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Una tonadillera, una actriz y una primera dama: los tres amores platónicos de Franco
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Una tonadillera, una actriz y una primera dama: los tres amores platónicos de Franco

Esta semana se han cumplido veinte años de la muerte de Juanita Reina. Ella fue uno de los amores platónicos del Caudillo, según narra Pilar Eyre en su 'Franco Confidencial'

Foto: Sara Montiel en una imagen de archivo. (Cordon Press)
Sara Montiel en una imagen de archivo. (Cordon Press)

'La Lola se va a los puertos, la isla se queda sola”. La primera vez que los espectadores escucharon esa estrofa en una canción fue en plena posguerra. 'La Lola se va a los puertos' se estrenó en 1947 y se convirtió en otra punta de lanza de la carrera de Juanita Reina. Cantante y estrella absoluta de aquella época, esta semana se han cumplido veinte años de la muerte de la tonadillera. Y la sorpresa ha sido grande cuando Pilar Eyre ha recordado en su blog que Reina también fue algo más que un ídolo para Franco.

Los diarios de Franco Salgado-Araujo, primo del dictador, fueron la fuente de datos para la periodista, que descubrió una predilección especial del Caudillo por la estrella de la copla. “El editor era amigo íntimo de mi padre. Había una orden de surprimir todas las alusiones a Juanita Reina porque el Caudillo tenía fijación con ella”, asegura la periodista y escritora a Vanitatis.

placeholder Juanita Reina junto a su hermana y dos amigos en los 90. (Cordon Press)
Juanita Reina junto a su hermana y dos amigos en los 90. (Cordon Press)

La historia, de hecho, ya aparecía en su libro 'Franco Confidencial'. “Un editor de las memorias de Salgado-Araujo, Rafael Borrás, las incluyó en su colección 'Espejo de España' y me explica que, al contrario de lo que trató en su momento de difundir la familia “no se tocó absolutamente nada del manuscrito mecanografiado original, únicamente suprimimos una referencia a la admiración de Franco por Juanita Reina”, narra en sus páginas.

placeholder La estrella junto a Miguel Ligero en una película de 1944. (Cordon Press)
La estrella junto a Miguel Ligero en una película de 1944. (Cordon Press)

Al parecer, no era raro que el Generalísimo viese películas de la tonadillera en la privacidad de su hogar en El Pardo. A Carmen Polo no le gustaba demasiado aquella afición y por eso cualquier mínimo rumor (por absurdo que fuese) sobre la cantante y actriz le sonaba a gloria.

“A veces llevaba el rumor absurdo, lo que ahora se llama leyenda urbana:

-Me han dicho de muy buena tinta que Juanita Reina tiene lepra…-

Y la señora tenía un delicioso estremecimiento de repugnancia porque a Paco le gustaba mucho Juanita, decía que le recordaba a las amigas ferrolanas de su hermana por mucho que la cantaora fuera sevillana”, cuenta Eyre en 'Franco Confidencial'.

Empero, Reina no era la única dueña de las idolatrías del dictador. Entre las mujeres que más llamaban su atención también estaba, por ejemplo, Sara Montiel. En otras páginas del libro se narra aquella ocasión en la que la protagonista de 'El último cuplé' actuó en La Granja de Segovia. Por entonces, el país entero estaba enamorado de ella tras haberla visto en 'El último cuplé'.

placeholder Sara Montiel en 1956, en pleno éxito hollywoodiense. (Cordon Press)
Sara Montiel en 1956, en pleno éxito hollywoodiense. (Cordon Press)

"El Caudillo se acerca imantado por el aroma a sensualidad que despide y con voz sofocada le dice:

-Sarita…

La manchega, avanzando el busto, contesta:

-Dígame, su excelencia.

Y al final, ya perdidos de vista la Granja, el polvo insoportable que se levanta del suelo, los mil invitados, ahogados en la calima sudorosa del atardecer más caluroso del verano, el Caudillo le suplica:

-Violeterilla, venga para acá, que la quiero conocer de cerca…

Pero doña Carmen, que está a todas, se aproxima rápidamente. Ella sabe que, aunque su Paco es un santo, no deja de ser hombre, así lo explica con malicia Pacón: “Carmina se rodea siempre de amigas feas para evitar la tentación”. Y para ella, Sarita Montiel entra en la categoría de las mujeres que deberían estar prohibidas. Le da un golpe con su abanico a la manchega, que se ríe muy alto para disimular, y se lleva a su marido”.

placeholder Eva Perón en una imagen de 1948. (Cordon Press)
Eva Perón en una imagen de 1948. (Cordon Press)

Otro momento incómodo para la Collares tuvo lugar cuando Eva Perón hizo una visita de Estado a España. Agasajada por el régimen, llegó a nuestro país un 13 de junio de 1947. Las multitudes la recibieron como si fuese la mismísima Greta Garbo. A su tour europeo lo llamaron Gira del Arco Iris. Ciertamente, la mayoría de mujeres españolas jamás habían visto los colores de las chaquetas de la argentina, ni un glamour que se echaba en falta en una España en blanco y negro. Cuentan que la Perón llamó “regio” a Franco. En privado, sin embargo, otros juraban que lo definió como “el gallego de mierda”. A Carmen Polo tampoco le caía demasiado bien aquella rubia que venía allende los mares.

Tal y como se narra en 'Franco Confidencial', “estas rivalidades femeninas no salían en los periódicos, que sólo contaban que doña Eva se había sentido admirada por la pujanza de esta España pobre en alimentos pero rica en valores espirituales, y que lo que más le había gustado eran la Sección Femenina y la muñeira”.

placeholder Franco y Carmen Polo. (Cordon Press)
Franco y Carmen Polo. (Cordon Press)

Lo importante es que, según biógrafos y figuras de autoridad sobre la vida de Franco, los amores platónicos nunca se materializaron. Uno de los rasgos que más caracterizaron al dictador fue su alergia al sexo. Hijo de un hombre infiel, con un complejo de Edipo que le hacía adorar a su madre, nunca se pasó de la raya ni repitió la historia de su progenitor. Aquello también influyó en su férrea moral católica y en la imagen pública que proyectaba con su mujer, con su hija o con su nieta. El abuelo y el padre, el dictador y el 'salvador' del país, el hombre y el monstruo, también tuvo espacio en su corazón para idolatrar a estas tres mujeres que muestran los deseos más ocultos de un hombre que sigue siendo un misterio.

'La Lola se va a los puertos, la isla se queda sola”. La primera vez que los espectadores escucharon esa estrofa en una canción fue en plena posguerra. 'La Lola se va a los puertos' se estrenó en 1947 y se convirtió en otra punta de lanza de la carrera de Juanita Reina. Cantante y estrella absoluta de aquella época, esta semana se han cumplido veinte años de la muerte de la tonadillera. Y la sorpresa ha sido grande cuando Pilar Eyre ha recordado en su blog que Reina también fue algo más que un ídolo para Franco.

Francisco Franco
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