración con Lagartija Nick reversionando canciones de Leonard Cohen es un disco obligado para cualquiera que quiera saber de qué va la música de este país. Al menos, de qué iba antes de que llegara el reguetón.
Morente estuvo tres décadas dedicado al flamenco al más puro estilo jondo hasta que se topó con el grupo de rock, granaíno como él, y se pusieron a reversionar todo lo que sabían y mezclarlo con los poemas de Federico García Lorca y las canciones de Cohen. Una locura que les llevó a lo más alto y que les dejó en gira permamente. Morente era ya una celebrity.
Cada año tocaban ese 'Omega' en algún escenario, como el Sónar de Barcelona en 2008. Falleció Morente tras complicarse una operación y sus hijos dieron guerra y denunciaron negligencia. Quien más dio la cara fue Estrella Morente, la mayor, mientras la segunda, Soleá, quedó en un segundo plano. Hasta que ahora despega su carrera musical, una carrera que muchos relacionan ya con Rosalía. Porque ya no es una, ni única. Rosalías hay muchas. "Si vas a engañá, mírame con los ojos de engañá", que canta la flamenca salvaje Mala Rodríguez.
"Si me han puesto en el tablero tendré que apostar por mí tó mi dinero". Suena una voz ronca, aflamencada, bajo compases hiphoperos. Y no, no es Rosalía. Es La Mala Rodriguez, la cantante que montó una revolución con su primer disco, 'Lujo ibérico', en el que mezclaba flamenco con hip hop. Como hace estos días Rosalía, hacía en los 90 La Mala: levantó de su silla a los flamencos jondos. También provocó con sus canciones Alba Molina, hija de Lole y Manuel. "Ojú, que me quiten el piercing pa trabajá en un banco". Sonaba una voz más dulce y sus canciones podían ser más clásicas, pero también mezcló flamenco con pop y hip hop, lo que molestó a unos cuantos. Son las predecesoras de la cantante del momento, las otras Rosalías. Y no son las únicas.