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El Assir logra suspender el juicio en España para evitar la foto
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El Assir logra suspender el juicio en España para evitar la foto

El comerciante de armas, amigo del Rey emérito y comisionista de altos vueltos, se sentaba hoy en un banquillo en Madrid y tiene pendiente otro juicio en Francia

Foto:  El Assir. (Ilustración: Jate)
El Assir. (Ilustración: Jate)

Es probable que cuando salió aquel breve en la sección de estilo de vida del 'Washington Post' en 2002, al libanés Abderramán El Assir, comerciante de armas y comisionista de altos vueltos, le hiciera incluso gracia. Un conocido lobista del partido republicano, Paul Manafort, contestaba a las acusaciones de impago por parte de la dueña de una poderosa agencia de viajes: “Añadió que había ordenado transferir el dinero que le debe -no 50.000, sino 18.000 dólares- desde una cuenta suiza del empresario español Abdul El Assir, el cliente a quien él había reservado los billetes”, según el 'Post'.

Si algo ha espesado el misterioso aura de este hombre de negocios, colega de cacerías de don Juan Carlos I cuando el emérito reinaba, y con acceso al rey Fahd cuando el saudí reinaba en Marbella y gobernaba en Arabia Saudí, es la discreción con la que desde los años noventa había envuelto su vida: nada de declaraciones, ni siquiera la de la renta. Pero lo que es seguro es que aquel breve revela hoy muchas y sabrosas conexiones de El Assir: desde la esposa de George Clooney a la reconversión de la ultraderecha en alternativa (de gobierno) en todo Occidente, pasando por la ventanilla de Hacienda.

Lo primero es lo último: Abderramán el Assir (Líbano, 1950) tenía que sentarse hoy en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid para responder de dos delitos contra la Hacienda pública cometidos precisamente en 2002 y 2003: la Fiscalía pedía para él ocho años de prisión y casi 90 millones de euros (entre multa y responsabilidad civil por los 14 millones no declarados en su día). Como a principios de octubre, las partes pidieron suspender el juicio para negociar un acuerdo de conformidad, El Assir se había comprometido a aceptar hoy los hechos, a cambio de una rebaja de la pena.

Pero a El Assir no le gustan las fotos, ni que haya periodistas en sus juicios, así que ha pedido una nueva suspensión. Y la Fiscalía ha accedido. Eso sí, como no hay dos sin tres, ya hay nuevo señalamiento para el juicio, según acaban de confirmar fuentes de la Audiencia Provincial a Vanitatis. Pero tratándose de El Assir, nunca se sabe.

placeholder George Clooney y Amal en una imagen de archivo. (Reuters)
George Clooney y Amal en una imagen de archivo. (Reuters)

Es curioso que justo hoy la fundación de George y Amal Clooney, sobrina de uno de los grandes socios de El Assir, haya lanzado una campaña para "monitorizar" los juicios y evitar así oscurantismos en la justicia. La campaña se llama Trial Watch, según Reuters. Veremos si lo aplican al de El Assir.

Discreto compañero de cacerías del emérito

Desde la década de los noventa, El Assir había vivido en una nube, exactamente entre Suiza y España, y es de esa nube de la que se ha newgado a bajarse hoy para sentarse en el banquillo. Pero el breve de Paul Manafort, quien luego se convertiría en el primer jefe de la campaña que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca, anunciaba mucho más que esa nube fiscal -residía en España, con cuenta en Suiza y no lo declaraba a Hacienda- que ahora la Fiscalía quiere meter en cintura. Entonces era difícil saberlo. Pero Manafort, hoy bajo sospecha por sus peligrosas amistades rusas y su influencia en la política americana, había trabajado para la derecha parisiense.

placeholder  Paul Manafort. (Getty)
Paul Manafort. (Getty)

El caso francés

Y por eso, a El Assir, excuñado de Adnan Khashoggi y de Adrián de la Joya, le espera otro juicio en Francia. Bastante más delicado: la pieza financiera del caso Karachi, una investigación judicial donde se dirime si la muerte de 11 ciudadanos franceses en un atentado terrorista en Pakistán tuvo que ver con que el Gobierno de Jacques Chirac hubiera cerrado el grifo de las comisiones por la venta de armas. Todo apunta a que el grifo lo había abierto la mano de El Assir y la de otro hombre de negocios libanés, tío de la actual mujer del actor George Clooney.

El atentado tuvo lugar en Karachi en 2002, dos meses después de que se publicara el breve del 'Post'. Un año capicúa y gafado para El Assir. Aunque aún tardarían otro puñado de años para que los agentes judiciales, tanto franceses como españoles, tocaran a la puerta de su refugio suizo. En 2012, una investigación periodística francesa lo localizó en Ginebra. En 2016, en Gstaad, celebró por todo lo alto la boda de una de sus hijas, Alia María El Assir Fernández Longoria, fruto de su matrimonio con la hija del exembajador español en Egipto, Carlos Fernández Longoria de Pavía.

Años después, la justicia francesa relacionó los negocios de Manafort con El Assir: el hispano-libanés le pagaba los trabajos que el lobista americano había hecho (o no) para el ex primer ministro francés, Edouard Balladur, durante la campaña electoral de 1995. Los franceses lo llaman 'retrocomisión': una parte de las comisiones que Pakistán desembolsaba por la compra de unos submarinos franceses, El Assir la inyectaba en la campaña electoral francesa pagando a Manafort los servicios prestados a la causa de la derecha de Edouard Balladur y Nicolas Sarkozy.

placeholder  El Assir, en una de las pocas imágenes que existen de él.
El Assir, en una de las pocas imágenes que existen de él.

Cuando llegó a España, en 1980, El Assir era cuñado de Adnan Kashogui, su maestro en el negocio de la venta de armas y por entonces uno de los hombres más ricos del mundo; cuando se instaló definitivamente en Suiza, tras obtener la nacionalidad española en 2004, lo era de Adrián de la Joya, el otro yerno del embajador en El Cairo, casado con Cristina Fernández Longoria y hombre público desde que en 2017 tuvo que declarar por la operación Lezo, la trama de corrupción tejida en torno al expresidente madrileño Ignacio González (PP). El Assir se divorció de María, con quien tiene otros dos hijos, hace tres años.

Mi marido se asoció con El Assir y nos fuimos a vivir a París. Una buena vida, un buen piso

En uno de su viajes en avión, El Assir se reencontró con un viejo compañero de universidad, Ziad Takieddine. Los dos habían hecho su vida lejos de la guerra civil de Líbano. La de Takieddine, sin embargo, a sus 43 años, no acaba de despegar. Pero para eso están los amigos. El Assir muestra a Takieddine, tío de una entonces desconocida Amal Alamuddin (luego abogada especializada en derecho internacional y esposa del actor George Clooney), el camino del éxito: sus contactos llegan al rey Fahd, que todavía reina y gobierna, y, le anuncia, le va a presentar al cheik Ali Ben Moussalem, ministro y consejero del rey saudí, y dueño del hotel Príncipe de Gales de París.

“Mi marido se asoció con El Assir, y nos fuimos a vivir a París. Una buena vida, un buen piso”, le contó la exmujer de Takieddine a los autores de 'Avec les compliments du Guide' (Fayard, 2017), un reportaje sobre la financiación libia de la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy en 2007. Sarkozy sabe, pero sobre todo aprende. Mucho antes de conocer a Carla Bruni, había sido portavoz y ministro... del Gobierno de Balladur hasta 1995. De Karachi a Gadafi, solo cambian las consonantes.

Intermediario de referencia

Además del contrato por los submarinos a Pakistán, El Assir y Takieddine fueron intermediarios en la venta de varias fragatas a Arabia Saudí, país mundialmente reconocido, como bien aclaró la ministra de Defensa española, Margarita Robles, por utilizar solo bombas inteligentes. Takieddine también aprende. A volar solo. Y fue así como se había convertido en intermediario de referencia en la french conection del coronel Gaddafi. Mediapart destapó hace seis años que el dinero libio había bombeado la campaña del expresidente Sarkozy y la investigación judicial acabaría llevando a la cárcel primero, y a la prohibición de salir de Francia después, a Ziad Takieddine.

A finales de septiembre de 2014, sin embargo, el actor George Clooney y Amal, la abogada de Beirut, se casan en Venecia. El tío de la novia está invitado y, según su abogado francés, la instrucción está ya acabada. Takieddine le pide permiso al juez para ir a la boda. El juez se lo denegó. Junto a El Assir, que hoy debe presentarse ante el tribunal en Madrid, el tío de madame Clooney espera fecha de juicio en París.

Es probable que cuando salió aquel breve en la sección de estilo de vida del 'Washington Post' en 2002, al libanés Abderramán El Assir, comerciante de armas y comisionista de altos vueltos, le hiciera incluso gracia. Un conocido lobista del partido republicano, Paul Manafort, contestaba a las acusaciones de impago por parte de la dueña de una poderosa agencia de viajes: “Añadió que había ordenado transferir el dinero que le debe -no 50.000, sino 18.000 dólares- desde una cuenta suiza del empresario español Abdul El Assir, el cliente a quien él había reservado los billetes”, según el 'Post'.

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