Pitita Ridruejo: dos funerales (uno de ellos en latín) para recordar su figura

Esperanza Ridruejo Brieva, más conocida por Pitita, falleció el 6 de mayo a los 89 años. Un día después, la familia trasladaba sus restos al cementerio del Espino en Soria, donde se ofició una misa por su eterno descanso. A esta liturgia solo acudieron los hijos y el entorno más cercano. El resto de amigos, conocidos y todos aquellos que querían y admiraban a Pitita podrán rezar por ella la semana que viene en dos misas funeral en Madrid.

La primera, el viernes 24 de mayo en la iglesia de nuestra Señora de la Paz a las ocho de la tarde. Y la siguiente, seis días después en la iglesia de San Agustín a las 7 de la tarde, oficiada por el sacerdote Javier Sigri, sobrino de Pitita.

La decisión de organizar dos liturgias tiene que ver con la relación de Pitita Ridruejo con el Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote y sus integrantes. Cada vez que el superior de esta orden religiosa, con sede en Florencia, viajaba a Madrid, Pitita lo recibía en su casa de la calle Fomento y organizaba un encuentro con las amistades de España. Rezaban en el oratorio del palacio-vivienda y después participaban los amigos y miembros de la familia que quisieran en una merienda o desayuno.

El sacerdote Raúl Olazabal será el encargado de oficiar, en latín, la primera misa. Esta liturgia y el propio instituto están totalmente admitidos por la Iglesia y no tienen que ver con los seguidores de monseñor Lefevre y otros cismas de la Iglesia católica. Daniel San Martín, doctor en Derecho Canónico, así lo explica: “Pitita estaba muy unida desde su fundación y por eso los hijos tomaron esa decisión. El carisma de esta celebración es la liturgia tradicional en latín siguiendo el misal de San Pío y en comunión con la Santa Sede. No hay nada raro y es la mejor manera de despedir a Pitita”.

Hija de una saga de banqueros e intelectuales, siempre fue un referente de buena educación y una gran persona según todos los que la rodearon. Casada con el filipino Mike Stilianopoulos, diplomático de carrera, ambos vivieron en Manila y Londres para acabar residiendo en la capital de España. Madre de tres hijos, Ana, Carlos y Claudia, Pitita no solo fue una persona clave en el aspecto social, sino también en el cultural y religioso al conseguir que la Iglesia reconociera las apariciones marianas en El Escorial.