Ainhoa Arteta y Matías Urrea pueden casarse, tras posponer un año su boda

Ainhoa Arteta y Matías Urrea al fin pueden casarse. La pareja ha tenido que posponer casi un año su boda. Ya hubo petición de mano, en Rusia a finales del 2017. Pensaban contraer matrimonio en el verano del 2018, pero los cambios laborales de la diva -cambió de representante artístico- y su ajustada agenda hicieron que retrasaran la fecha hasta este mes de junio.

Forman una pareja en la que la complicidad y la forma de ver la vida son una base muy importante. Matías, capitán de corbeta, ha viajado tras ella por medio mundo, aunque fuera solo por pasar juntos unas horas: “Lo más lejos que he ido ha sido Sídney, un día y medio de vuelo, para verla. Italia, Alemania, Moscú… Realmente no es tan complicado cuando uno quiere. La ilusión y las ganas lo hacen todo fácil”.

Ainhoa prepara con gran ilusión esa boda, aunque para ella será la cuarta, pero asegura que irá vestida como una novia tradicional: “De blanco y largo, en mis tres bodas anteriores nunca fui de novia, así que esta vez quiero hacerlo”.

Boda en Andalucía

Será en Andalucía porque ambos aman esta tierra. Él es murciano y ella vasca, pero su historia de amor nació en Andalucía, entre Sevilla, Jerez y El Puerto de Santa María, localidad gaditana donde contraerán matrimonio .Ainhoa se casó por primera vez, por la Iglesia, cuando tenía 24 años. Él era su novio de juventud , lo conoció cuando apenas tenía 16 años. No tuvieron hijos y el despegue profesional de ella los fue distanciando. Su segundo marido fue el tenor Dwyane Croft, padre de su hija mayor, Sarah. El jinete Jesús Garmendia, padre de su hijo Iker, fue su tercer marido.

Para un día tan especial, contará con su equipo habitual: Javier Mascareña, estilista y maquillador, que lleva trabajando con ella unos siete años. La relación laboral ha dado paso a una gran amistad porque a la Arteta le gusta crear un clima familiar a su alrededor.

El anillo de compromiso que luce la diva fue adquirido por Matías en una joyería sevillana, un diseño exclusivo para ella. Él tuvo que pedirle varias veces matrimonio, hasta que aceptó. Ainhoa decía que “no quería rocas”, solo pretendía que él fuera original en su petición, que la sorprendiera. Y debió de serlo porque escogió la Plaza Roja de Moscú donde está la basílica de San Basilio, hacía mucho frío y finalmente tuvieron que marcharse a un centro comercial, muy bonito con diseño italiano, y allí ella dijo sí. Era noviembre del 2017. Pensaron en el verano del 2018 para celebrar una boda rodeados de sus amigos y familia, barajaron la posibilidad de hacerla en Sevilla pero finalmente se han decidido por Cádiz.

Lazos en común

En El Puerto de Santa María tienen buenos amigos. Matías posee una embarcación y navegar en familia es una de sus grandes aficiones. Ainhoa disfruta del mar en libertad. Ella reconoce que no es fácil adaptarse a su vida, dos hijos, viajes continuos por medio mundo y tener la capacidad de aceptar que es una persona que también se debe a su público, pero asegura que “Matías es un hombre muy inteligente. Después de perder a mi madre, siento que es la persona que más se ha preocupado por mí”.

Desde que murió su madre lleva en el cuello un colgante con una mariposa, que simboliza el amor que sentía por ella. Ainhoa es además una gran defensora de los animales; perros y caballos forman parte de su ambiente habitual. Hace un año se instaló en Madrid para que su hija mayor, Sarah, comenzara sus estudios universitarios. También ella ha empezado a dar clases como docente en un prestigioso centro. Su hijo menor, Iker, tiene aproximadamente la misma edad que el único hijo de Matías y se llevan muy bien. Entre ambos han formado una familia numerosa.