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Miguel Gila: el lado más desconocido del gran maestro del humor
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¿Es el enemigo? ¡Que se ponga!

Miguel Gila: el lado más desconocido del gran maestro del humor

Pionero de los monólogos en nuestro país, el legendario cómico nos decía adiós hace veinte años pero el recuerdo a su figura no ha dejado de estar de actualidad

Foto: Miguel Gila, durante una de sus actuaciones. (TVE)
Miguel Gila, durante una de sus actuaciones. (TVE)

Han pasado ya dos décadas desde que falleciera en Barcelona, a causa de una insuficiencia respiratoria debida a una enfermedad pulmonar crónica que sufría. Sin embargo, el recuerdo de uno de los humoristas más destacados de nuestra historia sigue muy vivo. Este huérfano, trabajador de taller y más tarde voluntario republicano en la Guerra Civil, donde sobrevivió incluso a un pelotón de fusilamiento, lo tuvo todo, pero terminó sus días sin nada. Ahora el programa 'Lazos de sangre' de Televisión Española bucea en su recuerdo para aportar luz a la figura de Miguel Gila.

¿Qué se escondía tras su sonrisa? ¿Cómo fue la relación con sus hijos? ¿Y su tormentosa vida sentimental? Esas son algunas de las preguntas que trata de resolver el espacio que conduce Boris Izaguirre, que además adentrará a los espectadores en las facetas menos conocidas del humorista, como sus trabajos como actor y dibujante de viñetas en revistas como 'La Codorniz'. El documental aporta también los testimonios de dos de sus hijos, que se sinceran y muestran, por primera vez, imágenes de su infancia, con un Gila muy diferente del que se veía en el escenario

El arte de Miguel Gila (o don Miguel, como era conocido en el gremio durante sus últimos años de vida) residía en hacer de una ficticia situación bélica un monólogo desternillante. Cuando falleció, dejó huérfano al humor nacional colgando su famoso teléfono por última vez; un ‘teléfono roto’ que no siempre transmitió la veracidad exacta en lo que a su vida privada se refería.

Conocido fue el desplante hacia su hija Carmen, famosa por haber narrado cómo fue su relación con su padre. Tras su nacimiento, este se negó a reconocerla desde México como descendiente, algo que esta reclamó ante la justicia.

placeholder Carmen Gila, durante la entrevista en 'Lazos de sangre'. (TVE)
Carmen Gila, durante la entrevista en 'Lazos de sangre'. (TVE)

Ella misma describía a Miguel Gila como alguien serio y poco cariñoso, un retrato alejado de la imagen que caló en el ideario popular que dibujaba a un personaje inocente y afable. Se sintió, en sus propias palabras, "abandonada" por alguien a quien toda España admiraba. Tras la muerte del comediante, conseguiría el apellido legítimo.

Foto: Ángel Garó, en 'Sálvame'. (Telecinco)

Entre chiste y broma, Gila forjó una leyenda personal que no siempre fue del todo certera. Por ejemplo, quedó demostrado con el tiempo que nunca fue expulsado del país durante el franquismo (siendo él comunista confeso), ya que, de hecho, actuaba anualmente en el palacio de La Granja bajo expresa solicitud de Carmen Polo de Franco. Si se fue del país quizás fue por incomodidad política, pero no por el exilio al que él mismo refirió en su biografía escrita en los noventa.

Sobre sus pensamientos en materia de política, hablaba claro en aquellas memorias. "Creo —es decir, estoy seguro— que mi identidad política terminó en diciembre del año 1938, en el frente de Extremadura, cuando, unos instantes antes de caer prisionero en manos de los moros de la 13.ª División del general Yagüe, tuve que romper mi carné de las Juventudes Socialistas; pero la ideología que mamé en mi niñez, en mi casa de gente humilde y en las fábricas o talleres donde trabajé, sigue latente en mí. Lo que van a leer es el testimonio de un hombre que fue joven en una generación en la que el hambre, las humillaciones y los miedos eran los alimentos que nos nutrían".

En la década de los ochenta y tras el supuesto exilio que nunca ocurrió, Gila volvió de Argentina, país en el que trabajó varios años, e instauró el humor que lo distinguiría: la boina, el teléfono y las disparatadas charlas bélicas a través del teléfono. El resto es historia. Los mitos que rodean al que pasara sus últimos años en Barcelona estrechando una fuerte amistad con Joan Manuel Serrat son muchos y variados.

Algunos eran fáciles de descubrir a través de un rápido trabajo de documentación. Otros fueron aireados post mortem por la hija que nunca reconoció como tal. Esta ‘cara b’ de la leyenda nunca opacará esos monólogos del artista que descubrió a los habitantes de la piel de toro que una conversación bélica también podía entrañar un divertido mensaje y unir de algún modo a las llamadas 'dos Españas'. "El humor es la maldad de los hombres dicha con ingenuidad de niño. Un espejo en el que se refleja la infinita estupidez del ser humano". Palabra de Miguel Gila.

Han pasado ya dos décadas desde que falleciera en Barcelona, a causa de una insuficiencia respiratoria debida a una enfermedad pulmonar crónica que sufría. Sin embargo, el recuerdo de uno de los humoristas más destacados de nuestra historia sigue muy vivo. Este huérfano, trabajador de taller y más tarde voluntario republicano en la Guerra Civil, donde sobrevivió incluso a un pelotón de fusilamiento, lo tuvo todo, pero terminó sus días sin nada. Ahora el programa 'Lazos de sangre' de Televisión Española bucea en su recuerdo para aportar luz a la figura de Miguel Gila.

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