ENTREVISTA EXCLUSIVA
AL DUQUE DE MEDINA SIDONIA

"Convivir con la viuda de mi madre está siendo tenso"

Alonso González de Gregorio abre las puertas del palacio de Sanlúcar a Vanitatis para hablar de su papel al frente de la casa nobiliaria y de la difícil convivencia con Liliane Dahlmann

Texto: Coral Casero
Estilismo: Sevilla Press
Diseño: Bolívar Alcocer
Desarrollo: Jorge Massanet



Leoncio Alonso González de Gregorio y Álvarez de Toledo es el 22 duque de Medina Sidonia. Casado con Pamela García Liceaga y Damián, es profesor de Historia y se ha instalado en el palacio familiar de Sanlúcar de Barrameda en el que vivía su madre y que es la sede de la Fundación Casa de Medina Sidonia, que preside Liliane Marie Dahlmann (presidenta vitalicia y viuda de la anterior duquesa, madre de Alonso). Liliane ha mantenido un litigio con los tres hijos de la llamada 'duquesa roja' durante más de diez años y vive también en el palacio. La situación es cuando menos llamativa. Charlamos de ello con él. Y de muchas otras cosas.

P: Se ha instalado en Sanlúcar con su esposa, Pamela.

R: Sí, vivimos aquí, es nuestro domicilio. Estoy empadronado aquí, llevo aquí cinco meses y mi intención es permanecer hasta que Dios quiera porque este es mi lugar natural y el lugar de mis antepasados.

P: Estamos en un lugar con una carga histórica muy importante.

R: Por este palacio que usted ve han pasado 26 generaciones, siete siglos. Aquí llegó Guzmán el Bueno en el siglo XIII, obtuvo el señorío de Sanlúcar, fue el primero en habitar estas casas, comenzó a hacerlas. Aquí ha permanecido desde entonces la familia, con altos y bajos, como pasa siempre, y mi intención es que no tiene por qué romperse. Esta tradición enriquece mucho a Sanlúcar, enriquece a Andalucía y enriquece a España.

Duque de Medina Sidonia
Leoncio Alonso González de Gregorio y su esposa, Pamela García Liceaga y Damián.

P: ¿Consideran entonces este palacio como su hogar?

R: Sí, claro.

P: ¿Tienen hijos?

R: Yo tengo dos hijos de mi anterior matrimonio, un hijo y una hija, que tienen una estupenda relación con Pamela, especialmente mi hija, pero nosotros no tenemos hijos.

P: ¿Cúantos años llevan casados?

R: Casados 18 años, pero 22 años juntos, antes tuvimos un noviazgo de cuatro años.

P: Es decir, que acaban de cumplir la mayoría de edad como matrimonio.

R: Pues sí, eso quiere decir que ya no tenemos límites.

P: Usted es venezolana, Pamela.

R: Sí, llevo en España 20 años. Los dos primeros años de noviazgo él iba a verme a Venezuela, fue allí a pedir mi mano y ya me vine a España. Vine por amor, aunque mi ascendencia familiar es española y yo de niña ya viví aquí. Estudié parte del Bachillerato, después volví a Venezuela. Me gusta mucho Andalucía porque hay muchas similitudes con Venezuela. Siempre cuento que el tercer viaje de Colón salió de Sanlúcar de Barrameda y llegó a Venezuela y la llamó Venecia por la inmensidad del Orinoco… Me gusta mucho Sanlúcar y vivir aquí es precioso.

Duque de Medina Sidonia

Los duques de Medina Sidonia, en uno de los salones del palacio de Sanlúcar de Barrameda.


P: Su madre, la duquesa de Medina Sidonia, era una mujer muy mediática. Usted es un hombre más discreto hasta ahora, ¿va a mantener ese perfil?

R: Bueno, he publicado algunos artículos en prensa reivindicando el quinto centenario de la vuelta al mundo. Me gusta publicar y también soy activo en las redes sociales. Ahora he comenzado precisamente a hacer en ellas un ciclo sobre Guzmán el Bueno, donde hablo de su figura y está teniendo mucho seguimiento. Soy discreto por naturaleza, por mi carácter, pero como duque de Medina Sidonia y haciendo honor a la Historia tengo que estar donde yo creo que tengo que estar. Aunque tampoco me gustaría aparecer por ningún tipo de escándalo, que desgraciadamente me ha tocado vivir, porque las cosas no han sido fáciles, pero ya por fin he conseguido aterrizar en mi casa. Estoy a disposición del pueblo de Sanlúcar para cualquier iniciativa. Creo que soy un activo porque represento la historia de esta ciudad, de Andalucía y de España. Y digo siempre que si se protege a los patos, también yo me considero una parte del ecosistema y todos podemos enriquecer a esta tierra.

P: Dice que las cosas no han sido fáciles.

R: Creo que ha sido evidente. No me gusta ser negativo, pero hay que decir las cosas como son. Recientemente hubo un acto público en mi casa y me pareció una descortesía bastante notable que, estando en mi casa (porque además he ganado una sentencia, yo y mis hermanos, esto es un proindiviso, la fundación tiene su parte, nadie lo niega), nadie aludió a que estaba yo presente, con la excepción de Manolo Lobato, concejal del Ayuntamiento, que es un gran amigo, al que agradezco ese gesto que no olvidaré porque no es fácil.

El duque hace referencia a la celebración de las Carreras de Caballos en las playas de Sanlúcar de Barrameda, un acto deportivo y cultural centenario en el que participó también la Fundación Medina Sidonia y donde fueron invitados al palacio responsables y organizadores para nombrar a los embajadores de las carreras. El duque se enteró casualmente del acto que se iba a celebrar en su casa.

Duque de Medina Sidonia
Una espectacular vista del exterior del edificio, en el que residen desde hace cinco meses los duques.

 

P: ¿Por qué se ha instalado usted en este palacio?

R: Porque la Sentencia de la Audiencia de Cádiz, no recurrida en lo fundamental, me reconoce como propietario mayoritario del patrimonio Medina Sidonia, es decir el palacio y especialmente el incomparable archivo familiar. Quiero subrayar que la mencionada Audiencia de Cádiz me dio la razón, pues fui yo el único que recurrió el fallo del juez de primera instancia que condenó a la Fundación Casa de Medina Sidonia al pago de 33 millones, en concepto de indemnización, pues fue esta la cantidad en que se valoraron los derechos de los herederos, entre ellos la cuota de la viuda.

"La convivencia es más incómoda para ella que para mí"

Según la sentencia de Sanlúcar (primera instancia), a mí -como principal heredero- me adjudicaban aproximadamente 17 millones de euros y el resto a mis hermanos y a la viuda y actual presidenta, Liliane Dahlmann. Todos aceptaron la sentencia, incluida Liliane Dahlmann, excepto la fundación y yo. La fundación manifestó su incapacidad para pagar esos millones, pues hacerlo supondría su extinción; personalmente yo, tras un intenso debate interno, rechacé los millones que me ofrecían, por la sencilla razón de que como duque de Medina Sidonia, representante de 26 generaciones de antecesores, no podría vivir tranquilo aceptando esa fortuna, pues significaba mi desvinculación definitiva y la de mis descendientes de un patrimonio que se ha ido conformando durante siete siglos. Quiero subrayar que la presidenta se dio por satisfecha con la indemnización, aunque esta supusiera la extinción de la fundación que preside, lo que ya no era sorprendente, pues en el juicio mantenía la incomprensible posición de ser presidenta de la fundación y a la vez demandante contra la misma. Ahora, tras la sentencia de la Audiencia, Liliane D. ha recurrido al Supremo para reclamar la propiedad de unas fincas y parcela en la urbanización Atlanterra, que dice que son de su propiedad pese a que los jueces consideraron que la supuesta compra de estos inmuebles a mi madre fue una operación fraudulenta.

Sobre esta sentencia, y tras consultar con mis abogados, que están ciertos en que el reconocimiento de mis derechos de propiedad son firmes -pues el recurso de L. Dahlmann no altera el contenido principal de la sentencia-, es por lo que el pasado marzo decidí presentarme en mi casa, tras décadas de forzado e injusto alejamiento. Nunca olvidaré el día de mi retorno, recuerdo que llamé y escuché el familiar repique de la campana que hace de timbre, un sonido que tengo grabado en mi memoria desde la infancia, y esperé junto a Alberto Díaz, asesor y amigo, a que me abrieran. La persona que atendió me preguntó si estaba anunciado, le contesté que no necesitaba anunciarme dada mi condición de propietario por sentencia y además por patrono de la fundación. Entré sin más preámbulos, me presenté en el que ha sido tradicionalmente el despacho de los duques, hoy sorprendentemente ocupado por Liliane Dahlmann, donde le manifesté mi intención de quedarme en mi casa, en la que permanezco desde ese día.

P: ¿Y cómo resulta la convivencia en ese ambiente?

R: Tensa y más incómoda para ella que para mí, lo que es normal, pues mi presencia por sí misma inevitablemente la resitúa y hace que las personas empiecen a hacerse preguntas, pues a medida que se me va conociendo, empieza a disolverse la sombría e injusta imagen que mucha gente involuntariamente tenía de mí y que se alimentaba desde esta mi casa por personas interesadas. Hay testigos de ello.

Creo que más bien empieza a percibirse que mi presencia aquí, en tanto titular del ducado más antiguo de España, es de por sí un activo para todos interesados de buena fe, ya sean personas o instituciones.

Y finalmente, para que se hagan una idea aún más clara de la situación, decirles que actualmente la presidenta está procesada y se han dictado medidas cautelares por un presunto delito de apropiación indebida; y también se le ha interpuesto otra querella por otro presunto delito de administración desleal, por haber aceptado una minuta de abogado en 2016 que se presenta como “presupuesto” de un trabajo que había comenzado cuatro años antes. El presupuesto asciende a más 800.000 € (con IVA), lo que supone dejar a la fundación automáticamente en quiebra.

"Me costó mucho renunciar a una fortuna, pero debía hacerlo"

P: A nivel humano, ¿siente que debe demostrar cosas?

R: Tengo ya 63 años, a nivel personal ya pasé la época, que todos pasamos, en la que tenemos que demostrar o dejar de demostrar. Soy profesor en la universidad de Historia Económica, he sido profesor de la Escuela Diplomática en Madrid durante bastante tiempo. Sigo ejerciendo la docencia en la Universidad de Castilla-La Mancha y seguiré ejerciéndola mientras pueda porque dar clase no es solo una vocación para mí, sino también una gimnasia mental.

Duque de Medina Sidonia

Los duques posan en los exuberantes jardines que rodean el palacio.

 

P: Es usted una persona que se ha desarrollado profesionalmente al margen de su familia.

R: No me han dado nada, me costeé mi carrera, me emancipé muy pronto y todo lo que he hecho lo he hecho por mí mismo, no he tenido ningún privilegio; al contrario, es un hándicap. Todo el mundo cree que lo he tenido todo fácil y lo he tenido mucho más difícil precisamente porque he tenido que luchar también contra ese tópico de pensar que me lo habían dado todo hecho.

P: Quizás a veces los silencios perjudican a la imagen que se tiene de las personas.

R: Pero a veces el silencio es impuesto. Soy de los que creen que las cosas, cuando se luchan, se valoran.

P: ¿Cree que es imposible llegar a un entendimiento con la presidenta de la fundación, Liliane?

R: Creo que con la fundación no hay problema. Soy miembro de la fundación, soy patrono y lo he dicho, pero matizo que con la fundación estoy dispuesto a colaborar en todo. Además, después de la sentencia hay una situación curiosa. La fundación ha consolidado, más o menos, un tercio de la propiedad del palacio que ya es suya. Yo tengo los derechos políticos, es decir, yo decido sobre el 44% restante, y ya he manifestado en los plenos y en las juntas de patronos que mi voluntad es que la fundación siga funcionando. Soy historiador y colaboraría. Procuro ir poco al archivo porque sé que vienen muchos investigadores de fuera y el lugar no es muy grande y procuro no quitarles sitio. La casa además se sigue enseñando, eso es algo que mi madre me enseñó desde niño. Antes de que esto fuera fundación, era monumento nacional, no pagaba impuestos, y la obligación era abrir las casas a las visitas. Recuerdo que de niño los domingos tenías que estar espabilado porque te entraban las visitas a la habitación y te pillaban durmiendo. Eso es algo que he vivido, lo tengo asimilado y además creo firmemente en esa labor de difusión y de conocimiento. Pero, eso sí, que el patrimonio quede aquí. Que el archivo, convenientemente digitalizado y con todas las garantías, permanezca en Sanlúcar.

P: Deduzco entonces que el entendimiento con la presidenta, y no con la fundación, es lo complicado, que es algo personal.

R: Bueno, yo eso no lo diré… Usted puede deducirlo, pero ya ve que será complicado.