El mesonero Lucio publica sus memorias: "Al Rey le encantan mis chistes"

A Lucio no le hace falta utilizar su apellido para que se le conozca internacionalmente. El estadio del Atlético de Madrid ha sido el lugar elegido para presentar un libro de su vida escrito por Alberto Vázquez-Figueroa con prólogo de Arturo Pérez Reverte, dos de sus incondicionales. La obra lleva por título 'Lucio' y en ella se recogen las mil y una anécdotas que adornan la vida de este hombre que comenzó a trabajar a los 10 años.

“Todo lo que sé lo he aprendido mirando. Nunca he recibido una clase de cocina ni he leído un recetario. Siempre fui listo y espabilado”, contaba en la charla que mantuvo con Pepe Domingo Castaño en el salón de actos del Wanda. Uno de los atractivos de esta obra es la cantidad de dedicatorias recopiladas y fotos con personajes importantes que pasaron y pasan por Madrid y dan una idea de la trayectoria de este hombre. A sus 86 años sigue al pie del cañón y sirviendo mesas si hace falta. La clave de su éxito consiste en “ser trabajador, humilde y no creerte más que nadie. Lo que yo quiero es que cuando me vean por la calle la gente piense 'ahí va un buen hombre y no un mamón”.

Su restaurante, situado en la Cava Baja, forma parte del circuito gastronómico de Madrid. Es el lugar por donde pasan mandatarios extranjeros, artistas y modelos internacionales, empresarios del Ibex y fortunas que cambian el caviar iraní por los huevos estrellados, los callos, la merluza rebozada, las albóndigas con patatas fritas o el arroz con leche. Lucio es una institución en el mundo de la gastronomía aunque no tiene estrella Michelin ni falta que le hace. No cambia su estética. Siempre aparece con su chaquetilla blanca paseándose por las mesas y contando chistes a los clientes que conoce y con los que tiene confianza. Uno de ellos es don Juan Carlos, que después se los repite a sus amigos.

El mesonero, tal y como le gusta que le llamen, lo contaba a Vanitatis: “Al Rey le gustan mis chistes y se troncha. Cuando era más joven y venía a comer o a cenar me decía: 'Venga, Lucio cuenta uno de los tuyos”. La relación con el empresario es directa y natural “y con mucho respeto por mi parte”. El trato comenzó cuando aún era Príncipe de España y cada vez que ha venido un mandatario extranjero, el Rey lo llevaba al local de la cava Baja.

El comedor de Casa Lucio ha sido utilizado por el ex jefe del Estado para escenificar momentos que debían publicitarse de una manera oficiosa. En julio del 2015 don Juan Carlos, que acababa de abdicar, citó a los cuatro presidentes de la democracia (Felipe González, Aznar, Mariano Rajoy y Rodríguez Zapatero) en el restaurante y a la vista de todos para representar esa unidad de España en la figura los políticos. Si en este caso se buscaba mostrar esa imagen pública, el restaurante ha servido para encuentros discretos y hasta secretos.

El que fuera ministro del Interior José Luis Corcuera estuvo presente en el Wanda este lunes y definió al tabernero de “buena gente, un fenómeno en lo suyo. A mí me lo presentó Txiqui Benegas”. Recordaba cómo en ocasiones, cuando tenía responsabilidades políticas, acudía al restaurante: “Tenía comidas delicadas con algunas personas y era mejor que no trascendieran. Jamás se filtró ninguna información. Cualquier camarero podría haber ganado un buen dinero contando con quién almorzaba en el tercer piso donde se encuentra el despacho de Lucio. Si las paredes hablaran, contarían una forma de ver la historia de España. Lucio nunca ha hecho distingos ideológicos”.

Ana Botella, Enrique Cerezo, el empresario y bodeguero Rubén Domínguez, Pedro Ruíz, Glenda Gaby, Beatriz Trapote y Los del Río fueron algunos de los amigos que estuvieron con Lucio y con su tres hijos, Mari Carmen, Javier y Fernando, en la presentación de sus memorias.